El
niño.
La
primera vez que lo vi, serían las seis, de una mañana de enero, él saltaba las
rocas de la playa cercana a la Av Constitución y yo realizaba mi caminata
diaria.
Me
asombró que un niño pequeño cruzara por esa zona en total soledad, busqué algún mayor que caminara cerca, no había
nadie. Pensé que se había escapado de su casa por alguna travesura,
bajé la escalera y al llegar a la playa, el niño no estaba. Lo busqué y fue
inútil, la única escalera cercana era la que yo había utilizado, la otra estaba
muy lejos.
Pasaron
varios días hasta que lo volví a ver, esta vez, caminaba sobre la playa, el mar
estaba crecido, casi llegaba a las rocas, él saltaba sobre la espuma que dejaban las olas.
Lo reconocí por la ropa, un trajecito marinero azul con los adornos en blanco,
allí me di cuenta que esa ropa era pasada de moda al igual que su pelo largo y
rizado.
Esta vez
no bajé a perseguirlo, algo me dijo que lo dejara tranquilo. Desde la costanera
lograba observarlo cómodamente.
Fui
siguiendo su andar por la playa, algunos caminantes se cruzaron en mi marcha y noté que muchos contemplaban el mar, pero a ninguno le llamaba la atención
el niño. ¿Solo yo lo veía? Los
caminantes se detenían ante la belleza de las olas furiosas, luego seguían su
andar sin ningún comentario.
Solo yo
lo veía.
No lo
comenté con nadie, si lo hacía, me iban a considerar loca, pero recordé a don
Tato, él era un viejo marino y desde muy chico habitaba esa zona de Mar del
Plata. El viejo con sus casi noventa años atendía un quiosco frente a la playa.
Me acerqué, compré unos chocolates y le dije lo que había creído ver; un niño
solitario, en apariencia de otra época, caminando por la playa. Me miró a los ojos y quedó pensando su
respuesta. Al fin, me dijo:
—También
lo vi hace muchos años, y varias personas lo vieron, últimamente no escuché
comentarios de su presencia… siempre fue un misterio para los dos o tres que lo
vimos…
Entró
un cliente, lo fue a atender, regresó y con una sonrisa me dijo:
—Ese
mocoso se ríe de nosotros, siempre elije a quien mostrarse, y es en la misma
playa. Alguien me dijo que averiguara en el diario de Mar del Plata: “La
capital” tiene años suficientes para poder encontrar en el alguna noticia que me dijera de un accidente o desaparición de un niño, fuimos tres amigos,
adolescentes como yo en ese momento, y encontramos una noticia
que hablaba de la desaparición de un niño de seis años, en la misma playa que
lo vimos, estaba la foto, era otra la vestimenta, pero era el mismo, había sucedido en 1939
—quedó en silencio, noté que estaba emocionado— buscamos a la familia, la madre
y los que supusimos eran sus hermanos y ninguno de ellos nos creyó,
prácticamente nos sacaron a patadas de la casa, habían transcurrido más de
cuarenta años, creyeron que éramos un grupo de oportunistas del dolor ajeno.
Me
ofreció una gaseosa que no acepté y volvió al relato:
—Después
de unos días apareció por mi casa la mamá del chico, me hizo preguntas sobre la
ropa que vestía, como era su apariencia, su pelo y otras cosas que no recuerdo,
sólo dijo: ¡Es el, es Mariano! —se largó a llorar y reía a la vez—me dijo
gracias.
—Ahora
entiende que mis amigos y yo somos sinceros, no tenemos intención de hacerle
daño…—le dije.
—Si
joven, esos datos que usted me dio no estaban en el diario, sólo yo sabía
ciertos detalles.
—Volvió
a darme gracias y me dijo: “Ahora sé que está bien” y se fue.
—¿Por
qué regresa a la playa en la que se perdió?—pregunté.
—Cada
tantos años regresa, no sé qué busca… está vez le tocó a usted verlo, son
misterios que nadie me ha podido aclarar, seguramente nunca lo sabré...
Don Tato
me acompañó hasta la puerta, me fui caminando y tratando de no mirar el mar.
Yo
tampoco sabré el misterio, entiendo que no hay explicación y si no fuera tan patética
esta historia resultaría tediosa, una
burla del tiempo o del arcano que se ríe de mí y de todos los que presenciamos esa visión.
