sábado

Sin memoria.






Cuando llegué a la casa de la señora Amelia Gómez Recade  recién  se había separado de su primer esposo, sufría serias depresiones. Yo sería su asistente, terminé siendo consejera y pañuelo de sus lágrimas.

Conocer  a Santiago Migues, la transformó. Parecía volar en una nube de romanticismo y sonrisas. La veía tan feliz que me callé ciertos detalles que no me gustaban de él, sospechaba que sólo le interesaba  el dinero de la señora Amelia. Al no tener pruebas, no podía levantar un testimonio equivocado.

Ellos se casaron. Parecían muy felices, pero luego del primer año, el matrimonio  se convirtió en una barca sin rumbo.
Los escuchaba discutir por problemas de dinero. Santiago no veía con buenos ojos los gastos exorbitantes de su esposa. Es mi dinero, respondía Amelia luego de cada discusión y se iba dando un portazo.
La relación se fue haciendo fría y distante.
Salieron de vacaciones y al regresar, dormían en cuartos separados. Lamenté por ella que mi sospecha se hubiera realizado.
Él se instaló en el segundo piso. Santiago no dejaba que nadie escudriñara en sus cosas, sólo a mí me permitía pasar. Por la mañana él trabajaba y yo husmeaba.
Me llamaba la atención  un  mueble de su biblioteca, permanentemente cerrado. Me intrigaba. Revisé cajones, hasta dar con la llave.
Al abrirlo, sólo encontré muchos frascos oscuros,  iguales a los que veía en la farmacia de mi pueblo. Se lo dije a la señora Amelia, me explicó que Santiago era bioquímico, de allí que guardará tantos productos farmacéuticos, hice una copia de la llave y se la di a la señora Amelia, ella sonrió pícaramente.

Meses después, recuerdo que era domingo,  me estaba preparando para salir, era mi día libre. Manuela  la cocinera, entró en mí habitación muy asustada.
—¡Una desgracia! —Dijo con voz entrecortada—algo terrible ha sucedido, yo le dije a la señora que don Santiago estaba raro y ella no me hizo caso.
Se dejo caer en mi cama que crujió bajo su peso. Ella lloraba y yo no entendía nada.
—¿Qué pasó?
—El señor Santiago tuvo un infarto y lo han llevado a la Clínica.
Seguía llorando.
Al mediodía llegó la noticia, otro infarto;  Santiago había muerto.
Días más tarde, el médico de la familia, el doctor Sandoval, le dijo a la señora Amelia que el  infarto fue provocado por un veneno, posiblemente; Talio. Se estaba investigando.
Iba a llorar yo también, pero una luz de alerta se encendió en mi cabeza, recordé  que mi obligación era cuidar de la señora Amelia.
Corrí al piso superior, fui a la biblioteca, quité los frascos del mueble, los embalé en una caja y los bajé al sótano. Los cubrí con una manta y coloqué encima, restos de bicicletas, cuadros viejos; lo peor que encontré.
Intervino un juez. Allanaron la casa, todo estaba en orden. Varios políticos amigos de la familia Gómez Recade intervinieron para que el caso no tomara estado público.  Al mes; era caso archivado. Los peritos caratularon la muerte;   paro cardiorespiratorio no traumático.
La señora Amelia se convirtió en un alma pena, deambulaba por la casa tan pálida y desarreglada que daba pena mirarla. Sus amistades venían de visita cada tarde tratando de hacerle compañía y consolarla en su duelo. Cuando todos se iban y quedábamos solas,  se sentaba a mi lado, tomaba mi mano y la besaba.
—Usted es un ángel, un ángel mudo. ¿Verdad?
Yo le decía que si y ella sonreía.
Ese año me duplicó el sueldo y  al  siguiente me regaló su departamento de San Isidro. El día que firmamos el boleto de propiedad, Amelia me llevó aparte y me dijo en voz baja.
—Mi querida Clarisa, esto no compra su silencio, simplemente caduca su memoria…





22 comentarios:

Diana de Méridor dijo...

El silencio y la memoria son valores seguros, siempre al alza. Conservar el silencio y perder la memoria puede resultar muy rentable, como en este caso.

Feliz fin de semana

Bisous

Mari-Pi-R dijo...

Un cómplice sin memoria es lo ideal.
Buen relato, un abrazo.

