jueves

Una desconocida. 6º y 7º Final.


 

  y 7º parte. Final.

 

La mañana siguiente, Garmendia se despertó pensando en Ariel. ¿Qué ocultaba?

¿Puede ser que en un matrimonio de veinte años, él nunca haya descubierto los enredos amorosos de su mujer? Le costaba creerlo. O era un crédulo inocente, o era un boludo.

Fue de nuevo a la casa de modas, pero antes le aviso a Carla de su visita, ella no podía ocultar el fastidio que la presencia del detective le producía, y Garmendia que no era tonto ya lo había descubierto.

Dejó su coche en un estacionamiento, caminó las dos cuadras que lo separaban de la casa de modas.  Al pasar por el salón de ventas, notó que las empleadas lo observaban curiosas, se acercó  y se presentó, conversó con ellas e hizo algunas preguntas y luego subió a ver a Carla, ella lo hizo pasar a una pequeña oficina, un joven trabajaba en una computadora, Carla le pidió que se retirara.

Tomaron asiento.

—¿Señora usted conocía la relación de Laura con  Sergio Sandoval?

Ella  quedó en silencio,  luego titubeo, estuvo a punto de negarlo y al fin dijo:

—Si, lo sabía.

—¿Y de los otros amoríos?

Carla enrojeció, nuevamente dudo, pero comprendió que le convenía decir la verdad:

—A ella le gustaba contar sobre sus romances, todas las empleadas sabían esas historias, era mala persona, yo no los conocía por nombre, eran tipos que a veces la venían a buscar y los veía salir con ella, pero no los reconocería si los encontrara nuevamente, muchas veces me encontré en un dilema  con Ariel, él venía a buscarla y ella ya se había retirado con uno de esos fulanos…

—Sin quererlo usted era su cómplice…

—Lo sé, pero qué podía hacer, el negocio funcionaba por ella y su relación con  gente  de la alta sociedad era  nuestra salvación, ella resultaba nuestra mejor vendedora, todos la admiraban, hombres y mujeres, ella decía: este vestido te queda bien y las clientas aceptaban sus palabras. Pero en su vida privada, no tenía escrúpulos, Ariel nunca la conoció en verdad, él vivía para  su trabajo  en el hospital…y como todos; adoraba a Laura… ella usaba máscaras que muy pocos conocían.

—Su discurso de hoy es diferente a lo que me dijo el otro día, ¿es porque no está su marido presente?

Nuevamente enrojeció, apretó los labios con fastidio:

—Él como todos la adoraba. Ella era especial, no sé cómo definirla, hablaba, se movía  y todo era perfecto, ¿quién no se iba a deslumbrar con una mujer así..?

—¡Usted!

—A mi no me convencía ni me manipulaba, tal vez al principio de nuestra sociedad me convencía fácilmente, pero luego, cuando descubrí su personalidad, su juego, comencé a odiarla, hablábamos lo necesario, éramos amables delante de las clientas, pero al quedar a solas, evitaba  conversar con ella.

—¿La odiaba, como para matarla?

—Basta detective, tengo mucho trabajo y usted me saca de mis casillas con sus preguntas.

Garmendia comprendió que Carla estaba muy nerviosa e intuyó era mejor retirarse.

Entró a un barcito a tomar un café. Al rato, el marido de Carla con un hombre joven, se sentaron cerca de la puerta, el muchacho,  era el mismo que atendía la computadora en la oficina de la socia de Laura. Hablaban y reían con mucha confianza, Garmendia no pudo evitarlo; se acercó a ellos.

—Hola, cómo están, ¿me invitan a un café?

Lo miraron sorprendidos. Sin esperar respuesta Garmendia tomó asiento.

Lucas y su acompañante estaban mudos, el joven intentaba sonreír, le resultaba difícil, el detective hizo un gesto al mozo, pidiendo otro  café, el suyo había quedado en su mesa y ya estaba frío.

—Espero no molestarlos…

—¿Qué busca? —la voz de Lucas sonó dura, no disimulaba el fastidio, Garmendia no hizo caso y preguntó:

—Quién es el muchacho, creo haberlo visto en la oficina de su esposa…

—Es mi hijo, trabaja en la empresa.

