miércoles

Cosas de la vida y el amor.

Pintura de  Natasha Milashevich 

 


En la casa de la abuela, el alboroto había comenzado con la visita de una señora desconocida. 

Yo atendí la puerta. 

—Abuela, hay una señora que te busca, dice llamarse María Elisa…

La abuela me incrustó  una mirada que me sacudió,  por unos instantes quedó rígida, luego se puso roja.

—Repetí el nombre —exclamó, como si yo tuviera la culpa de algo.

—María Elisa.

Dejó el pincel y sin quitarse el delantal manchado de pintura, fue directo a la puerta, conocía muy bien a mi abuela y supe que la impulsaba una furia loca, capaz de quitar a empellones a quien se colocara en su camino. La seguí. Sin que me viera y traté de escuchar la conversación, fue imposible, La abuela Betina hablaba muy rápido y entrecortado  y la otra mujer;  muy bajo. La abuela la hizo pasar. Entraron y cerraron la puerta.

 

A partir de ese momento, y en los días siguientes, el ambiente  de la casa fue otro. El teléfono que sonaba continuamente, llamadas de larga distancia, discusiones, unos tíos protestaban, otros lloraban y la abuela discutiendo con todos sus hijos,  hasta que en un momento pareció cansarse y elevando la voz dijo:

—¡Es mi casa y es  mi decisión, basta! Él que quiere venir a verlo, viene y el que no, es dueño de hacer lo que le da la gana.

 

Acondicionaron una habitación con una cama ortopédica, quitaron muebles, cambiaron las cortinas grises por otras blancas. Yo no entendía nada y cuando preguntaba que estaba sucediendo me mandaban a callar.

Un martes por la tarde se detuvo una ambulancia en la puerta de calle, bajaron una camilla con un hombre y lo llevaron al cuarto remozado. Luego me enteré que era mi abuelo Ignacio, él que yo creía muerto. Yo me había hecho la película de su muerte al ver que no lo nombraban, ni una fotografía suya  circulaba por los  cajones de los añejos muebles de la casa.

El esposo pródigo había regresado al hogar. ¿Qué había sucedido en todos estos años en los que crecí sin saber de él?

 

Todas las mañanas llegaba María Elisa, ayudaba a Betina a curar al abuelo, preparaba su comida y luego se iba. La casa era un  ir y venir de hijos, nueras  y yernos, susurros, conversaciones en voz baja y yo sin entender nada.

 

Una de mis primas, con algunos años más,  me aclaró la situación:

“El abuelo había abandonado a Betina, hacía   quince años. Se enamoró de María Elisa, perdió la cabeza y se fue con ella a vivir a Viedma. Los primeros tiempos creímos que la abuela se iba a morir de tristeza, pero salió adelante con ayuda de una psicóloga, fue aceptando la realidad; el abuelo Ignacio se había enamorado  de otra mujer y contra eso no hay nada que hacerle. Ahora está enfermo, ha sido  operado varias veces, pero no hay cura. Está en su fase terminal, se muere y quiere hacerlo entre sus hijos.

María Elisa vino a pedirle a la abuela, que lo dejara cumplir su última voluntad. Al principio Betina no quería saber nada, fue a verlo al hospital para cantarle unas cuantas, pero al verlo tan mal, no se animó y aceptó que se quedara en la casa. María Elisa no lo quería dejar, venía y ayudaba a la abuela, así que ahora tenemos un abuelo con dos mujeres”.

Esto último lo dijo riendo, a mi no me causó gracia.

 

Cuando el abuelo Ignacio murió, vi algo que me hizo crecer de golpe, mi abuela y María Elisa se abrazaron llorando como dos criaturas. Al principio no pude entender, luego,  intuí que las dos lo habían amado mucho y  olvidaron los celos, las angustias, eran dos mujeres a las que se les había muerto el corazón y un tiempo de vida.

Cosas de la vida y del amor.

 

 

 

26 comentarios:

Margarita HP dijo...

Precioso amiga mía. Qué historia más hermosa en cuánto al amor y la unión de ambas mujeres al final. Ese Ignacio era afortunado. Mucho. Besos :D

Carlos Augusto Pereyra Martínez dijo...

Muy humano, a pesar de la ficción con carnadura real. Y, eso de dos mujeres que aman a un mismo hombre, es muy dado, acá en Colombia en el Caribe. UN hombre convive con dos mujeres, en una misma casa, en un tácito acuerdo. Un abrazo. carlos

Somos Artesan@s de la Palabra dijo...

Hermosa historia, llena de enseñanzas. Me encanta realmente. Saber ocultar la bronca y el orgullo, para que un padre, esté con sus hijos, a pesar de que su corazón había cambiado de rumbo. Excelente.
Te invito a pasar por mi blog cuando quieras...
https://somosartesanosdelapalabra.blogspot.com/

- R y k @ r d o - dijo...

