lunes

Ir creciendo.


 

Comprendí que algo  estaba sucediendo en mi hogar, algo que mis ocho años no lograban entender, pero  sospechaba que no era bueno.

La novia de mi madre, una odiosa mujercita de muy mal carácter, en especial conmigo, no me soportaba y no disimulaba su fastidio. Yo era gordo y ella disfrutaba poniéndome motes, nunca faltaba alguien que al escucharla, repitiera esas burlas. Lo que me molestaba era que mi madre al oírla no saliera en mi defensa.

 

Las madres de mis amigos no los dejaban venir  a jugar, ni que yo fuera a sus casas, en ese tiempo no entendía el motivo, comencé a sospechar cuando el día de mi cumpleaños nadie se acercó a mi fiesta. Ni la abuela Lola, ella demostraba a todas luces el fastidio que sentía por Janet, la novia de mamá, pero era mi abuela y yo la esperé en vano.

Sólo Tina, era mi amiga leal, la única que me escuchaba en silencio y cuando ya no lograba contener las lágrimas, Tina me abrazaba y yo me quedaba con la cabeza apoyada en su hombro, a veces forzaba el llanto con tal de poder sentir la ternura de su abrazo.

Comprendí que mi madre no era bien vista por las vecinas, por el  hecho de tener novia, pero que podía yo entender sobre ciertas cuestiones que marcaba la sociedad, era un niño que deseaba jugar con sus amigos y lo triste eran que en ellos no encontraba rechazo, eran los mayores, los que según dicen son más inteligentes.

Cuando mamá terminó su relación con Janet y nos quedamos los dos solos, pensé que  algo en relación con los vecinos cambiaría, pero no fue así, todo siguió igual.

 

Mi madre tenía un puesto importante, era asesora de no sé qué diputado del gobierno, eso nunca me había importado, ni lo entendía. Una tarde la mamá de Lucas me preguntó si era verdad que mi madre trabajaba en el Congreso de la Nación. Días después vino a  casa. Ella era una de las señoras que nunca me habían permitido ir a jugar a su casa.

Mi mamá la hizo pasar y me mandó  al patio. Hablaron mucho tiempo, me acerqué varias veces con intención de escuchar y la mirada de mi madre me decía sin palabras que me fuera.

Cuando la señora se fue, tenía los ojos enrojecidos y mi mamá también. Pregunté qué sucedía y recibí por respuesta que eran cosas de mayores. Pasaron varios meses en los que Lucas no salió a jugar, ni iba a la escuela, la maestra nos explicó que estaba enfermo y que pronto regresaría.

Fue Tina la que me dijo que Lucas había viajado a EEUU, que estaba muy enfermo y que allí lo iban a curar.

Cuando mi amigo regresó, estaba muy flaco y alto, y según dijo Tina, los yanquis lo habían curado.

Creo que  en ese restablecimiento, algo tuvo que ver mi mamá, porque fue a partir del regreso de Lucas, que las vecinas  no solo me permitían jugar con sus hijos,  nos invitaban a mi mamá y a mí a los cumpleaños,  casamientos y fiesta de navidad.

Nuestros vecinos cambiaron. Al ir creciendo comprendí que mi madre y yo seguíamos siendo los mismos, buenos o malos; los mismos.

¿Qué descubrieron nuestros vecinos en nosotros, que antes no habían visto? ¿O qué descubrieron en ellos?

 



22 comentarios:

Campirela_ dijo...

Descubrieron puro egoísmo
Un buen texto donde se ve claramente que cuando ayudas a alguien y le resuelves sus problemas no importa tu condición sexual. La madre era la misma señora de antes, pero había cambiado ella con sus influencias hizo que un vecino se curara de su mal.
La vida nos enseña tanto.
Un besote grande.

Hada de las Rosas dijo...

Hola, buenas noches maria rosa!
se ve que la madre toco algun contacto y logro con semejante favor y generosidad que el vecinito se repusiera, digo yo; y ahi todos los prejuicios fueron expiados y olvidados.
Un besote y dulces sueños.

J.P. Alexander dijo...

Bello relato, genial reflexion yo creo que la gente puede cambiar y mejorar. Te mando un beso.

Carmen Silza dijo...

Excelente relato maría rosa, siempre he oído decir que ya a una cierta edad no se puede cambiar, lo hecho no se puede cambiar, pero la persona puede convertirse en mejor persona o a peor, estoy convencida, solo hay que escuchar nuestro interior, y hacer lo que el corazón sienta.
Un place leerte amiga.
Feliz día. Un abrazo

Ester dijo...