—¿Y se llama…?

El joven respondió:

—Soy Martín Foressi.

—Aja… usted conoció a la señora Laura.

Martín asintió con un gesto.

—¿ Qué me puede decir de ella?

Miró a su padre y titubeó al hablar, Garmendia notó que le temblaban las manos, el mozo sirvió el café.

—Nada especial, yo trabajaba en la oficina y ella estaba casi siempre en el salón, no hablábamos y sólo se acercaba para pedir alguna factura o un documento, no teníamos demasiado trato.

—Sin embargo me dijeron que eran muy buenos amigos.

—¿Quién dijo eso? La gente habla de lo que no sabe, y solo  imagina —dijo Lucas, enrojeció y su voz sonó furiosa.

—No se moleste señor Foressi, mi obligación es preguntar a todos los que conocieron a la señora y aclarar su muerte —dirigiéndose a Martín, prosiguió— Ustedes acostumbraban a salir algunos viernes a tomar algo, ¿verdad?

—Bueno… si, pero eso qué tiene de malo, era mi jefa y yo el hijo de su socia —pareció envalentonarse— nunca invité a las empleadas, tal vez por eso hablan de más.

—Perdón… yo no nombre a ninguna empleada,  ¿por qué supone que fueron ellas?

—Porque las conozco, en especial a  Martina, confundió mi amabilidad con interés personal…

—Mire que casualidad, no fueron las empleadas y si hubieran sido, si usted no tiene nada que ocultar, no debería molestarse. ¿Por qué omitió su acercamiento con la socia de su madre?

—No me pareció importante.

El detective bebió el último sorbo de café y dijo:

—Estamos tratando de aclarar un crimen y todo es importante,  es un crimen donde todos y cada uno oculta algo.

Garmendia se puso de pie, saludo con un gesto y se fue.

 

Era casi medio día, regresó a la casa de modas, entró y preguntó por Martina, una de las empleadas le dijo que había ido a almorzar, le dio la dirección y decidió ir caminando.

La reconoció, era la misma que le había pasado el dato de las salidas de Martín y Laura. Martina almorzaba sola, se acercó y sin pedir permiso se sentó frente a ella. La joven lo miraba perpleja, era hermosa, su cabello oscuro hacía resaltar sus ojos claros, vestía con elegancia, era lo que se dice una mujer fina.

—Hola Martina.

—¿Qué sucede?

—Nada, usted sabe, estoy investigando la muerte de la señora Laura,  necesito hacerle algunas preguntas, ¿me permite?

—Si —respondió casi en un susurro.

—¿Martín Foressi y usted tuvieron alguna relación?

—Si, salimos durante casi un año, luego, me dijo que no sentía nada por mí y sin otra explicación; me plantó.

—¿Fue la señora Laura el motivo del abandono?

—No lo sé con seguridad, pero sospecho que si, los vi salir varias veces y después ella contó a una de mis compañeras que se habían ido juntos a Carilo a pasar un fin de semana —Martina retiró el plato que apenas había tocado— .Es así la vida, ella era muy atractiva y según escuché decir al señor Lucas; una amante muy ardiente.

—Quiere decir que no tenía perjuicios, se acostaba con los dos, con el  padre y el hijo…

—Así parece.

Garmendia le dio una ojeada al plato de comida y le dijo;

—Lamentó haberle quitado el apetito, pero, por  un tipo como Martín, no vale la pena perder un almuerzo ¿No le parece?

Le respondió con una sonrisa triste, Garmendia se fue pensando que debía hablar con Ariel.

 

No había almorzado y su estómago le estaba pasando factura, estacionó frente al hospital donde trabajaba Ariel.

Se detuvo frente a un carrito de Perritos calientes y pidió uno.

 

Encontró a Ariel a punto de salir. Caminaron por el amplió parque que rodeaba el hospital.

—Cada nueva investigación encuentro un nuevo amante de la señora Laura.

Montillo no respondió, Garmendia siguió hablando.

