martes

Tiempos de glamour.


 

Las historias  que el tío de Marga, nos contaba en esas tardes de verano en que la lluvia nos impedía ir a la playa, solían entretenernos, pero ninguna de nosotras las creía.

Sus recuerdos sobre la década del sesenta, a veces oscuros, otros risueños, traían a la vida a personajes que conocíamos por las revistas y otros por lectura de algunos libros, sus historias eran modestamente excepcionales.

Según el, ser  fotógrafo de   varias revistas de moda en ese tiempo de glamour fue la oportunidad que lo llevó a conocer un mundo sofisticado y alegre al que solo le importaba divertirse. Nombraba sus amores con  modelos y actrices famosas  con la misma simpleza que jugaba con su gato Felipe, nos llevaba de la mano por sus romances, más nunca nos permitía entrar en la intimidad de ellos. Ante nuestras bromas, respondía que de joven había sido muy buen mozo.

Nos mostraba fotos con  bellas mujeres, fotos que guardaba con cariño en un álbum con tapas de cuero rojo.

Una de sus virtudes era ser amable con el recuerdo de aquellas damas, nunca le escuchamos un relato grosero o una calificación soez sobre ellas.

 

Recuerdo una tarde a principios de marzo, el frío y la lluvia, nos corrieron de la playa, Marga y yo regresamos y mientras preparábamos el mate, apareció don Pedro, tal vez por la melancolía que produce el otoño cercano o el clima gris, nos soltó una pregunta:

—¿Saben quién fue el amor de mi vida?

—No —respondimos al unísono.

Quedó mirando la lluvia que golpeaba el ventanal de la cocina y casi en un susurro dijo el nombre de una de las grandes divas de aquel tiempo pasado, una rubia platinada famosa por sus películas y sus obras de teatro. Marga y yo nos miramos, primero serias, luego tentadas de risa. Pedro se volvió y  sin dar importancia a nuestra burla, dijo:

—Fuimos felices, ella me amaba y yo la adoraba, pero claro, su familia esperaba algo mejor, no un simple fotógrafo, nos prohibieron vernos y lo nuestro comenzó a ser clandestino, seguimos a escondidas durante casi dos años. Un contrato en Méjico para una película fue el golpe final a nuestro amor, ya que debido al éxito del film, llegaron más contratos y se quedó allí varios años.

Notamos que el recuerdo lo había emocionado y sin decir nada más se fue, cruzó el patio  bajo la lluvia, seguido por Felipe, entró en su pieza y no volvió a salir hasta la cena.

El nombre de la rubia platinada entró en el olvido, al menos para nosotras.

Pedro siguió siendo el gran contador de historias, hasta que muchos años después un infarto, le apuró su viaje al más allá.

 

Cuando nos retirábamos del cementerio, Marga se acercó a mí, estaba nerviosa, se retorcía las manos, pero no lograba explicar lo que deseaba decir. Me tomó del brazo y me llevò nuevamente cerca de la sepultura. ¡Allí estaba ella! La diva de los años sesenta, ya mayor y tan platinada como entonces, lloraba y hablaba en voz tan baja que no lográbamos escucharla. Cuando se retiró, paso cerca de nosotras, unas enormes gafas oscuras ocultaban sus ojos, seguramente enrojecidos, se alejó apoyada en su bastón, caminaba lenta y digna, hasta el Audi negro que la estaba esperando.

Habíamos quedado mudas, sorprendidas y emocionadas, regresamos en silencio y con el corazón acongojado no solo por la pérdida de Pedro, sino por imaginar el dolor de esos seres que se amaron y no los dejaron ser felices.

 

 



17 comentarios:

Ester dijo...

Necesitamos recuperar el glamour, abandonar el chándal, los pantalones rotos, los bóxers a la vista... pero tambien necesitamos lecturas como la que nos ofreces, que nos mantiene atentos y al final tenemos premio, resulta que el contador de historias no se las inventaba. Un abrazo

J.P. Alexander dijo...

