miércoles

Soledad.


 

 

 

 

En aquel hotel de Constitución, todos nos conocíamos.  Algunos se hospedaban unos días, otros, como vos y yo; quedamos años.

Eras tan frágil, la primera vez que te vi, tendrías unos once años. Flaca, los ayunos prolongados se te notaban en la palidez y en los huesos que se asomaban entre los pliegues de la piel.

A veces te escuchaba gritar. Tu madre,  descargaba en tu espalda sus visiones y dramas, el alcohol y el fracaso la habían convertido en una piltrafa humana.

 Recuerdo que una vez,  la paliza, te cubrió  de rosas moradas y te dejó un brazo roto. Dijiste al médico que jugando en la plaza,  te habías caído de la hamaca. Él no te creyó, pero seguramente comprendió que un internado era peor.

Otra vez, en otro ataque  violento te dejó un corte en la frente. Doña Carmen, la vecina te curó y secó tus lágrimas.

Creciste con  cicatrices, hambre y tristeza.

 

Los años te convirtieron en una adolescente hermosa. No me podía  explicar semejante cambio en tan sórdido ambiente: una flor  en el desierto.

Una tarde, saliste corriendo a buscar a doña Carmen, tu vieja estaba mal. La internaron, no duro mucho. Te quedaste sola.

 

El barrio comenzó a murmurar cuando te veía salir por las tardes con la pollera muy corta y los ojos pintados de negro. Yo sabía cuál era tu trabajo.

¿Y qué ibas a hacer?

Si apenas sabias leer y escribir. Tenías que comer, pagar la pieza y salir adelante.

Cada día, te veía pasar más temprano y regresar más tarde. A veces te acercabas a la ventana, me regalabas una flor o un caramelo y me decías frases que me hacían sonreír:

—Un día nos vamos a ir las dos, sabes. ¡Qué sé yo adónde! Vos te vas a liberar  de esa silla de ruedas puta y  yo de la vida perra que me tocó.

Tu belleza fue perdiendo frescura y tus ojos ganaron en tristeza.

 

Cuando me dijeron que un  cafisio  borracho, te había golpeado hasta matarte, el pecho me estalló de furia.  Te encontraron en Liniers, cerca de la estación de trenes. Como una muñeca rota, bonita y sin vida. Te lloré. ¡Cómo te lloré! Eras mi única amiga, casi una hija, mi pobre y querida  Soledad…

Me consuela saber que ahora sos libre, ahora sí, libre de verdad.

 


Cuento corregido y ya editado.

 

19 comentarios:

retazosmios dijo...

Maravilloso y a su vez triste cuento que, no por ello, deja de ser un cuento muy real para muchas mujeres que se ven maltratadas por el destino.
Siempre, encantado de leerte María Rosa.
Un abrazo y feliz resto de semana.

- R y k @ r d o - dijo...

Texto/estória que muito gostei de ler.
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Cumprimentos poéticos
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Pensamentos e Devaneios Poéticos
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Enrique TF dijo...

Me ha encantado. Un relato de un realismo tan cruel como bien contado.
Sentido, eso es, muy sentido.
Gracias.

Susana Moreno dijo...

Una historia terrible y muy real. Un beso

Rafael dijo...

Recuerdos tristes, pero con una luz al fondo.
Un abrazo.

Elda dijo...

Que vida más triste le tocó vivir a la muchachita, desde luego nada que agradecer en el camino, lo único el respiro de su vecino.
Desgraciadamente cuántas mujeres se habrán encontrado o se encuentran en situaciones parecidas.
Siempre un placer leer historias elaboradas por ti.
Un abrazo y buen día.

Campirela_ dijo...

Que cuento triste pero bello en dulzura, es una contradicción que gopes forjen en letras la ternura de los personajes. Me ha encantado. Gracias por compartir estos cuentos que llegan al alma. Un besote muy grande.

Ester dijo...

Triste, ya lo han dicho pero la tristeza con tanta ternura se hace hermosa y nos hace imaginar que algo bueno siempre luce. Un abrazo contadora de cuentos

Ana dijo...

Es desgarrador. Tal vez la muerte la salvó de la vida, alguien que la quería mucho tiró de ella desde el otro lado para que no sufriera más.

Un abrazo

J.P. Alexander dijo...

Profunda historia de una triste realidad que azota a las mujeres. Te mando un beso.

Margarita HP dijo...

Ay amiga mía, qué emotiva es esta historia. Que dura la vida y qué injusta. Besos preciosa :)

lanochedemedianoche dijo...

Algunos nacemos para sufrir, la vida es tan bella, que aún no entiendo ese porque.
Abrazo

Hada de las Rosas dijo...

Que tal mariarosa!
uff, desgarradora historia, que podria ser perfectamente real.
Como dijeron por alli, quizas la muerte la salvo de la vida,
porque para vivir asi...
no tiene sentido. Quizas el Cielo de las garras del escorpion,
de las penas y las luchas
la haya liberado.

Besos•❀.•❤•.¸✿¸.•❤•.❀•

Lu dijo...

Ayyyy qué triste esta historia.
Pero más triste es saber que bien puede ser la realidad de tantas chicas.

Obvio que la narrativa es excelente, cómo siempre María Rosa.
Y al fin esa mujercita dejó de penar.
Beso y disfruta del Finde "contadora de historias"

Ernesto. dijo...

Te creces en el tiempo amiga... Lo que deja la puerta abierta a saber qué más historias irás desgranando con esa imaginación y creatividad tan tuya.
Abrazos Mariarosa.

Nocturno Náufrago dijo...

Que tremendo, tan bien escrito que se ve la tristeza como si fuera una foto.
El triste destino de la mujer marginal y el aprovechamiento de los bestiales hombres que merecen peor castigo que el de ella.
Abrazo.

Meulen dijo...

Si recuerdo este texto...
Me parece que esa crueldad no ha cambiado para muchas...la violencia no ve géneros sino de quien es capaz de hacerla con otro sin importar quien es y proferirla sin compasión...

Te dejo un abrazo.

Emilio Muñoz dijo...

Ufffffffffff, mariarosa. Qué relato más duro. Y no sé si es verdadero, pero sé muy bien que historias como estás abundan en nuestro cruel mundo humano.

Aún a riesgo de repetirme, volveré a destacar lo que me conmueve: tu maravillosa sensibilidad y la belleza con la que creas tus relatos. Porque se puede contar de muchas formas, pero la tuya es de una belleza que me conmueve hasta agitar mi respiración.

Y no es un halago, amiga. No es mi propósito adular. Y menos hacerlo gratuitamente y a cambio de algo. No digo lo que no pienso, aunque a veces no diga lo que pienso. Simplemente es justicia a tus letras...

"Una flor en el desierto..." Maravillosa descripción por muy dura que sea.

Un enorme abrazo, querida amiga!!!

Somos Artesan@s de la Palabra dijo...

Hola Mariarosa, conmovedora, triste historia, realmente me gustó mucho leerla, la vida está llena de historias tristes y pocos finales felices, felicitaciones.
Un abrazo PATRICIA F.

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