Amanecía. Se sentó en el banco
de la plaza, tratando que el aire puro la despejara. La fiesta había sido
aburrida y buscó distraerse con una mezcla
de bebidas que terminaron embotándole la cabeza y
aquel maldito porro que compartió con Mariela, se había unido al alcohol
para impedirle pensar y caminar con equilibrio.
Habían reído como locas, sin
tener motivo, le hablaron a una mujer
sobre la filosofía Zen y la pobre abría los ojos ante cada estupidez que
inventaban tratando de que las creyera, al fin se cansaron y se fueron de la
fiesta.
Maldijo por lo bajo al recordar
que al llegar a su casa no encontraría ni una miserable aspirina que quitara su
resaca. ¿Y mañana?
Tendría un hermoso martilleo en
la cabeza al abrir los ojos, menos mal que era domingo.
Dejó la plaza atrás, cruzó la avenida y trato de caminar pegada a
la pared para no caerse, recordó un tango que le cantaba su abuelo cuando era
chica:
Cuando
vayas por la calle
Camina
junando el suelo
Arrastrado
los fangullos
Y
pegada a la pared…
Sin saber cómo se encontró en
la puerta de su casa. Buscó la llave en el bolso, hurgó hasta dar con ella. No lograba calzarla
en la cerradura, la muy maldita se movía a un lado al otro, al fin abrió. Iba a entrar y un gemido la detuvo. Entre las ramas de los plátanos, la luz de la calle se abría como un abanico y
apenas iluminaba a un niño, que sentado en la vereda y apoyado en la pared le hacía señas. Se acercó.
—¿Qué haces a estas horas en la
calle?—preguntó.
—Estoy herido.
—Puta madre ¿Quién te lastimo?
Se arrodilló y le revisó la
cara, los brazos, los hombros. Su mano chocó con algo mojado, pegajoso.
—¿Llamo a una ambulancia o a
tus padres? Estás perdiendo sangre.
—No. Llévame a tu casa y
cúrame, me corte el ala con un cable de luz.
—¿El ala?
Estoy delirando, pensó,
después tanto alcohol y marihuana, debe
ser normal. Se puso de pie. El pequeño la miraba con ojos suplicantes.
—No eres real —le dijo
señalándolo con el dedo índice— solo un producto de mi delirio.
—Por favor ayúdame.
La voz del pequeño era una
súplica, lo alzó, era liviano. Empujó la puerta que se abrió con un chirrido y
entraron.
Lo sentó sobre la mesa de la
cocina y sin creer lo que veía, curó el ala hasta que dejó de sangrar. La
criatura había dejado de llorar, lo miró con ternura, era un niño, tal vez de
ocho o nueve años, al menos eso representaba. Vestía un pantalón y camisa
blancos, dos pequeñas alas grises, manchadas de sangre, asomaban en su espalda,
se lo veía agotado, los ojos se le cerraban. Lo acostó sobre una sábana en el
sillón del living y lo cubrió con una manta. Era hermoso verlo descansar. Respiraba
agitado. El pelo se le pegaba en la frente, no era rubio como siempre había
imaginado a los ángeles, era pelirrojo, las pecas que le cubrían la nariz le
daban un aire más infantil aún.
Debo estar loca, dijo en voz
alta, juro que no fumaré nunca más un porro, no puedo ser tan tonta, todo esto
es una fantasía. Se pellizcó el brazo, volvió a mirar al pequeño, era real,
descansaba sereno y notó que su respiración era casi normal.
Se preparó un café bien cargado.
Se acostó vestida, segura de
que al despertar ni el ángel ni nada que lo vivido sería real.
Era pasado el mediodía cuando
despertó. La cabeza se le partía de dolor, le costaba abrir los ojos.
Sujetándose de los muebles fue al living, el ángel o lo que creyó era un ángel no estaba. La manta con la que lo había
cubierto y la sábana, estaban dobladas sobre el sillón.
La puedo haber dejado yo misma
en ese lugar, dijo en voz baja…
La cocina era el mismo desorden
de la noche anterior. Lo único diferente era
una rosa descansando sobre la mesa.
Transcurrido un año, no logra
olvidar lo sucedido aquella noche, jura una y mil veces que todo fue irreal,
una mentira de su imaginación, pero al mirar la rosa duda… ella sigue en el
florero bella y fresca.
17 comentarios:
Y puede ser, puede ocurrir, puede que necesitemos pensar que si, que pasó. Una historia que gusta leer, que te hace pensar ¿Y sí?. Abrazucos
Que cuento más hermoso. La verdad es que mereció la pena que le sucediera algo así después de tomar, seguro que se le quitaron las ganas de hacerlo, y encima le quedó el recuerdo de una acción bella junto con la rosa.
Me encanta y admiro la imaginación que tienes para escribir historias.
Un abrazo María Rosa.
El relato, como siempre, muy bien creado. Y con el misterio sin descifrar hasta el final.
Abrazo Mariarosa.
Qué linda historia. Un beso
Que regalo más lindo los ángeles existen y ella tuvo la suerte de curarle, tal vez él más a ella. Precios me encantó pero eso ya lo sabes jajaj . Un besazo gordo, muak.
¡Cuánta ternura veo en estas letras...! Felicidades.
Un abrazo.
Te felicito amiga mía por tan bello y emocionante relato, no quería llegar al final, te atrapa y quieres más.
Hechos de esta naturaleza hoy más que nunca está falto el ser humano.
Un abrazo María Rosa y feliz resto de semana.
Tu hermoso relato nos recuerda que no estamos solos, cerca de nosotros siempre hay otros mundos y otros seres, como los ángeles, que están atentos, si los necesitamos...Le dejó una rosa imperecedera, como recuerdo para el resto de sus días. Me encantó, María Rosa. En tu relato hay magia y esencia poética, que tanto necesitamos en estos momentos.
Mi felicitación por tu buen hacer, que siempre nos impulsa y mi abrazo entrañable por tu cercanía, amiga.
Qué bonito y lleno de ternura. Quien sabe lo que ocurrió... lo importante es lo que ella sintió y siente. Precioso leerte, Mariarosa.
Mil besitos que te lleguen ♥
Sucedio si!!! esa rosa es la prueba mas fehaciente y real!
Precioso cuento del angel y la rosa. Me encanto.
que tengas una hermosa noche.
Lindo cuento y bella rosa. Te mando un beso.
Es un relato muy bonito y lleno de dulzura.
Siempre quedará esa linda rosa.
Un abrazo.
Tierno relato. Hay una prueba de que fue real, es una afortunada porque esas cosas no le pasan a cualquiera pero de que pasan pasan. Saludos amiga.
Algunos comentarán que es mágico-realismo, otros realismo mágico. La verdad es que no importa la etiqueta que le pongan. LO importante es que nos haces creíble la historia. Un abrazo. carlos
Que relato más lindo Mariarosa. Real o no, ella lo recordará cada vez que mire esa rosa.
Buen domingo.
Un abrazo.
Como dice la canción "la rosa es una rosa es una rosa".
Interesante historia, entre la niebla del alcohol suelen suceder muchas cosas.
Saludos,
J.
Y quién asegura que los sueños, sueños son.
O quien puede negarlo.
A veces hay tanta verdad en ellos...
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