Al final todos somos egoístas cuando necesitamos un favor, pero un vecino puede ser un imbécil pero la familia no debería, una abuela menos. Un buen relato que nos muestra los defectos humanos. Abrazos

Margarita HP dijo...

Que buen relato amiga mia, me ha encantado ver además como ha ido cambiando la forma de pensar de los vecinos, evidentemente dependiendo de los favores que solicites y que puedan darte. Besos :D

- R y k @ r d o - dijo...

Triste pero hermoso texto que disfruté mucho leyendo. Desafortunadamente, es una historia común para muchos seres humanos. Gracias por compartir.
.
saludos poéticos
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Pensamientos poéticos y ensoñaciones
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Rafael dijo...

Una manera de narrar exquisita donde vas recreando la esencia de esa persona y sus vivencias personales y familiares en el contexto social y vecinal que le rodean.
Un abrazo y feliz día.

José Luis Asensi dijo...

Un duro y buen relato sobre la hipocresía y el egoísmo. "Si suena la bolsa baila el gaitero"
Abrazos.

Elda dijo...

Aquí se podría decir que: por el interés te quiero Andrés. Está claro que algo solucionó la mamá.
Un relato estupendo María Rosa, que me ha dado pena del niño porque parece que la novia no se portaba muy bien con él, y la madre tampoco lo defendía.
Lo que más me gusta es como elaboras las historias que da gusto leerlas.
Un abrazo.

Carlos Augusto Pereyra Martínez dijo...

El cierre interesante para que el lecor no se sienta convidado de piedra. Un abrazo. Carlos

Nocturno Náufrago dijo...

Hay ciertos hechos, pequeños o grandes, que hacen que la gente cambie casi por obligación. Se es egoísta como quien juega una pulseada: el derrotado debe aceptarlo, pero si no lo acepta seguirá perdiendo.
Quien uno creía que era inferior mostró su fortaleza y así el entorno cambia.
Muy interesante relato.
Saludos.

Lu dijo...

Hola hola.
Triste relato si pensamos en ese niño que además de ser despreciado por la novia de su madre no era receptado por su grupo de pares.
Varios son los sentimientos que nos dejas ver en este nuevo relato.
Los prejuicios, la solidaridad y el cambio de actitud de esas madres.
Final feliz por suerte
Cómo siempre atrapante tu manera de narrar

Abrazo y que pases un buen Finde Maria Rosa

Lu dijo...

Aclaración: ACEPTADO no receptado. Error de tipeo
Beso

Sandra Figueroa dijo...

Que buen relato amiga, creo que los vecinos descubrieron su egoísmo, los niños no tienen culpa de lo que hacen sus padres... Saludos y abrazo.

Ana Mª Ferrin dijo...

Viva la Vida, MaríaRosa.

Qué importante querer y que te quieran.

José A. García dijo...

Diremos que por interés baila el mono, lo cual en el caso del humano, el mono más evolucionado, no deja de ser cierto.

Saludos,
J.

Ernesto. dijo...

El relato, magistral para poner las cosas en su sitio.

¿Qué descubrieron? Posiblemente que la "condición humana" afloraba en ellos con intensidad.

Abrazo Mariarosa.

Maite-volarela dijo...

Un relato muy interesante, social y ético, narrado desde la perspectiva inocente de un niño.
Me ha gustado mucho el enfoque que le das a través de esos ojos que aun no comprenden...

Un abrazo grande :)

retazosmios dijo...

Me encantó ese relato tan bien desarrollado y narrado, con tintes de encasillado social por desgracia. Es una historia que probablemente se dé mucho más de lo que pensamos. Lamentablemente, la sociedad en lo más sustancial de la vida poco cambio ha experimentado.
Un gran abrazo y feliz semana.

Meulen dijo...

Un relato de nuestra sociedad actual, donde los valores de trastocan y sin dudas en más de algunos de ellos nos identifica como siempre.

Abrazos.

El Demiurgo de Hurlingham dijo...

La madre del narrador no lo defendía de los ataques de su novia Janet, de sus descalificaciones, pero fue capaz de ayudar al hijo de otra mujer. Además, de una madre que la rechazaba por su condición sexual. Como una dualidad, muy humana.
Y tal vez haya cortado con Janet, por su hijo.

En las otras madres, pudo haber tanto agradecimiento como interés por llevarse bien con alguien influyente, a quien había rechazado.

Bien contado.

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