3º parte.
Salcedo cambio el gesto
amable y la palidez se fue adueñando de su cara. Ariel dio vueltas por la
oficina, buscaba las mejores palabras y no las encontraba, Sergio estaba mudo,
se lo veía demacrado.
—Me enteré de lo de
ustedes por casualidad, Laura falleció hace una semana en un accidente
automovilístico.
—Lo sé. —dijo Sergio con
un hilo de voz, ya no era el hombre seguro
que lo había recibido minutos antes. Ariel se sorprendió de que
estuviera enterado.
—Carla la amiga de Laura
me aviso, creí que me moría con la noticia.
La amiga sabía de su
engaño y ¿cuántos más? Guardó silencio.
Seguramente el esposo de Carla también estaba enterado, que papel de cornudo
consciente era el suyo.
—Usted se moría, vos te
morías —lo tuteó— ¿y yo qué…? Saber que
mi esposa me engaño durante más de veinte años.
—Es que nos amábamos, yo
la amaba con locura, no sé si ella me amó de la misma forma, con la misma
intensidad que yo lo hice.
Sergio apoyó los
codos en el escritorio, y se sostuvo la
cabeza entre las manos, ocultando la cara.
Ariel se acercó y con
rabia le dijo:
—¿Por qué mantener una
relación clandestina si de verdad se
amaban? Separarse hubiera sido mejor para todos, y no jugar al gato y al ratón
enamorado durante tanto tiempo, yo me siento estafado.
—Mi esposa no me daba el
divorcio y Laura no quiso separarse.
—Si me hubiera hablado
con sinceridad, diciendo que amaba a
otro… con todo el dolor del alma… me separaba, la dejaba en libertad.
—Era ella la que no
quería separarse, le dije que yo la
amaba con locura, pero nunca supe si ella me amó igual.
Ariel quedó sorprendido.
—Qué querés decir, ¿qué
me amaba a mí y se acostaba con vos? —No pudo contener la risa—.Por favor… de
que me querés convencer: ¡Que vos eras un amante perfecto y yo un papa frita!
—No dije eso, creo que
te amaba y que yo era un pasatiempo.
—¡¡Un pasatiempo que
duro veinte años!! No lo creo.
Se abrió la puerta y
apareció el secretario con una bandeja de café.
Ariel volvió a sentarse
y con voz dolida dijo:
—Me parece que vos y yo,
fuimos dos marionetas en manos de Laura.
—Yo estoy seguro de que
lo fui. Mi esposa no me daba el divorcio, pero me abandono, mis hijos me
hicieron a un lado, solo me vienen a ver cuando necesitan plata y ahora con la
muerte de Laura, he perdido todo, hasta las
ganas de vivir.
Sergio se recostó en su
silla y miró a Ariel a los ojos y le dijo:
—Perdón. Lo que al
principio me resultó un placer y una forma de colmar mi vida de felicidad, con
los años se transformo en una desesperación por verla, por escucharla, a veces
la llamaba a cualquier hora del día, de la noche…últimamente estaba
enloqueciendo.
—¿Así que la llamabas de
noche? Varias veces la descubrí hablando
en la madrugada, y ella me decía que era su psicólogo, me pareció una locura
llamar a un profesional a esa hora, pero, lo creí… que iluso he sido…
En ese momento el celular de Ariel, lo interrumpió. Atendió.
Escuchaba en silencio, los colores se agolpaban en su cara, sólo dijo:
—Está bien, voy para
allá.
—¿Alguna mala noticia?
—dijo Sergio al ver su cara.
—El detective Garmendia
me dice que el accidente de Laura fue provocado.
—¿Qué?
Ariel se levantó para
irse y dijo:
—Seguiremos la
conversación otro día.
—¿Puedo acompañarte?
—No, sólo una pregunta
más: ¿Por qué en el inició del romance se comunicaban por carta?
—Capricho romántico de
Laura, decía que era más emocionante esperar cada correo...
Ariel movió la cabeza,
nunca hubiera pensado que su esposa era romántica.
Salió apurado y
dejando a Salcedo con una cara de
estupor y angustia que lo demacraba más aún, pero no le importó. Presentía un
nuevo problema. Iría primero a su casa y luego al departamento de policía.
4º Parte
Lo que menos esperaba
era encontrar al detective Garmendia esperándolo en la puerta de su casa. Al verlo llegar, el
detective bajo de su coche, se acercó y extendió la mano.
