La máscara.

Universos paralelos es el nombre de una hipótesis física, en la que entran en juego la existencia de varios universos o realidades relativamente independientes.  

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"Existe algo más importante que la lógica: la imaginación".
Alfred Hitchcock

Era un sábado nublado  y el otoño  se hacía presente con un viento frío que  congelaba hasta los huesos. Claudia  caminaba sin rumbo, algo  la  detuvo en la vidriera de una casa de antigüedades, entre diferentes objetos de magia, se destacaba una máscara.

Entró al local, un aroma que no supo definir la recibió, al principio le pareció humedad, luego se fue transformando en un suave perfume a incienso. 
Pidió verla.  

El vendedor fue hasta la vidriera.  Se movía despacio, tratando de ocultar su dificultad al caminar. La quitó del estante  con sumo cuidado y presentó la máscara en el mostrador.

-Es muy antigua –le dijo- posiblemente de principios del siglo veinte. Ha sido realizada con la corteza de un  árbol sagrado de la India y su creador fue un ilusionista francés que la usaba para sus presentaciones teatrales.

Claudia  no lo pensó mucho, la compró.

Semanas más tarde,  comenzó a notar  cambios en la máscara. Lo que antes fue  el corte de una media luna, simulando una sonrisa,  se había transformado en una boca de labios gruesos, arqueados en un gesto siniestro. Hasta la corteza se había afinado y el blanco del principio, tornó a un tono  dorado que la impresionaba.

Se le ponía la piel erizada con sólo mirarla.  Se dijo que lo mejor era llevarla a la casa de antigüedades y cambiarla por otro adorno. Se colocó guantes, no se animaba a tocarla y la guardó en una caja. Mañana  regresaras a la vidriera de dónde no debiste haber salido, dijo en voz alta.

Al día siguiente la esperaba otra sorpresa.

En el negocio de  antigüedades  varios albañiles trabajaban en la demolición de sus paredes.

Quedó atónita.  Luego de varios minutos,  mirando  a los hombres que iban y venían,  reaccionó y pidió hablar con el encargado de la obra.  

Se acercó un joven:

-Soy el arquitecto Güemes ¿qué necesita?

-La dirección del dueño de la casa de antigüedades –dijo- hace unos días compré una  pieza de adorno y deseo cambiarla.

El arquitecto la miró extrañado.

-¿No se equivocó de calle?   Hace muchos  años que  este local está cerrado…

Abrió los ojos sorprendida.

-Pero si estuve en este negocio hace pocos días.  Me  atendió un señor mayor, de cabello blanco,  que arrastraba la pierna izquierda al andar…

- Sí, ese hombre rengo fue el dueño,  pero hace años que murió, al desaparecer el propietario la familia cerró el lugar.

Las últimas palabras del arquitecto le llegaron lejanas, notó  que todo giraba a su alrededor,  ante su expresión,  el arquitecto preguntó:

-¿Se siente bien? ¿Puedo ayudarla en algo más?

-No, gracias -respondió

Se alejó unos pasos. Caminaba apoyándose en las paredes, en un momento se detuvo, se volvió al arquitecto y le preguntó:

—Está seguro, no me miente…

El joven sintió pena al verla tan mal y respondió:

—No le miento y lo raro es que en los últimos días  son varias las personas que vinieron  a preguntar por  la casa de antigüedades y el vendedor rengo…