Pintura de Jorge Frasca, argentino, pintor contemporáneo.
Miraba a su abuela, ir y venir
por el patio de tierra y dándole de comer a las gallinas y se preguntaba: ¿Por qué su madre la había
obligado a pasar las vacaciones de verano en semejante pocilga?
“Tu abuela es muy sabia —le había
dicho— te enseñará a vivir con la naturaleza”.
¿Qué podía aprender en un pueblo encallado
en medio del desierto y junto a una mujer que apenas hablaba?
El día que llegó, al bajar del
micro, se le acercó un paisano y le dijo:
—Señorita, la están esperando
en el sulky.
Se acercó y por primera vez vio
a doña Josefina Faquires, su abuela, ni
una sonrisa, ni un beso, sólo le regaló un frío y áspero ¡Hola!
Después de casi una hora de
viaje, llegaron a lo que sería su hogar, creyó morir de angustia. La vejez y el
abandono, junto al olor a humedad, reinaban en el interior.
Una sensación extraña flotaba en las
habitaciones, algo que no lograba
descifrar, sería el desorden o los ojos de la vieja que parecidos a los
de un búho, la seguían en cada movimiento.
El argumento de su madre había sido la edad de la anciana, “pronto
partirá al otro mundo y es necesario que la conozcas,” le había dicho. Había
olvidado decir que era un ser carente de ternura y palabras amables. ¿Qué podía
aprender de ella?
En los pocos días que llevaba
en la casa apenas si habían cambiado unas
palabras, o alguna frase sin importancia. Tenerla cerca la estremecía, llevaba
puesto un vestido sobre otro, a cual más
viejo y rotoso, su pelo gris era un nido
de pájaros abandonado, que cada mañana sujetaba en su nuca con un rodete y que por las noches dejaba suelto, dándole
una apariencia que le recordaba a las hadas malas de los cuentos infantiles.
Un mediodía al regresar del río,
que era su único entretenimiento, la encontró hurgando en su mochila. Le preguntó
qué buscaba y ella agitando en su mano su documento, había exclamado:
—¡Vas a cumplir quince años!
—Vaya novedad —había respondido—
el veinte de marzo… ¿y qué?
—Que tenemos que hablar de algo
muy serio, serás mi heredera.
La empujó tan bruscamente, que
la hizo caer sobre una silla, que crujió
con intenciones de quebrarse.
—¡Vieja bruja!—le gritó con
rabia.
—Justamente de eso te quería
hablar…—le dijo, mientras se elevaba
hasta el techo, hacia piruetas en
el aire y por primera vez sonreía, ante los ojos asombrados de su nieta.
.
26 comentarios:
Un bonito cuento, y encantador, tan encantador que me ha tenido encantada hasta ese final tan inesperado, jajaja.
Muy bueno y sorpresivo María Rosa. Me ha gustado mucho, tanto que me ha sabido a poco.
Un abrazo.
MI SINCERA ADMIRACIÓN POR LA MAESTRÍA QUE SE VE EN SUS ESCRITOS. MI SINCERO APLAUSO
No me esperaba para nada el final jejej ha sido una sorpresa.
Me ha gustado mucho este cuento.
Un saludo!
Sin duda que era una abuela más que especial... y bruja, jajaja. Excelente.
Besos.
Era lo que parecía. Un beso.
Mira, no te diré que era lo que parecía, porque de verdad te hubiera dicho, ¡que de esa manera fueron las abuelas de antaño!, quizás nuestras madres no sabían demostrar su cariño o no podían, creo que tiene que ver que jamás se lo demostraron a ellas. En fin, el final me dejo muda, eres una bruja encantadora con un manejo magistral en lo que es narrar, me encanto.
Te abrazo
Ohhh yo esperaba un gesto de ternura.
Jjaja qué ingenua que soy. Debí imaginar ese final porque siempre nos das sorpresas.
Una maravilla María Rosa.
No sé si publicaste algún libro pero mi opinión es que tendrías que pensarlo amiga. Tienes tanto talento.
Besos grandes.
Pero que belleza de remate. Esperaba cualquier cosa menos eso.
Haberlo resuelto así tan sobre el final tiene su toque de maestría.
Me encanta leerte.
Abrazo.
Toda una salida inesperada. Lo metafórico se convirtió en real.
Y puede ser que sea algo digno de heredar.
Un abrazo.
Una abuela muy bruja.
Feliz fin de semana.
Un abrazo.
La madre la envió para que le transmitiera sus "habilidades". Buen regalo de cumpleaños.
Un abrazo, Mariarosa.
maravilloso escrito como todo lo que sake de tu alma enamorada de la vida
El final no lo esperaba Mª Rosa, me has dejado sorprendido para bien. Excelente. Un fuerte abrazo y buen fin de semana. @Pepe_Lasala
Creo que mi abuelita era brujilda
pero no se si de las tan buenas o de las muy malosas...
nunca me quiso bien la anciana, yo menos, pero le tenía respeto y aprendí si de ella
como espantar los demonios...
de todas maneras una abuela muy espectacular la de tu protagonista...cómo se divertiría después!!
abrazos.
jajjajaajajja...
¡Magistral!
Abrazos, Mariarosa.
¡Has vuelto a hacerlo María Rosa! Con la boquita abierta me has dejado. Eres fantástica. Muchos besos :D
Jajajajajaja, genial!!! qué imaginación tienes, te felicito. La nieta iba a ser otraaaaa jajajajaj Un abrazo María Rosa.
Es inevitable. Siempre nos sorprendes con tus cuentos pero claro, como pasa siempre, nos dejas pensando en lo que puede pasar porque la situación ha pegado un giro de 360 grados. Muy buen relato. Un abrazo. Franziska
De seguro le enseña cómo divertirse sin tecnología, es decir, como se lo hacía antes.
Saludos,
J.
Con razón hacía falta una heredera, jajaja. Muy bueno!!!
Besos
Excelente cuento, encantador en toda su descripción y trama y el remate es maravilloso!! Cuánto tendría para heredar esa muchacha.... Un gusto leerte !! Abrazo !!
Excelente, María Rosa. ¡¡¡¡¡Que bella herencia. no!!!!
Sorprendente final para una herencia nada usual.
Excelente!!
Un abrazo
María Rosa, hay algo mal en el enlace hacia tu pagina de inicio ya que no es posible entrar a la publicación última tuya: "Las manos de la Virgen".
Saludos.
Vaya sorpresa, la de la nieta. Un abrazo. Carlos
Vaya sorpresa, la de la nieta. Un abrazo. Carlos
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