Franziska dijo...

Sucede lo contrario de lo que se estaba esperando. Se comprende que la inocente mano que produjo el duplicado de la llave fue, en realidad, la inductora del crimen. El camino y la posibilidad estaban sugeridos. Si él quería usar el veneno, ella le tomó la delantera. Buen relato, breve y conciso. Si se hubiera descubierto, habrían acabado las dos en la cárcel.

Un abrazo y mi felicitación. Franziska

Bertha dijo...

Borrón y cuenta nueva; porqué si hablara.No saldría muy bien librada.

Me encanta estos relatos que nos hacen tanto disfrutar.

Un abrazo MªRosa.

Unknown dijo...

Hola María Rosa .
Perfecto. Un relato IMPECABLE. Una trama bien inteligente
y un final cerrado buenísimo.
Me gustó muchísimo.
Claro que no es novedad , tus narraciones siempre son para UN DIEZ.
Mil besos. Toda mi admiración.
Bello fin de semana!

Anónimo dijo...

Intriga y suspense, que hará cada cual con sus oportunidades?
Llave duplicada, puerta cerrada, quien se adelantó?
Silencio y memoria unidos para guardar un secreto no descubierto y bien guardado.
Muy buen relato.
Un abrazo.
Ambar

Mª Jesús Muñoz dijo...

Muy bueno María Rosa. Nos has llevado poco a poco con inteligencia y maestría. Ella estaba ahí para servir y para conducir los hechos. Al final tuvo la compensación que quizá esperaba, aunque no creo que olvidara nunca...Ambas se salvaron de la cárcel...Cuántos casos se darán de esta manera, que queden archivados...
Mi felicitación por el buen argumento, la intensidad, el suspense y ese final redondo.
Mi abrazo de luz y mi cariño, amiga.
M.Jesús

Abril Sampere dijo...

Gracias por visitarme, aquí me tienes disfrutando de intriga, suspenso en un bello escrito, saludos

MaRía dijo...

Vaya dos María Rosa !!!

estupendo relato .. como siempre un gusto disfrutarte

un abrazo muy cálido

El Demiurgo de Hurlingham dijo...

Me parece que el asesinado no fue una víctima inocente, que fue asesinado por los medios que él pensaba usar.

AdolfO ReltiH dijo...

EXCELENTE, USTED SIEMPRE TAN EXCELENTE.
ABRAZOS

TIGUAZ dijo...

Que decir que no te dijera con anterioridad. GRANDIOSO. Mi agradecimiento por compartirlo. Un abrazo.

lichazul dijo...

buen trabajo narrativo MRosa
abrazos gorditos

José Manuel dijo...

La memoria no olvida, pero sabe como hacer del silencio su mejor compañero.

Un abrazo

José A. García dijo...

La memoria es fácilmente reemplazable con bienes materiales, cualquier millonario lo sabe.

Buen relato.

Saludos

J.

Anónimo dijo...

Un muy buen relato que toma de principio a fin...casi protagonista observante dentro de ese ambiente creado....muy buen trabajo, hermosa e interesante creatividad, muy buena caracterización de cada personaje , trama y final...
Me encanto!!!!
Abrazo fuerte
Cristina

Antorelo dijo...

Excelente ejercicio narrativo.He estado varios días sin internet. Un abrazo

Joaquín Galán dijo...

Un relato muy bien narrado,como todos los tuyos María Rosa.Tensión e intriga hasta el desenlace.
La complicidad de las protagonistas se convierte en el tema central consiguiendo que nos olvidemos de ver un delito en el "presunto" asesinato.

Un abrazo

Abuela Ciber dijo...

Buenisimo Maria Rosa, buenisimo !!!!!!!!!
Me encanto
Cariños

cachos de vida dijo...


Un interesante relato. Palabras para recordar: “esto no compra su silencio, simplemente caduca su memoria…”
Feliz fin de semana.
Un abrazo.

María Socorro Luis dijo...


Tal para cual. Ninguna de las dos podrá ser feliz.

Besos.

Carlos Augusto Pereyra Martínez dijo...

Cuando uno lee estos cuentos donde obra el alma humana, reconoce uno lo que puede hacer el amor despechado. El amor no es tan inofensivo. También mata. MI abrazo y aprecio. Carlos

En una librería de la calle Corrientes.

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