lunes

La chica de la heladeria


 

 

 

—La vida es un circulo, todo se repite —me dijo mientras cruzábamos la plaza San Martín, bajo un  tibio sol de otoño—  una tarde como esta, allá por la década del 70, una chica adolescente caminaba hacía la heladería de la esquina, ves —dijo señalando el lugar—hoy funciona un banco,  aquella tarde, la piba iba a tomar un helado y a ver al dependiente que trabajaba allí, estaba enamorada de él y se había vestido con su mejor ropa para verlo. Ella entró, él la miró embobado y le sirvió lo que ella pedía cada tarde, un helado de vainilla y chocolate.

Mientras ellos cruzaban tímidas palabras, dos tipos que consideraban que la vida de los demás no  importaba, que sus ideales políticos eran lo único valedero y que la única forma de cambiar el mundo era poniendo bombas para llamar la atención del gobierno de turno, sonreían entre ellos disfrutando del momento que estaban viviendo.

La heladería les pareció un buen lugar y  lo hicieron. ¿Por qué la heladería? Porque si, ellos decidían y cumplían.  Y la chica  y el dependiente,  terminaron sus vidas, perdieron sus sueños por el ideal de dos locos sueltos que se creían dueños de la verdad.

—Eso ya pasó Don Julio, hoy día  no sucede…

Se detuvo y su sonrisa triste me partió el alma.

—No seas ilusa —exclamó— eso pasó y va a pasar, de una u otra manera por un ideal de izquierda o de derecha, un loco se va a sentir dueño de la verdad y va a creer que poniendo bombas, rompiendo plazas, quemando coches va a cumplir su misión de ser un gran revolucionario, todo se repite, hoy mismo o dentro de diez años, una piba adolescente saldrá con su mejor vestido, con la ilusión de verse con el chico que le gusta y quien sabe con qué ideales aparezca un rebelde decidido a matar para que su nombre y su locura política sea conocida, nuevamente se perderán sueños y vidas porque algunos hombres creyeron que la violencia es el camino... yo ya estoy viejo y he vivido demasiado por eso te digo que la vida es un circulo…todo regresa… aquella chica de la heladería fue mi hermana…

No supe que responder, me corrió un frío por la espalda y con un gesto que significaba un saludo agitó su mano y se fue caminando lento  y mirando fijo la veredita de la plaza, tal vez buscando respuestas que seguro no encontraría.

 



15 comentarios:

Susana Moreno dijo...

La vida a veces es demasiado injusta. Un beso

Alfred dijo...

Nadie se acuerda de las víctimas, solo de los agresores, tanto si acaban triunfando o si son encerrados.

Un abrazo.

ETF dijo...

Estremecedor, Mariarosa, terrible, por aquí hemos conocido algunos casos que ahora todo el mundo quiere olvidar o más bien hacernos creer que nunca sucedieron, pero es cruel, muy cruel.
Estremecedor, tanto como brillantes son, siempre, tus relatos.
Gracias.

Rafael dijo...

Es un bonito relato.
Un abrazo.

Campirela_ dijo...

A veces la vida no es justa, menos para quienes se la quitan de ese modo.
Un relato que lo deja bien patente. Un beso, Marirosa.

Citu dijo...

Me gusto el relato. te mando un beso.

Ernesto. dijo...

El relato refleja hoy, a mí modo de ver, una realidad extendida por el mundo. Me refiero a la intención y capacidad de producir daños y dolor. ¡Es la condición humana!
Y sólo ciertas reglas de convivencia pactadas y aceptadas por la mayoría, sobre todo en ciertas partes del mundo, hablemos de Occidente, la nuestra, lo evitan. O, cuando menos, lo minimizan.
Pero cuando esas reglas, llamésmoles Democracias, son ignoradas y avasalladas por ciertas actitudes de fuerza, ansias de poder, dictadores en potencia, que sólo buscan su propio beneficio, a costa del sufrimiento de la mayoría, aparece esas otras acciones de dolor y miseria distintas a la colocación del artefacto de turno.
Pero cuyas consecuencias son parecidas. Muerte en vida, desolación, ruína, destrucción de la persona.
Podría señalar una colección de nombres que hoy están en boca de todos...
Solo diré que se indentifican, políticamente, por ultras o extremas derechas... Sustentadas en ocasiones por las derechas "civilizadas" de ayeres!
Abrazo Mariarosa.

Juan L. Trujillo dijo...

Desgraciadamente, ese relato suena a premonición y no solo en tu país. Cuando se pierde la convivencia, se olvidan las más elementales reglas de la dignidad y se saltan todas las barreras de la decencia, estamos abocados a la repetición de esa historia, que tan bellamente relatas.
No es lo malo que algunos hayan perdido "el norte", es que, posiblemente, todos perdamos la vida.
Besos.

Carlos augusto pereyra martinez dijo...

Un relato cargado de realismo. Un abrazo. Carlos

Meulen dijo...

Nadie tiene el poder sobre otros, pero la arorgancia del ser humano es grande y la soberbia peor, entonces claro que lamentablemente seguirán pasando estas cosas ,auqnue salgan miles de voces a reclamar, no faltará el que justifique su hecho a causa d elo que sea...como si la vida le fuese dada a manejar a su antojo...
Hace falta mas que voluntades para cambiar...Pero eso poco lo dicen y menos lo aceptan.

Abrazo.

Soñadora dijo...

Triste historia la que nos cuenta don Julio, pero mas triste aún que son reflejo de una verdad que se repite en muchos lugares.
Abrazo

Conchi dijo...

Un relato muy triste que, como comente Don Julio, se va repitiendo por desgracia.

Abrazos.

Hada de las Rosas dijo...

Realmente aprenderemos de los errores del pasado o estaremos destinados a repetirlos una y otra vez, me pregunto. La voz del personaje mayor con sabiduria melancolica, nos advierte que el ciclo de la historia puede ser implacable, amiga. Tiene toda la razon del mundo.

Te deseo una agradable noche,
un beso.

Lu dijo...

Hola María Rosa. Un relato diferente, me parece, a todos los que te he leído pero igualmente bien narrado.
Realista está vez, lamentablemente en el mundo suceden hechos como el que cuenta Don Julio.
Beso

El Demiurgo de Hurlingham dijo...

Triste por la oportunidad que les quitaron a la chica de la heladeria y a su enamorado, seguro que hubieran sido felices.
Es entendible que el narrador sea amargo, siendo el hermano de esa chica.
Un abrazzoz.

Hola a todos...

  En este breve mensaje quiero agradecerles tantos años acompañándome, ustedes son la vitamina que levanta mi ánimo cuando me encuentro de...