Necesitaba
aire fresco, un sopor que no me permitía respirar bien, me mareaba, seguramente
mi presión había bajado demasiado o el olor a sal y pescado que llegaba del mar
era el culpable de mi malestar. Llegué a la plaza, me senté y entonces lo vi
frente a mí, me señalaba y se reía a carcajadas, su risa golpeaba en mis oídos
como el sonido de una lata oxidada, se fue calle abajo rumbo al mar y nunca más lo volví a
ver.
28 comentarios:
Apariciones que no se sabe si son reales o no ahí están.
Una historia que guardará el misterio de un niño travieso que con la gente le gusta jugar.
Un fuerte abrazo y feliz semana.
Me gusto la historia un buen toque de suspenso. Te mando un beso
Bella historia con misterio. Feliz semana
Un abrazo
Qué misterio María Rosa, me encanta. Qué buena ambientación. Besos :D
Ah qué susto el final. Un cuento misterioso que he leído con mucho interés a ver en que terminaba la historia.
Me encantó, como todo lo que escribes.
Un abrazo y feliz semana.
Bonito relato con ese toque de "misterio" en la presencia de ese niño.
Un abrazo y felicidades.
Qué ratito tan bueno me has hecho pasar....
Increíble y fascinante. He visto a ese niño... Tus historias son nítidas como escenas de cine.
Terminas muy bien, dejando el misterio flotando... en la mente del lector.
Enhorabuena!
Besos grandotes
Un relato intenso y plagado de ese halo misterioso. A veces, ocurre... así llegan y asi se van. Nos rodean con su aura.
Mil besitos, Mariarosa ♥
Qué historia tan impresionante. Un beso
Apariciones que cada uno ve en una forma diferente.
Un relato de misterio que se repite de diferentes modos. La tuya es muy vistosa y marinera.
Abrazos.
Estremecedor y bello relato amiga. Estas cosas al parecer suelen suceder, muchas personas han pasado por trances similares. La verdad sea dicha, no me gustaría pasar por ello.
Una perfecta y armoniosa narrativa de este relato.
Un abrazo mariarosa y buena semana.
María Rosa, ese misterio se quedó varado en el tiempo, y nos hace pensar que sólo nosotros, los humanos vivimos "enjaulados" en el tiempo, mientras en otras dimensiones todo es eterno y se nos revela de vez en cuando como esta aparición. Maestría, fluidez y claridad en tus imagenes, que nos hacen participar con la protagonista en esta circunstancia inolvidable, amiga.
Mi felicitación y mi abrazo entrañable por tus buenas historias.
Gran misterio del mas alla. Pero cuanta ilusion represento para esa madre, cuanta serenidad y consuelo saber que su niño reia y jugaba para siempre feliz.
Besos
Misterioso relato amiga. Un fantasma travieso. Saludos amiga
Magnífico relato, el misterio va creciendo quedándose en suspense...
Un abrazo
El mar y sus misterios! Que los hay!
Abrazos Mariarosa.
ains, quería saber más de ese niño travieso
a que dedica su tiempo libre y tal.
Estupendo relato mariarosa
mantienes al lector pegado
si opción a escapar.
Bravo!!!!
Un abrazo.
Una inofensiva aparición, aunque tal vez era un tanto burlón el fantasma
Un relato con misterio y muy bueno.
Una gran historia.
Un abrazo.
Los fantasmas también son burlones, más cuando no han salido de nuestra dimensión, porque algo se les quedó sin hacer. Un abrazo. Carlos
Bien sabes como engancharnos con tus intrigas hasta el final. El niño salió traviesillo.
Buena noche Mariarosa.
Un abrazo.
I loved to read your nice and mysterious post " El nino "
Volviendo al mundillo blogger, luego de varios días de ausencia, me encuentro con otra fantástica historia María Rosa.
Y esa manera tuya de contar que me ha tenido intrigada y atenta hasta el final
Me gusta mucho tu estilo narrativo
¡Felicidades!
Abrazo y que pases un bello fin de semana
Che bello il tuo racconto, un ragazzo che decide di farsi vedere solo da chi ha il cuore libero. Molto piacevole il tuo blog, ti seguirò volentieri. Mariella.
Tal vez, después de tanto tiempo, todavía busca quien lo acompañe en sus paseos...
Saludos,
J.
Muy hermoso y con mucho suspenso.
Yo me animaría a pasear con el.
Felicitaciones y gracias😀
Hay seres que no descansan y quizás él necesita eso...que alguien le impulse a su descanso eterno.
Bello cuento.
intrigas
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