miércoles

La señora Clemencia.


 

Este cuento nació en una mañana de lluvia, lluvia de esas que hacen temblar la tierra y que nos llevan a pensar en literatura fantástica y en memorias de un pasado ficticio, esas que alguna vez escuchamos y que he reformado, esperando lograr que sea interesante.

 

“Soy una niña y amo mucho a mis padres, hace un tiempo las cosas cambiaron en mi familia. Mi padre quedó sin trabajo, mi madre aumentó sus horas en la juguetería y yo cambie de escuela, nos mudamos a otra casa más vieja, pero que no es fea.

En mis tardes de aburrimiento recorrí el sótano de la nueva casa, entre trastos viejos encontré una caja con libros. Los fui hojeando uno a uno y entre todos encontré uno de magia, que me intereso.

Durante el verano, no tengo clase y mi madre me lleva con ella, me quedo en el fondo del negocio, sentada leyendo, a veces ayudo a plumear libros, pequeñas cositas que puedo hacer.

La dueña del negocio, la señora Clemencia, es mayor y de muy mal carácter. Me sorprendió ver lo mal que trata a mi mamá, a veces sin motivo la insulta. Una tarde una clienta pidió ver juegos de salón, los reviso todos y se fue sin comprar, Clemencia se enojó con mi mamá, no solo la insultó, la tomó de un brazo con fuerza y la zarandeo como si fuera de trapo, dejo en su brazo marcados sus dedos, ella sabe nuestra situación y se aprovecha de su poder, sabe que mi mamá no se va a ir.

Esa noche leí y releí el libro de magia, convencida de que podría vengar a mi madre de tan mala persona junté lo necesario para hacer un hechizo.

Tizas de colores.

Ramas de laurel.

Gotas de vinagre de alcohol.

Cuando llegué, fui rápida a realizar el hechizo antes que Clemencia bajara al negocio. Ella vivía en el piso superior, mi madre abría a las 8,00hs y ella bajaba a las 9,00hs.

El hechizo consistía en dibujar al pie de la escalera un redondel pintarlo de marrón y en el centro celeste, sería un pozo ilusorio lleno de agua y en el centro las ramas de laurel salpicadas con vinagre. Lo hice. Cuando mi madre lo vio se enojó, no entendía qué era eso, me dijo: “debemos limpiar antes que llegue la señora”.

Clemencia llego antes.

El estruendo que hizo el piso cediendo y tragando a la señora Clemencia fue atroz.  Caí sentada en una caja que se hundió a mi peso y solo veía a mi madre correr, llamar al 911 y olvidarse de mi persona que seguía en medio del cartón sin poder emitir una palabra.

Según explicaron los de defensa civil, en esa zona, hace más cien años, se hacían los pozos ciegos sin resguardo,

Con el paso del tiempo se fueron tapando, pero en algunos casos no se hicieron bien los trabajos y el movimiento natural de la tierra creo la desgracia.

Durante varios días perdí el habla, mis padres preocupados pensaban que el susto fue demasiado para una niña de diez años tan pequeña e inocente.

Lo primero que hizo la niña inocente fue quemar el libro de magia y pensar; ¿si no habrá sido demasiado fuerte el hechizo para la señora Clemencia?"



6 comentarios:

Susana Moreno dijo...

Muy interesante. Un beso

Campirela_ dijo...

Pues mira se lo tenía merecido vpor abusar así de las personas y más abusando de su condición.
Quién sabra si fue el pozo ciego o la magia
de la niña.
Un abrazo , me gustó mucho.

Ester dijo...

Que pena haber quemado el libro, siempre puede encontrarse con alguna otra persona desagradable. Hay muchas jajaja.
Me ha gustado la manera de contarlo sin entrar en detalles, directa al fondo de la cuestión. Un abrazo

J.P. Alexander dijo...

Genial relato. te mando un beso.

Hada de las Rosas dijo...

Simplemente, genial tu historia. Tan redondita..! que pozo antiguo ni pozo antiguo...! el hechizo funciono a la per fec cion iuju! se hizo justicia con "Clemencia" jaja todavia la estan buscando :D

Tan original es el cuento que me salio una maldad que me recorre los huesos.
jajajaja, un besote y que tengas una bonita noche.

Cabrónidas dijo...

Sin duda era magia blanca, de esa que dicen que es para hacer cosas buenas.:)

La señora Clemencia.

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