Uma história de amor que me fascinou ler. Deixou-me em reflexão.
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Cumprimentos cordiais
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Pensamentos e Devaneios Poéticos
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Gladys dijo...

Muy bella historia y una preciosa pintura. Saludos.

Rafael dijo...

Pues sí, como bien dices: "cosas de la vida y el amor..."
Un excelente relato. Felicidades.
Un abrazo.

Susana Moreno dijo...

Preciosa historia de redención. Un beso

Campirela_ dijo...

Que buena historia, la vida hay que ver las vueltas que da. Lo que es indiscutible que ambas mujeres amaron a ese hombre de verdad. Y que al llegar la muerte todo se olvida. Me encanto . Un besazo grande Marirosa.

Ester dijo...

Cosas de la vida que suceden mas de lo que creemos. Una historia que termina bien. Abrazos

Somos Artesan@s de la Palabra dijo...

Qué hermoso relato, el amor tiene tantas formas de expresarse como personas en el mundo. Me gustó muchísimo

José Luis Asensi dijo...

Una tierna historia de amor. No siempre se aceptan esas cosas, pero las dos mujeres quedaron unidas por el amor que le profesaron al abuelo Ignacio y el orgullo quedó eliminado de sus vidas.
Un hermoso relato con un final muy humano.
Un abrazo.

J.P. Alexander dijo...

Buena historia, la abuela realmente es muy generosa otra mujer no le hubiera perdonado. Te mando un beso

Sandra Figueroa dijo...

Una bonita historia de amor con buen final, en la vida real suceden estas cosas pero aveces es tanto el odio que el final es tormentoso para los tres....... Saludos amiga.

Ernesto. dijo...

De estas "cosas" está la vida y el amor a rebosar...

Abrazo Mariarosa.

Ingrid Zetterberg dijo...

Muy buena narración, Maríarosa, aunque el final es poco usual en la vida real. Yo personalmente jamás abrazaría a la amante de mi marido. Ni aunque este se muriera, porque desde el momento en que el hombre es infiel, lo más probable que ocurra es que a la esposa se le apague el chip del amor. Esto último que te he dicho si que es una gran realidad. Me alegra haber dado con tu blog de cuentos. Ya te estoy siguiendo. Un abrazo.

Elda dijo...

Pues sí María Rosa, cosas de la vida. Cuando hay verdadero amor, estas situaciones pueden ser más perdonables, no tanto si son infidelidades de capricho.
Como siempre es un gusto leer tus historias tan bien narradas.
Un abrazo.

el oso dijo...

Pero qué hermoso relato. Tan extraño y tan cotidiano a la vez.
Besos

José Luis Asensi dijo...

Hola MariaRosa.Por favor,agradecería que leyeras la primera entrada de este nuevo blog y que me contestaras. Muchas gracias.
Un abrazo.
https://cosapoco.blogspot.com/

Hada de las Rosas dijo...

Bastante cierta la historia, mariarosa, lamentablemente...
la pobre esposa con psicologos tratando de salir adelante,
y su marido que siempre hizo lo que quiso, al final lo lloran igual..
Esta historia es demasiado real! jaja XD
Buen cuento mi querida amiga, abrazos.

José A. García dijo...

Este tipo de historias sólo se susurran en la mayoría de las familias.
Muy bien relatada.

Saludos,
J.

Amalia dijo...

Una hermosa historia que demuestra lo grande que puede ser el amor.
Y, además, muy real.
Un beso.

Ingrid Zetterberg dijo...

Estimada Mariarosa. Me alegró mucho verte por mi otro blog: MIL VERSOS PARA EL RECUERDO, al cual te sigo invitando, pues me haría muy feliz ver tus comentarios de vez en cuando allí. Un abrazo.

volarela dijo...

"Algo me hizo crecer de golpe".
Magnífica esta frase. La destaco porque me encanta la visión de toda la historia desde el punto de vista de la niña. Está muy, muy lograda, y lo convierte en un cuento superior.
Aunque no se me vea mucho, de vez en cuando, te leo y aprendo.
Un puñado de besos cariñosos :)

STARLIGHT dijo...

Uff, que magnifico relato, encantado de visitarte, saludos cordiales desde mi querida Guatemala

Mª Jesús Muñoz dijo...

Muy buena historia, imagino cuánto habrá sufrido Betina esos 15 años. También M.Elisa ahora tiene que afrontar las circunstancias. La muerte es determinante o une o separa y en esta ocasión unió a las dos mujeres. Destaco la grandeza de Betina para perdonar y cuidar a alguien que la abandonó...Mi felicitación por esta historia humana, que hizo "madurar"a una niña por su realismo y ejemplaridad.
Mi abrazo admirado y mucho ánimo por tus buenas historias, Maria Rosa.

Meulen dijo...

Hay hechos que no son cuentos sin dudas
Una,historia de vida y lo que quizás fue relevante que ese hombre haya pedido perdón...Porque al fin esi es lo relevante.

Abrazos.

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