Bella historia, me gusta mas lo simple pero ese glamour era genial. Te mando un beso.

Elda dijo...

Una historia encantadora la del fotógrafo aunque triste por no poder conseguir las intenciones que tenían los enamorados, aunque cuando no se cumple, creo que esos amores duran para toda la vida porque no han tenido la oportunidad de que se deteriorara en el camino del tiempo.
Ingratas las muchachas que no creían, :))), y precioso el cuento tan bien contado, como siempre.
Un placer la lectura María Rosa.
Un abrazo y buen día.

Auroratris dijo...

Conmovedor, Mariarosa. ESos amores que no pudieron ser no dejan de latir en el corazón pese a los años, pese a todo.

Mil besitos para ti, preciosa ♥

Campirela_ dijo...

Que historia más bonita por dios, no hay mejores romances que los que no se pueden vivir al completo, siempre a escondidas, en ellos la carga de sentimiento es tan enorme que nunca se olvida. Me fascino ese amor, que a pesar de no poder estar juntos ella jamás lo olvido al igual que él. Viva el amor ...Un besazo mariarosa.

Rafael dijo...

Relato exquisito con ese final lleno de ternura.
Un abrazo y felicidades.

Susana Moreno dijo...

Bonita historia. Un beso

Mª Jesús Muñoz dijo...

Cuántas historias vivirán esos fotógrafos, que coleccionan tantas instantáneas, María Rosa...El de la historia sufrió, pero también lo hizo la rubia plateada y al comprobarlo sentimos un gran respeto hacia ellos, amiga. Muy bueno, muy bien contada la historia, la hemos visto,María Rosa.
Mi felicitación y mi abrazo entrañable y admirado siempre.

Sandra Figueroa dijo...

Muy bonito relato amiga, hay historias que tienen mucho de cierto.... Saludos a la distancia.

El Demiurgo de Hurlingham dijo...

Tuve la sensación de que había vivido esa historia, aunque no necesariamente fueran reales las otras. Por esa emoción tan fuerte, que le provocaba recordarla, para contarla.
Y resultó que ella no lo había olvidado. Toda una revelación.
Un abrazo.

Laura. M dijo...

El amor verdadero siempre es recordado. Precioso cuento. La elegancia de Audrey siempre brilló.
Buen fin de semana Mariarosa.
Un abrazo.

José A. García dijo...

Las historias ciertas siempre son las más difíciles de creer. Pero no por eso dejan de ser verdaderas.

Saludos,
J.

Carlos augusto pereyra martinez dijo...

Cuánto nos presta la realidad a la ficción. Se piensa que, historias de esos amores imposibles, entre clases diferentes,son sólo producti del magín del escritor, pero no, ahí está el matrimonio de Lady D, con el príncipe Carlos entre um noble y una plebeya que, culminó en tragedia, toda una conspiración de la misma corona, cuando la plebeya no aguantó mas presion de la corte, y quiso hacer su vida, mientras su consorte, mantenía una telación espúrea de siempre con Camila Parker. Un abrazo. Carlos

Ernesto. dijo...

Una historia interesante, como siempre, y con ese final impredecible, como siempre también.

Me ha llamado la atención "esas tardes de lluvia...", que las impedían ir a la playa y, por consiguiente, permanecer atentas a otros alicientes.

Hoy en día, hijos y nietas, si llueve para salir de casa, se aíslan en el móvil, tablet o Internet. Y no hay tiempo, no suele haberlo, para las "batallitas" del abuelo. :)))))))

Abrazo Mariarosa.

Hada de las Rosas dijo...

Un precioso cuento; tan, tan precioso como esa mujer platinada: para mi era Marilyn.

Frases Bonitas dijo...

Linda historia.

Meulen dijo...

Como haya sido al final ,hubo un amor que nada lo pudo apagar ...y eso quizás los llenó de pleno para vivir su vida.

Abrazos.

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