lunes

Mis padres y el mate de las cinco.


 

 

 

 

Era el rito del mate de cada tarde a las 5. 

Mi padre nos esperaba después de las caminatas por la playa, en las que mi madre y yo desgranábamos todas las confidencias que habíamos acumulado desde mi anterior visita. Ellos vivían en Mar del Plata y yo en Buenos Aires, los encuentros a veces se alargaban en el tiempo por culpa de mi trabajo.

Al regresar cansadas de tanto andar,  mi padre había preparado en el patio, sobre una pequeña mesa, la pava, la azucarera, las masitas y la radio, que con el volumen bajo desgranaba tangos viejos y algún informativo.

En ese clima de cielo apacible, aparecían ellos, los gorriones, se acercaban, primero lentos a buscar las migas que mi madre dejaba caer para ellos, luego perdían el temor y saltaban confianzudos sobre las baldosas tratando de no olvidar ningún trocito dulzón. Cuando terminaban con su festival de migas, asaltaban la higuera que rebozando de frutos maduros les ofrecía generosa sus higos de  corazón rojo goteando miel.

Tardes apacibles que se llevó el tiempo y que a veces una canción o un recuerdo las regresan con la nostalgia de un tiempo vivido y feliz, que no duele recordar, por el contrario, me dibuja una sonrisa, como todos los buenos momentos que se quedaron en la memoria y que cada tanto se despiertan para hacerme vivir su calidez.

13 comentarios:

Carlos Augusto Pereyra Martínez dijo...

El texto es bellísimo, transido de poesía y nostalgia, y es que sólo el recuerdo de momentos gratos, como el de de este relato, amerita por el sentimiento u dejo poético. Con aprecio. Carlos

Rafael dijo...

Momentos inolvidables que recobra el recuerdo.
Un abrazo en la tarde.

Alfred dijo...

Suerte tenemos de esos recuerdos.
Un abrazo.

Susana Moreno dijo...

Los buenos recuerdos viven para siempre. Un beso

Campirela_ dijo...

Qué tierna entrada , momentos junto a los padres esos que nunca se olvidan y cómo bien dices no te duelen porque es tanto el amor que solo el recordarlos es como si los volvieras a vivir de nuevo. Un beso y abrazo con todo cariño.

J.P. Alexander dijo...

A veces solo nos quedan los recuerdos. Genial historia. Te mando un beso.

ETF dijo...

Entrañable, María Rosa. Es maravilloso poder y saber recordar esos momentos y tú lo haces dando ese matiz esencial... sentimiento.
Un abrazo.

Margarita HP dijo...

Qué hermoso lo que nos describes amiga mía. Qué bonito. Creo que mientras te leía, he estado ahí, junto a vosotros. Besos :D

retazosmios dijo...

Esos momentos son de los que merecen ser recordados, momentos felices, vividos en compañía de unos padres que tan gustosos recibían a su hija y alegraban sus días con esas visitas.
Un abrazo Mª Rosa.

Hada de las Rosas dijo...

Ensoñaciones y vivencias irrepetibles de grandes pequeños momentos y amores
como el de los padres, entrañables, inextinguibles e inexplicables.
Me encanto. Te dejo un beso y un abrazo💐༶⋆˙⊹୭ 🕊☀️

Ernesto. dijo...

Recuerdo el rojo de esos higos abiertos, su naturalidad, sabor, su dulzor... La higuera, ese olor característico.

Esos recuerdos que no duelen recordar...

Abrazo Mariarosa.

Somos Artesan@s de la Palabra dijo...

Sin dudas me has dibujado una sonrisa a mi también, pues me recordaste las tardes en familia, con el mate, los pájaros, las conversaciones, bellas épocas pasadas.
Me encantó tu texto cargado de recuerdos, de nostalgia.
Un abrazo.
PATRICIA F.

Laura. M dijo...

Hay recuerdos eternos que se nos graban y gusta rememorar por que es un placer inmenso.
Buena noche Mariarosa. Me encantó.
Un abrazo.

En una librería de la calle Corrientes.

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