domingo

El oro.


                                                                      CHARQUI.



 

 


La noticia le llegó por casualidad, un viejo borracho le mostró una pepita de oro del tamaño de una moneda de un peso, primero no le creyó, pero el viejo a pesar de su embriaguez hablaba seguro de lo que decía.

—Solo yo conozco ese recodo, en la puna hay muchos ríos en los que encontrar pepitas, pero de este tamaño, solo un lugar y el plano es mío, solo mío... —y reía a carcajadas. El pelo largo y de un blanco amarillento le caía sobre la cara y se perdía en su espalda, mal vestido, casi harapiento daba una imagen poco agradable.

Hablaba y se burlaba  de los tontos que buscan en cascadas  que las empresas mineras iban dejando abandonadas, al viejo le faltaban varios dientes y sin embargo su cara llena de arrugas resultaba simpática.

Lo vio borracho, no lograba sostenerse, calculó que sería fácil robarle el plano lo acompañó hasta su casa, un rancho perdido en un sendero entre motañas, que se caía por el abandono y la miseria.

Lo dejó en su camastro y el viejo cayó en un profundo sueño. Revisó cada cajón  de un destartalado mueble, dio vuelta varios cajones con papeles, el viejo le había hablado sobre un mapa, pero nada encontró, desilusionado salió tratando de encontrar el sendero por el que habían llegado, cuando recordó un detalle; el viejo cada tanto se tocaba el pecho.

¿Y si lo llevaba encima?

Seguramente por miedo a que se lo robaran.

Volvió a entrar. Le abrió la gastada campera, buscó en los bolsillos, nada. El viejo abrió los ojos. Él retrocedió.

El viejo comenzó a reír.

—Estúpido, ambicioso —gritó con rabia, la borrachera había desaparecido, sacó un revólver de debajo de la almohada—  ¿Querés oro? ya vas a conseguir oro, pero en el infierno.

Disparó una vez y alcanzó para perforarle la cabeza.

 

Enterró las tripas y los huesos.

—Qué maravilla — dijo en voz alta el viejo, que solo las piedras de las montaña escucharon— está vez voy a tener charqui para varios meses.

Y siguió salando y colgando la carne al sol…




12 comentarios:

Enrique TF dijo...

Tan atractivo como cruel e inesperado, María Rosa. Me encantan tus relatos.
Un abrazo muy fuerte.

Auroratris dijo...

Un relato muy bien detallado emocionalmente y perfectamente descriptivo. Me ha gustado mucho ese final, Mariarosa. Un placer leerte. Deseo que estés mejor.

Mil besitos y muy feliz semana ♥

Carlos augusto pereyra martinez dijo...

El final no esperado en cuento del orden de un dtde un Sthepen King. O acaso Poe? Qué bien lo escribes. Mi aprecio. Carlos

Juan L. Trujillo dijo...

Prendido en el relato, llego hasta ese tasajo final que es demoledor.
Besos.

Rafael dijo...

Es un relato muy bonito. Tus cuentos me lleva y recuerdan a los de Cortázar.
Un abrazo y felicidades.

Conchi dijo...

Muy buen relato aunque el final sea espeluznante.

Abrazos.

Margarita HP dijo...

¡¡Ostras!! ¡Menudo final! De verdad, siempre consigues sorprenderme, menudo relato de terror. Besos cariño :D

Hada de las Rosas dijo...

Ohhhhh una terrorifica historia, acorde al momento!!

que tengas un maravilloso Halloween, amiga! 🎃👻


Lu dijo...

TRE-MEN-DO amiga!
Sí que tienes el arte de dejar pasmados a los lectores.
Excelente -como siempre-narrativa. Esta vez, como tantas otras, no imaginaba ese final.
Pero este es mucho más sorprendente porque es recién en el último renglón donde se comprende el motivo de ese titulo.
Beso

Maite-volarela dijo...

Completamente inesperado ese fina...
Terrorífico... Y muy bien narrado!
Un abrazo :)

José A. García dijo...

Jack London estaría de acuerdo con el final de este cuento, sin dudas.

Saludos,
J.

El Demiurgo de Hurlingham dijo...

Digno de Cuentos de la cripta, tanto la serie como la historieta.

La chica de la heladeria

      —La vida es un circulo, todo se repite —me dijo mientras cruzábamos la plaza San Martín, bajo un   tibio sol de otoño—   una tarde...