—No puedo creer que usted no se diera cuenta de que lo engañaba tan vilmente…

—Yo tampoco,  no puedo dormir, desde que encontré las cartas, mi vida es un drama, hasta he tenido problemas en el trabajo —se detuvo y miró al detective a los ojos— usted debe pensar que le estoy mintiendo o que soy un boludo, yo me lo digo a cada rato, le juro que sueño que la ahogo entre mis manos, me despierto llorando y empapado en transpiración y ya no logro volver a dormirme.  

—Va a tener que buscar una ayuda psicológica.

Garmendia le fue explicando los datos que había recogido en la casa de modas, Montillo lo escuchaba, pero parecía muy lejos de allí.

Al fin le dijo:

—Ya pedí licencia en el hospital, no puedo trabajar así, no sé que voy a hacer, seguramente esperaré que el caso se resuelva y luego veré que hago con mi vida, discúlpeme, ahora lo dejo, tengo pacientes en mi consultorio y no me gusta llegar tarde.

Garmendia lo miró alejarse, desde la primera vez que lo vio, había cambiado, se lo veía depresivo, sin ganas de vivir,  que extraño personaje resultaba Ariel Montillo.

 

Al día siguiente visito a Sandoval tratando de que el editor le diera alguna pista sobre los amores de Laura, alguno de ellos podía ser conocido o tal vez Sandoval recordará el nombre o datos de ellos. La conversación  fue inútil,  lo único que recordaba, y según Laura, sus amoríos eran chicos jóvenes, para viejos ya lo tenía a él y a su esposo, solía decirle.

 

Centró su investigación en la casa de modas, su olfato le decía que allí estaba  la trama principal del crimen.

Llamó a Molinari, un detective  retirado, que aparte de ser su amigo y sabueso impecable, sabía muy bien su oficio y comenzó a buscar datos.

¿Quién había alterado los frenos? Cualquiera que entendiera algo de motores, pero había sido un trabajo muy fino, que solo pudo notarlo un especialista policial.

Carla  Zurriaga: desde la adolescencia, su trabajo, fue siempre la moda y diseños, nada que ver con motores. Su hijo Martín estudiaba abogacía y llevaba su coche a un taller cercano a la casa de modas. Molinari habló con los mecánicos y  no saco nada en limpio, sólo que Martín era poco amable y muy soberbio con el personal del taller, a ninguno le caía bien, por lógica, no se iban  a involucrar en semejante  compromiso de alterar los frenos de un coche, para hacerle un favor al joven.

Molinari nada dejaba en el aire, alterar los frenos de un coche no se podía hacer en la calle, llamaría la atención de muchas personas, pero si se podía hacer en un parking.

Laura Estrada dejaba su coche en el estacionamiento cercano a su trabajo y muchas veces cuando regresaban  de hacer compras, Lucas  se encargaba de llevar el coche al garaje. Uno de los empleados declaró que unas semanas atrás, lo vio dejar el auto, levantar el capot y quedarse allí, el cuidador se acercó pensando que necesitaba ayuda y fue despedido por Lucas de manera grosera, el joven no le dio importancia y no lo comentó con su jefe.

Molinari siguió investigando. Era su tarea hurgar en el pasado de los sospechosos, hasta ese momento nada había encontrado. Fue más fondo, recorrió el barrio en  que Lucas nació y vivió hasta su juventud. De adolescente  había trabajado en el taller de un famoso corredor de autos, que lo habían despedido  por robo de repuestos y herramientas.

Eran demasiadas coincidencias para dejarlas pasar.

Lucas Foressi  fue citado a la dependencia policial, una vez allí, la soberbia de la que se jactaba; desapareció. Con la declaración del empleado del parking, no encontró una explicación lógica, dijo que el coche perdía agua y pretendía  arreglarlo. No le creyeron, la presión de Garmendia y Molinari lo puso muy nervioso y comprendió que le convenía hacer silencio, pidió por su abogado y por su esposa. Carla llegó primero que el abogado y el viejo truco policial de poner a los sospechosos en oficinas separadas tuvo sus frutos. Carla dijo no saber nada del romance de su esposo con Laura y que  desconocía las escapadas de Laura y Martín.  Se la vio tan sorprendida que casi, le creyeron.

