Hasta
el último momento se había quedado al lado de la abuela, las noches en el
hospital eran largas; pero era la única forma que la anciana se durmiera. La enfermedad y los años la fueron consumiendo, pasó
semanas cuidando a quien la había criado cuando su madre la abandono y su padre
enfermo de tristeza.
Abuela
Tati murió en sus brazos, se durmió en una siesta interminable, mientras afuera
los árboles agitados por el viento de otoño, parecían saludarla con hojas
amarillas contra la ventana.
Al regresar a la casa, intentó poner orden entre
los papeles que la anciana había dejado sueltos sobre la mesa, documentos,
escrituras, benditas escrituras, eso es lo que su tía está reclamando desde
hace unos meses, quiere la casa, no le importó la enfermedad de su madre,
quería internarla en un geriátrico y vender la propiedad. Nina no podía
entender tanto egoísmo, tanta ambición. La abuela está viva, le había dicho
cuando comenzó con sus reclamos, pero a su tía no le importó, ambicionaba esa
casa como un sediento el vaso de agua, evidentemente no amaba a su madre.
La
abuela Tati ya no está, mañana vendrán su tía y primas por la escritura. Se
anegaron sus ojos de lágrimas, la rabia le hace cerrar los puños hasta sentir dolor. Quiere vengar a la abuela, ella que
siempre fue generosa con todos y mientras estaba internada, reclamaban la
propiedad que era de ella, de la abuela. ¿Qué puedo hacer? Se pregunta.
No
quiere que su tía se quede con la casa. El enojo le impide hablar, es como si
una mano dentro de su garganta se cerrara en un puño ahogándola, quiere gritar
mientras recorre las habitaciones y sólo puede llorar.
De
pronto una loca idea le provoca una sonrisa, mira los viejos rincones que
cuentan historias de todos los familiares, el llanto se hace risa, piensa que
se está volviendo loca, tal vez sí, es demencial lo que quiere hacer y le parece escuchar que los muebles de la casa acompañan su risa,
aprueban su locura.
Comienza
el trabajo, sí es una venganza, y una vez terminado, sin apuro, abandona la
vivienda que cobijo tantos años de su vida y de la abuela y se sienta en la
vereda de enfrente.
Los
vecinos se acercan, miran desolados como
las llamas van consumiendo las cortinas, ventanas y puertas.
Y se
aleja acompañada por el calor del fuego y el ruido de las paredes al
derrumbarse, piensa en su tía, en sus primas y siente pena por ellas, nunca
acompañaron a la abuela Tati, no disfrutaron tardes de caminatas ni el mate
entre historias de otros tiempos que ella solía contar tan bien.
¡Son
mala gente! Dice en voz alta mientras se aleja, pero reconoce que ella también
lo es, se dejo dominar por la rabia, el enojo, devolvió mal por mal, se siente
tan basura como su tía y primas.
Está
oscureciendo, escucha la sirena de los bomberos, alguien los debe haber
llamado, la noche la abraza y se pierde
entre las luces de las vidrieras y los
bocinazos.
18 comentarios:
Esta historia que han leído, tiene algo de verdad. No sucedio entre abuela e hijas, pero fue real entre un padre enfermo y dos hijos egoistas. He cambiado los detalles para evitar compremeter a los verdaderos protagonistas.
Un abrazo.
La vida en realidad es mucho más fuerte que quizás las historias contadas con imaginación.
Es una pena el egoísmo de los hijos por la propiedad de los padres.
No se dan cuenta del trabajo que ellas han tenido que realzar para tener una casa para cuando llegan a la vejez querer desalojarlos. La vida es a veces triste cuando piensas en estas cosas.
Un fuerte abrazo, gracias por compartirlo.
Es una historia dura pero frecuente. El egoismo y la ambición matan el amor. Genial relato te mando un beso.
Me temo que se quedarían con el terreno. Un beso
Bonito relato con esa nota triste que predomina y fruto de la ambición material del hoy.
Un abrazo y feliz semana.
Una estupenda reflexión, a veces la ira nos puede quitar la razón.Pero quien no se sentiría de esa forma con gente tan cínica...
Como siempre un placer leerte.
Un abrazo de verano estimada,Maríarosa
Hola María Rosa, ya me parecía de por sí una historia magnífica, pero cuando has comentado que está basada en una historia real cambiando los personajes, madre mía. Es lo que tenemos los humanos, a veces olvidamos, a veces nos volvemos egoistas, y otras nos enfadamos... con razón. Besos amiga mia :D
Conozco casos parecidos, María Rosa, afortunadamente no es un hábito generalizado aunque sí muy extendido. Tengo la impresión que el tiempo, año a año que pasa, va dando la razón a tu testimonio de hoy. Las generaciones actuales son cada vez más egoístas.
Espero y deseo que no todos tengamos que pasar por esto.
Buen, crudo y muy actual tema, María Rosa.
Un abrazo.
Durísimo relato, pero no por ello pierde el excelente estilo narrativo que te caracteriza María Rosa.
Entiendo la ira de esa muchacha que amaba a su abuela y se quedó a su lado siempre, hasta el último aliento.
Una pena que la ira la haya dominado pero...¡cada quien hace lo que puede!
Espero que en la historia real quien provocó el incendio se haya perdonado a si mismo/misma.
Abrazo ¡buena semana!
Hola mariarosa, que tal!
de verdad, son historias mas comunes de lo que nos gustaria saber.
Tu relato es bellisimo, especialmente en el pasaje de que las hojas amarillas
se despiden de la querida abuela. Sin embargo, por que quemo la casa! podria haberla disfrutado un poco, los objetos nos acercan a los que amamos tanto. Pero, claro, la chica estaba atravesando un duelo dificil y estaba con las emociones a flor de piel.
Muchos besos y abrazos en esta noche fria.
Un relato entretenido. Al hilo de lo que la novelista nos tiene acostumbrados. Si bien hoy la protagonista ha tirado por el camino de en medio. Que si bien muchos no "haremos", ¡aplaudimos! :))))))
Abrazo Mariarosa.
El relato parece verídico, claro que la venganza no es bienvenida, luego te llenas de culpas, excelente María Rosa.
Abrazo
La vida realmente está llena de estas tristes historias. La nieta no reaccionó bien la rabia y la ira pudo con ella, pero en el fondo no merecían otra cosa.
Otro buen relato amiga Mª Rosa.
Un abrazo y feliz resto de semana.
Hola, Maria Rosa, qué historia tan dramática y tan bien contada. La labor de estar en la piel de los personajes debe haber sido una dura experiencia al momento de escribir, pero escribir es necesario y se torna imprescindible en personas como tú, sensibles a las miserias humanas.
Felicitaciones por tu trabajo.
Saludos.
Ariel
Te apoyaste en una historia que se asemeja a las reales, pero que desde tu pluma se hace novedosa. El dramatismo bien contado es muy difícil de lograr y por lo que hemos leído está bien representado en tu prosa.
Pero además da para reflexionar.
Completísimo relato.
Abrazo.
Muy cercana a la realidad, pero contada con esa magia de su proverbial pluma, apreciada Rosa
Un abrazo desde Colombia. Carlos
Gracias por tus letras dejadas en el blog de la amiga Ester.
Un abrazo y feliz resto de semana.
Es casi una realidad María Rosa, ahora mismo conozco un caso en el cual los hijos están de juicio por algo parecido pero sin incendio.
Un abrazo
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