Recorríamos
la casa, la anciana me guiaba, relataba la historia de la antigua vivienda en
cada habitación que abría, en una de ellas, quedé sorprendida ante la pintura
de una bella joven, la anciana nada dijo y pasó al otro cuarto, la seguí, era
un dormitorio.
Con
admiración me detuve a contemplar, sobre la cama un vestido de novia, el tocado
y un ramo de rosas que parecían naturales, de mi hija, exclamó con un tono de voz muy bajo, la que usted
vio recién en la pintura. “Bello vestido”, exclamé, admirando el diseño en una
seda blanca muy fina. La mujer sonrió y me dijo: Una hermosura, como era ella,
pero nunca llegó a estrenarlo. Quedé muda, ella movió la cabeza en un gesto que
no logré entender y sin la menor expresión en su cara, siguió hasta al otro
cuarto…
3 comentarios:
Qué bonito corto nos dejas y misterioso. Buenas noches, un placer leerte.
Triste
Triste relato. Te mando un beso.
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