Mi hermana Lili decía que en el fondo
del estaque jugaban ángeles, algunos blancos, otros negros, todos muy bellos. Lili los veía y juraba que sonreían cuando ella les hablaba. Siempre pensé que mi hermana estaba
loca, a pesar que mi madre no me permitía decirlo, yo lo sabía y mi
hermano Luis también se había dado cuenta.
Los ángeles la esperaban por la tarde,
así decía ella, les llevaba caramelos y chocolatines, yo la miraba desde la ventana de la cocina. Arrojaba las golosinas
sobre el agua, una a una, algún truco
realizaba; ya que cuando ella se iba, yo miraba el estanque y no encontraba ningún dulce. Sólo los papeles del envoltorio
en el agua. Lili bailaba sobre el borde, parecía flotar, elevaba los brazos y
su figura se mecía en un vals imaginario.
Un día mi hermana Lili, desapareció. Mi
madre en su ignorancia nos negó
explicación sobre su paradero. El primo Sebastián, me dijo que la habían
internado. Meses después mi madre se vistió de negro, durante años fue una sombra oscura deslizándose por
la casa. Nunca nos dijo que Lili había muerto. Fue Sebastián quien confirmó lo que imaginábamos mi hermano y yo.
Mi madre se volvió callada, sólo la mujer que nos llevaba a la
escuela y nos asistía, conversaba con nosotros. Fuimos niños tristes, casi no
jugábamos ni reíamos, cuando lo hacíamos mi madre se asomaba al ventanal y
pedía silencio. Mi hermano ingresó en un
colegio militar, sólo venía los viernes
por la tarde, se iba el domingo por la
noche; mi aburrimiento crecía durante la semana, ir a la escuela y hacer los
deberes no bastaba, necesitaba jugar, tener amigas.
Una tarde, sin nada que hacer, me asomé
al estanque y allí estaba ella, era Lili, que rodeada de ángeles que me saludaba. Reclamaba caramelos para ella y sus amigos.
Corrí al comedor, alcancé el frasco de golosinas. Llené mis bolsillos y volé hasta el estanque.
Desde ese día juego con ellos. Lili me
aconsejó que nadie debía saberlo, sería
nuestro secreto, no sea cosa que me internaran como a ella.
Reeditado.
12 comentarios:
Me gusto el relato. Te mando un beso.
Es un bonito relato, felicidades.
Un abrazo y feliz fin de semana.
Bella locura, es esa de poder tener ángeles de colores bajo el estanque. Y mejor saberlo en silencio, que no todo el mundo está preparado para esas conversaciones.
Saludos.
Me rindo a tus pies, este cuento me ha encantado, pero que mucho. Esa magia, esa bondad, ternura lo mejor del ser humano está reflejado en él. Gracias por reeditarlo.
Un besazo de Ángel, nunca mejor dicho jajajá.
Precioso, María Rosa, siempre los son tus relatos/cuentos, con un final sorprendente ofreciendo una gran fuerza de sentimiento hacia los sueños que los hace admirables.
Gracias.
El poder del milagro en un corazón puro...bello relato...
Abrazo.
Hola maria Rosa, que tal!
sabes que yo creo recordar este cuento hermosisimo, si yo creo que ya lo hube disfrutado, jajaja fijate como conjugo los verbos, que nivel! XD
pero, hablando en serio , la historia me envuelve en una atmosfera de misterio y melancolia muy grande.
Tratas temas profundos, como la locura, la necesidad de mantener secretos y los angeles en el estanque... Lili tenia razon, ellos existen.
Buenisima historia,
te deseo una feliz y serena noche. Besos.
Los adultos olvidan cómo es ser niño y los niños, claro, no saben explicarlo.
Saludos,
J.
También recuerdo este relato. O al menos uno muy similar.
Aun así es un placer volver a leerlo.
¡Me encanta!
Y lo mejor que puede hacer la chiquilla es guardar celosamente su secreto.
Las personas adultas nunca lo entenderían.
Abrazo ¡buena semana!
Lindo relato amiga maria.
Qué hermoso cuento, Maria Rosa. Yo creo que a nadie le salen igual de lindos unos y otros, son como los hijos, algunos altos y otros bajos. Este relato nunca lo había leído y te quedó precioso. Una de mis fascinaciones es la locura y creo que el efecto está tan bien logrado que a pesar de ser una tragedia queda bellísimo.
Un texto maravilloso.
Besos. Que tengas buena semana.
Ariel
Bellas letras, gracias por escribir y compartir, me quedo por acá para seguir leyéndote, saludos!
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