—Sin embargo, su esposo ha dicho que la idea de alterar los frenos del coche de su socia, fue suya —.Dijo Molinari, mirando muy serio a Carla.

—Eso es mentira, me quieren embaucar para que yo diga lo que ustedes quieren oír.

Se cruzó de brazos y quedó muda, era muy inteligente. Molinari fue a la oficina en que Lucas Foressi esperaba a su abogado.

Ante Foressi, El detective  cambió el discurso, dijo que Carla lo acusaba a él, de ser el ideólogo de  alterar los frenos.

Pero la sorpresa fue que Foressi, se alteró al escuchar que su esposa lo culpaba, la seriedad de Molinari,  fue la presión que dejó a Lucas, al borde de un ataque de nervios, perdió los estribos e involucro a su esposa, dijo que  ella había sido la cabeza pensante  del crimen y Lucas la mano que lo consumo. Los motivos no fueron solo las trampas amorosas que Laura le gastaba a su socia, sino que Carla descubrió que la cuenta en dólares, que ambas tenían en Uruguay había sido vaciada. Y por lo que Carla Zurriaga manifestó el monto era elevado.

Cuando encaró a su socia, ella lo negó, pero al fin, Laura aceptó haber vaciado la cuenta y sin darle una explicación, se encogió de hombros y se retiró. La furia de Carla al declarar lo sucedido todavía se notaba en sus puños crispados y la ira de su voz.

 

Una vez que Carla y Lucas, fueron acusados, la declaración del motivo, sorprendió a Garmendia; celos y robo. Que poco vale una vida para dos asesinos. La íntima relación de Martín y Laura, hizo que la madre  explotara de furia y celos contra su socia y que el padre no soportará verse desplazado por un hombre joven, aunque ese hombre fuera su hijo y si a eso le agregamos la defraudación del depósito en un banco  de Uruguay, el círculo cerraba solito.

Sin embargo algo quedó sin resolver. ¿Dónde quedó el dinero que desfalcó Laura?   

 

Sandoval siguió su vida como pudo, añorando a Laura y envejeciendo de dolor. Según Garmendia fue el único hombre que amó a Laura, como era, sin máscaras de esposa amable, ni gentil amante, sabiendo de sus engaños y deslices, todo lo perdonaba con tal de tenerla cerca.

 

Ariel Montillo  se fue del país en búsqueda de paz y a diferencia de Sandoval, se negaba hablar de su ex mujer, ni siquiera nombrarla. Tal vez con los años y lejos de los lugares que se la recordaran, volvería a ser feliz.

Laura Estrada fue un ser que arrasó con la vida y la felicidad de muchas personas, tal vez ella, haya logrado algunos momentos de dicha y placer, pero en su camino destruyó más, de lo que consiguió.

 

Un año después.

Sorprendió a Garmendia  una noticia, esas que suelen darse sin que se las busque.

Fue Molinari el que trajo un recorte del diario El País de España; “El Médico y empresario argentino don Ariel  Montillo declaró inaugurada en Madrid, la clínica  que se dedicara a Cirugía  Estética, actualizada con nuevas tendencias y procedimientos de alta  tecnología”

La nota seguía y explicaba los modernos métodos traídos desde los EEUU.

Garmendia y Molinari se miraron, sin palabras el detective rompió la hoja del diario y dijo:

—Parece que alguien encontró el famoso depósito de la cuenta uruguaya, así que el señor Montillo no era tan tonto como parecía…

_Tal vez se cansó de ser tonto…  y es lógico, por herencia de su esposa le corresponde ese dinero,  la socia esta presa por quién sabe cuantos años,  el señor Montillo se vengó de  los que se rieron de él por  décadas... vamos Garmendia, olvidemos todo,  creo que ya es hora de ir por una cerveza, yo invito…


 

14 comentarios:

Hada de las Rosas dijo...

Dio un vuelco grande la historia que no imaginaba, esta muy interesante la historia. Al final, con un buen dinero las cosas se sobrellevan mejor, y esta bien despues de tanta desazon.
Saludos y un besote.

J.P. Alexander dijo...

