La
ventana del séptimo piso era una postal que reflejaba la playa “La perla”. El
mar se debatía furioso sobre la arena, las carpas que durante el verano
cobijaron a los veraneantes, por precaución, las habían retirado. Se anunciaba
una tormenta.
Pronto el
panorama fue gris, la niebla unida a la arena que levantaba el viento,
dificultaba la visión, la calle se perdía en una cortina que se desmayaba por
momentos.
Me
estremecí, al comprender que Martín no iba a llegar.
Bajé al
tercer piso a tomar un café, en el hotel. por ser junio, había pocos turistas.
Me senté al lado del ventanal, había comenzado a llover.
Que
tonta, me dije, viajar desde Córdoba a Mar del Plata por el juramento de un
amor de verano, ni que fuera una veinteañera ilusa, aunque las chicas de hoy
día no creen en palabras de amor, se fuman la vida en una noche y al salir el
sol ya están pensando en otra cosa.
Él
tendría que haber llegado ayer. Lo esperé en la puerta del hotel a las 10:00hs,
tal cual habíamos quedado. Hoy de mañana pregunté al conserje si se había
registrado alguien con su nombre, dijo que no.
El clima
esta furioso, viento, lluvia y yo mirando el panorama y con ganas de llorar.
De pronto
una voz me hizo estremecer.
-Puedo
sentarme a su lado a tomar mí café, la tarde está triste…
A través
de mis ojos empañados lo vi.
-Martín
¿cuándo llegaste?
-Recién,
la tormenta hizo que cambiaran mi vuelo…
-Por qué
no me avisaste.
-Me
sucedieron cosas que ahora no importan, acá estoy…
Olvide la
lluvia, el viento golpeando los árboles, en mi corazón había salido el sol.
4 comentarios:
Me gusto mucho tu relato. Te mando un beso.
Que bonito es el amor, no importa lo que dure . Esas sanciones merece la pena vivirlas al menos una vez en la vida.
Un beso feliz noche.
Que linda sorpresa, en el corazon de la chica salio el sol!
Un beso, y feliz noche
Que bonita historia, valió la pena el largo viaje.
Abrazos, Mariarosa
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