Una de las últimas locuras de mi padre
en sus años de madurez fue ir a vivir a
una isla apartada en el Tigre.
Algún que otro fin de semana, yo lo
visitaba. Llegaba con la última lancha del viernes. Para
alcanzar su casa debía atravesar un
trecho de juncos y luego un bosque cerrado de ceibos y sauces, que cubiertos
por lianas y enredaderas provocaban admiración por su belleza bajo la luz del
sol y un temor constante durante la
noche.
Sin embargo él era feliz y hasta lo
veía más joven.
Un angosto sendero generado por los
vecinos en su ir y venir era mi guía para no equivocar el camino, ya que la
selva, así la llamaba mi padre, al ser tan cerrada, resultaba siempre igual. Un
viernes en que llegué más tarde que de costumbre, la noche se había unido a la
oscuridad de tantos árboles. Fui cruzando el bosque, atenta a cada movimiento o
ruido, el miedo se había multiplicado al de otras veces, ni un resto de luna
acompañaba mi andar. Tal vez fue mi inseguridad la que provocó la impresión de
que alguien me seguía. Caminaba mirando hacia todos lados, el grito de un búho aumentó
mi incertidumbre, apuré el paso, un
ruido de cañas al quebrarse logró que mi corazón galopara como un potro
enloquecido, un carpincho cruzó cerca, tan asustado como yo. Comencé a correr,
era tal mi nerviosismo que tropecé con una raíz y caí sobre una maraña de
ramas.
Un resplandor rojizo y el humo, que como una niebla comenzaron a
cercarme, me obligaron a levantarme, había roto la tela del pantalón, no le di
importancia; lo que sí comprendí fue que
debía salir cuanto antes de ese infierno de llamas que llegaba desde el río y avanzaban por el bosque. La luminosidad y el
olor de las ramas al quemarse me cerraba la garganta, se me hacía difícil
respirar y en mi apuro por salir, caí
una y otra vez, hasta que me encontré en un claro que anunciaba la zona
poblada. Corrí hasta la casa de mi padre. Le conté lo que me había sucedido y
observé que me escuchaba muy tranquilo, sin dar muestras de asombro.
—Ahora, mejor descansá —respondió muy
calmo.
Me molestó su tranquilidad, su falta de
preocupación ante mis palabras, he insistí:
—Hay peligro papá el fuego puede llegar
aquí también.
—No te preocupes, ya se está encargando
la guardia de bomberos.
Me dormí agotada y confiada en las
palabras de mi padre.
Apenas salió el sol fuimos a ver los
daños que habría producido el fuego. Dimos vueltas y nada hallamos, ni rastros
del incendio.
—Papá te juro que vi las llamas y que
el humo no me dejaba respirar.
Mi viejo sonrió y me dijo
tranquilamente:
—Te creo, en esta zona suelen suceder
esos incendios que aparecen y desaparecen sin dejar huellas; son producto de
una incógnita que nadie ha logrado esclarecer, el fuego atraviesa el bosque y desaparece en pocos minutos. Algunos dicen que es una grieta del
tiempo que se manifiesta igual a una dimensión desconocida…
Mientras él hablaba, lo escuchaba sorprendida
por su serenidad al explicar semejante misterio. Quise seguir discutiendo el tema,
no lograba creer que sus explicaciones fueran ciertas, era un cuento fantástico
que no podía ser real y que resultaba
increíble; pero ante mis ojos, y entre
las raíces de un ceibo, el cuerpo de un pobre carpincho achicharrado por el fuego me convenció de
guardar silencio.
16 comentarios:
A veces la imaginación nos engaña
otras veces la lógica nos dice que lo que vemos es producto de nuestra imaginación
somos humanos tan "racionales" que a veces pienso que hemos perdido la fe en lo que vemos salvo sea tangible
Enhorabuena por la publicación , bien merecida , tus relatos siempre son un gusto , sabes crear ambientes que atrapan y sobretodo creíbles
pd) disculpa Mariarosa , no sé que hice al irme , que me desaparecieron muchos blogs que leía y que ahora por suerte voy recuperando
un abrazo grande y buen finde !!
Bonito relato y sin duda merece estar en esa antología que nos muestras.
Un abrazo.
Son esos lugares mágicos que se ocultan tras una lógica irracional. Enhorabuena Maria Rosa!
Gracias por el relato y felicidades por su publicación, han hecho muy bien merece estar en papel es buenisimo. Un abrazo
Que bonito cuento con ese punto misterioso que no se sabe si es un ardid de la imaginación o en realidad es algo extraño que los que viven allí ven. Pero lo mejor de todo, aunque me repita, es lo bien que llevas siempre la historia o el cuento que escribes.
Me encanta como lo haces, y te doy la enhorabuena por ese libro publicado. Felicidades y un abrazo.
Un relato lleno de vida e imaginación, no me aventuro en esta selva tranquila.
Un feliz fin de semana.
Es impresionante el realismo que pones en tus letras, nos haces estar allí viviendo la historia en primera persona...Mi felicitación por esa publicación merecida, Maria Rosa.
El cuento nos hace vagar entre el sueño y otras dimensiones. La actitud del padre es admirable por su frialdad y serenidad.
Mi abrazo y mi cariño, amiga.
Una historia sorprendente y de interés que denota una obra literaria de calidad.
Abrazo Mariarosa.
EN primer lugar enhorabuena por esa publicación amiga mía. Decirte que una vez más, tu cuento me deja enamorada de como describes los momentos y la situaciones. Un beso y enhorabuena otra vez más.
El silencio, en la mayoría de los casos, es la única opción disponible.
Saludos,
J.
Un relato maravilloso y felicidades por el libro. Saludos amiga.
Un relato entretenido y misterioso, los juegos de la imaginación que muchas veces confundimos con la realidad...o, será al revés?. Un abrazo.
Interesante desarrollo hacia lo enigmático. La imaginación suele jugarnos trampas, pero cuando se descubre un elemento que puede dar veracidad a lo imaginado, ahí ya estamos en presencia de elementos superiores a la razón humana.
Bien desarrollado.
Saludos.
NO hay duda de que este cuento debía estar en esta antología. Felicitaciones. Un abrazo. carlos
Me encantó , me remontó a días de vivencias en el campo...vaya si eso al recordar algunas cosas me da miedo aún, sin explicaciones lógicas solo el sentido común y sin develar misterios.
Besos.
Hermoso relato, me encanto amiga.
Feliz Pascuas.
Abrazo
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