Esa Laura si fue una ficha no me imagine que se me tío con el padre y el hijo. Y además hasta robo. Te mando un beso me gusto el relato.

Margarita HP dijo...

Menuda fue Laura, y desde luego que al final Ariel consiguió al menos buscarse otro futuro. Increíble y maravilloso María Rosa. Nos has tenido enganchados de principio a fin. Besos :D

Elda dijo...

Muy interesantes los dos capítulos María Rosa, y el final genial, y resuelto con maestría por tu parte. Fantástico, unos pocos más de capítulos y tendrías una novela de lo más entretenida.
Como siempre un placer leerte.
Un abrazo.

Ester dijo...

Rizando el rizo, sorpresas y el descubrimiento de de como puede ser cada persona. Buena novela, interesante y un final magnifico. Abrazo

Campirela_ dijo...

Que bueno ese final. Los celos y el dinero siempre presentes en cualquier asesinato que se precie jajaj, Gracias amiga por traernos esta mini- novela, pero grande de leer. Un besazo y feliz fin de semana.

Susana Moreno dijo...

Al menos alguien salió ganando. Un beso

Rafael dijo...

Final inesperado y en tu línea. Felicidades.
Un abrazo y feliz fin de semana.

José Luis Asensi dijo...

Me ha encantado tu novela, Mariarosa, porque es una novela en toda regla, una novela del género negro con una trama impecable. El final podía ser cualquiera,pero intuía que Carla y Lucas tenían algo que ver,aunque ese toque de la noticia que indicaba el paradero del dinero, es magistral.
Muy, muy buena, para enmarcar.Te felicito.
Un abrazo y feliz fin de semana.

Sandra Figueroa dijo...

Un final sorprendente, y que buena historia, me atrapo de principio a fin, esa Laura si que sabia como vivir, como amar, pero que triste su final. Saludos amiga.

El Demiurgo de Hurlingham dijo...

Me gusta el nombre Carla para un personaje femenino, que este historia resultó ser la autora intelectual de un asesinato.

Laura no me parece que haya sido una fuerza destructora de felicidad. Fue apasionada, tenía amantes. Nada siniestro.
Tal vez era tramposa con el dinero, pero la socia resultó peor. Tanto Carla y su esposo tenían celos, lo que los llevó a algo destructor. El esposo por haber sido desplazado por el hijo, que dio la impresión de ser más sincero.

Hubo alguien que la amó, conociéndola como era. Es para valorar.

Más que el viudo, que me resultó un tanto antipático, por lo rencoroso.

Muy bien contado.
Una magistral historia.
Creaste un memorable personaje del género policial. Te felicito por eso.

Un abrazo.

Laura. M dijo...

Madre mía. Menuda trama negra con la que nos has tenido enganchados. Ese Garmendia liando a todos para que cantaran. Gran final.
Una novela que hemos leidos encantados.
Buen domingo Mariarosa.
Un abrazo.

Mª Jesús Muñoz dijo...

María Rosa, impresionante tu relato. Lo he leído desde el principio y admiro tu capacidad para crear el argumento con giros, cambios y sospechas. Toda una familia envuelta en la trama. La frialdad de Laura y la constancia y capacidad del detective para llegar hasta el final.
Un trabajo redondo, amiga. Te dejo mi felicitación por tu constancia, buen hacer y amor a las letras.
Mi abrazo y gratitud por tu cercanía, compañera de letras.

eli mendez dijo...

Todo el relato es una perfecta genialidad, repleto de situaciones generadoras de sospechas y de incentivos y posibles móviles para cometer un crimen. Las características de Laura, su personalidad avasalladora en todos los sentidos, la codicia, la envidia, el entorno de su trabajo diríamos en la mira..el esposo por el que vamos sintiendo bastante pena, hasta que parece haberse recompuesto con creces de todo lo vivido.. y toda una familia enredada en ese conflicto de celos, poder, seducción, intereses económicos, desfalco, etc.
Tienes una habilidad Maria Rosa impresionante para tenernos ahi expectantes frente a lo que pasará!! Impecable con un desenlace genial!!!Mi admiracion!!! Besos y feliz tarde!!!

La Gardenia.

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