No es que yo odiara a Sanguinetti, me incomodaba su forma de observarme cada vez que nos cruzábamos en la calle. Posaba sus ojos burlones sobre mí y luego sobre mi mujer, leía en ellos un deseo oscuro. Sanguinetti vivía en un edificio frente al mío, la calle era tan angosta que lograba que su ventana y la mía se enfrentaran.
Lo descubrí acechando mis movimientos a través de los vidrios, pero creo que vigilaba a mi esposa. Extrañamente él desaparecía en las horas en que mi mujer no estaba en casa.
Investigué
a Sanguinetti, descubrí que era espía de la
organización azul, su trabajo era denunciar a los individuos que en la ciudad
se movían de forma sospechosa o tenían relación con los amarillos.
Los azules son hombres que intentan dejar de ser comunes, penetran a un régimen óptimo. Al entrar en el gran sistema, les lavan el cerebro, los transformaban en seres violentos, imaginan que su inteligencia supera a los demás.
Los
gritos rasgaron al sol, bajaron por la calle alquitranada y pegajosa. Llegaron
hasta mi ventana, abrieron las cortinas y me golpearon el pecho; eran ellos.
Desde mi ventana los vi, entraron al departamento de Sanguinetti. Cucarachas
negras, armadas hasta los dientes, intimidaban el aire con sus voces de mando; elevándose en la mañana que recién abría los ojos. Cucarachas, entrando
veloces.
Reflexioné mucho antes de escupir todo lo que sabía de él. Al fin lo denuncié, sí, lo denuncié. Nadie va a lamentarlo, tal vez mi mujer, puede que ella lo eche en falta. Era uno más en la cadena de siervos de la organización azul, uno más que se creía importante.
Esta
vez se invirtieron los papeles, lo denuncié primero. Ahora soy yo; el superior.
Decidí integrar la organización amarilla.
Analizo e investigo a cada sospechoso que pueda ser un azul en potencia, y cuando lo encuentro; lo denuncio.
Debo
hacer méritos para despertar la admiración de mis superiores, deben valorar quién
soy en realidad, un tipo rápido y sumamente bueno en lo suyo. Al entrar en el
gran sistema, cambiamos, nos transformamos y según dice mi mujer; me he convertido en una cucaracha amarilla,
20 comentarios:
Transpórtalo a distintos miembros de los diferentes partidos políticos de ambas nacionalidades, de las de los dos, veras cuantas cucarachas disfrazadas de corderos nos encontramos.
Un fuerte abrazo, un placer leerte desde tu otra casa.
El desenlace lleva a cuestionar la verdad de lo que contaba el protagonista. Si realmente Sanguinetti miraba con deseo a la esposa de Sanguinetti. Hasta podría ser posible, que la esposa deseara ser deseada por Sanguinetti, según se insinúa en lo que cuenta el mismo protagonista.
Se podría dudar si realmente era un azul, tal vez el realmente siniestro era el propio protagonista.
Tu relato invita a plantear hipotesis.
Lo que está más que claro en tu relato que el protagonista si es ahora una gran cucaracha, si
Sanguinetti lo era o no , lo dejas en suspense para imaginación del lector, pues al recalcar esa palabra "deseo" pienso que entre la mujer de tu protagonista el "azul" había algo más que miradas cruzadas [ o no] los celos nos llevan a la sospecha , al odío a imaginar lo que puede ser y a convertirnos en terribles cucarachas .. de mil colores pero al fin y al acabo horribles cascudas
como te dije en mi casa, un placer siempre sumergirse en tus relatos
un abrazo muy cariñoso
Buenísimo María Rosa.
Un cuento que te deja una serie de interrogantes . Muy original.
Elegiste a las asquerosas cucarachas como protagonistas también y lo
hiciste muy bien. Al fin y al cabo este Sanguinetti podría haber sido
nada más y nada menos que una cucaracha.
Pura creatividad.
Mil besos.
Feliz domingo !
Pues yo le diría al protagonista que no merecía la pena tanto esfuerzo para tan poca diferencia. El odio nos reduce a la nada.
Feliz tarde, madame
Bisous
Asi son cucharachas y de ahi no pasan,lastima el daño que mientras tanto hacen.
Grato leerte
Cariños y buen domingo
Muchas veces somos como Sanguinetti con los vecinos si los tenemos tan de cerca y no paramos de verlos es como penetrar en sus vidas.
Un abrazo.
Dicen que a veces cuando juzgamos a alguien, se convierte en nuestro propio reflejo...Y este es el caso, el marido se convirtió en el extraño individuo que vigilaba constantemente...Quizá por eso, no vale la pena profundizar en las maldades de la gente, porque se nos ensucia el alma...Muy bueno y contundente, Maria Rosa.
Mi felicitación y mi abrazo grande, amiga.
M.Jesús
Muy bueo, cuantos Sanguinetti y el personaje de tu relato, nos rodean
Abrazos
Detrás de la trama de ciencia ficción o fantástica, se pueden hacer varias lecturas, no muy alejadas de la realidad.
Tus relatos siempre sorprenden, Mariarosa.
Un abrazo.
El color es lo de menos: son de la misma condición, cuantos individuos de esta guisa hay por este mundo de locos.Que ante la vanidad de creerse seres superiores no les importa vender a quien sea.
MUCHA RAZÓN TENÍA SU MUJER...
Un abrazo MªRosa.
Escalofriante relato. Pone los pelos de punta porque sugiere que puede llegar a estar muy cerca de la realidad humana. Confiemos en que nunca sea así. Un abrazo. Franziska
Muy bueno, compañera. De un lado o del otro se termina incurriendo en lo mismo cuando la cosa se toma al extremo. Me ha gustado mucho tu relato. Un gusto pasar por tu blog.
este relato es una mordaz y elocuente crítica política MRosa
enhorabuena
el sarcasmo fluye genial
abrazos
Elegir en que bando estar, difícil decisión. Todo tiene su lado oscuro.
Un beso!
De cucaracha a cucaracha y tiro porque me toca.He visto en el relato una crítica a la clase política actual que critican a quienes hacen las mismas cosas que ellos.
Abrazos
MUY CREATIVA TU HISTORIA.
ABRAZOS
Hay muchas cucarachas que parecen otra cosa. Muy interesante relato.
Feliz fin de semana.
Un abrazo.
Te dejo deseos de que pases un armonioso fin de semana
Cariños
Leer este cuento me aproxima a los textos de Algo Huxley, del Gran hermano, de 1984 de Orwell. Un abrazo. Carlos
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