—¿Qué tal Montillo?
—Bien Detective ¿Qué
novedades tiene?
Al ver que Ariel,
quedaba frente a él, sin intención de hacerlo pasar a su casa, le dijo:
—Que le parece si me
invita con un café, y mientras le cuento las últimas noticias…
Entraron. Garmendia miró
detalle por detalle la sala. Ariel le dijo:
—Vamos a la cocina, que
le preparó el café… ¿Qué sucedió con el coche de Laura?
—Encontramos que los
frenos fueron manipulados, la manguera tenía un corte provocado, no fue casual,
alguien quería ver muerta a su esposa.
Ariel sirvió el café, no
sentía furia, ni pena, era como estar hablando de una desconocida, se
sentó y quedó mirando al detective,
esperando sus palabras. Sólo dijo:
—¿Quién y por qué?
—Eso es lo que vamos a
averiguar. Por ahora, le voy a pedir nombres y direcciones de la gente con la
que se conectaba la señora Laura, dígame; ¿tenía enemigos?
—No, que yo sepa…
Garmendia quedó en
silencio, bebía su café despacio, saboreando cada sorbo.
—Montillo, piense, su
esposa se dedicaba a la moda, en su negocio puede que hubiera competencia, deudas, venganzas… algo
que ella haya comentado y que usted no le dio importancia en su momento…
Ariel movía la cabeza
negando, volvieron a su mente las palabras de Sergio: “Yo la amaba con locura,
ella no” ¿Habrá sido él? No se animaba a contarle la historia al detective,
también podía creer que él era un marido celoso y un sospechoso.
—¿En qué piensa
Montillo? Desembuche, que en estos casos el primer sospechoso es el marido.
Comprendió que era mejor
decir la verdad, volvió a servir café y le relató paso a paso la odisea de
encontrar las cartas y conocer a Sergio Sandoval. Garmendia no parecía
sorprendido, Ariel se lo comentó:
—No Montillo, ya nada de
estas cosas me sorprende, son muchos los inocentes personajes, en
apariencias, que los policías
encontramos en nuestro rodar buscando aclarar crímenes, su esposa no es un caso único, lo debe ser
para usted que no sabía nada del engaño, pero a mí, me resulta un caso más.
Garmendia se puso de pie
y le dijo:
—Necesito nombres y
direcciones de ese tal Sergio y de los integrantes de la empresa de modas.
—Le doy la dirección de
la casa de modas, allí puede pedir la información que necesite, y de Sandoval,
ya le doy los detalles.
Carla Zurriaga era la
socia de Laura, lo recibió muy amablemente
y a poco de estar hablando entró
un tipo muy elegante, que se detuvo sorprendido al ver al detective.
—Perdón, no sabía que
estabas ocupada.
—Adelante, es Lucas, mi
esposo, Lucas Foressi —le dijo Carla a
Garmendia.
El detective se puso de
pie para estrechar la mano del recién llegado y le dijo:
—Es bueno que si los dos
conocieron a la señora Laura y
trabajaron con ella, me puedan dar datos que
aclare su muerte, el accidente no fue casual, fue provocado, alguien
alteró los frenos.
Carla y su esposo
abrieron los ojos, fingido o natural; demostraron sorpresa, ella comentó.
—Pero, quién pudo hacer
algo así, Laura era una persona muy estimada…
Lucas tomó asiento a un
costado de Garmendia y este le dijo:
—Siéntese frente a mí,
me gusta verle la cara a la gente cuando hablo con ella.
Lucas cambió de lugar,
se lo advertía nervioso. Garmendia lo notó y no dejaba de observarlo, él
preguntaba y siempre era Carla la que
respondía, según ella Laura fue buena persona, generosa y jamás hubo
discusiones por dinero, ni por las clientas. Garmendia viendo a Lucas callado
le preguntó:
—Y usted qué opina ¿Qué
le parecía Laura?
5º
Lucas abrió la boca para
decir algo pero fue Carla la que respondió:
—Mi esposo no estaba en
todo el día en el negocio, él se ocupa de la contaduría, del personal, de las
compras de telas y accesorios y a veces del mantenimiento del salón.
—Señora le estoy
preguntando a él…
Las palabras de
Garmendia sonaron lentas y mordaces. Lucas carraspeó y dijo:
—La veía por la mañana,
luego me ocupaba de ir al banco, y los tramites que hiciera falta, a veces
íbamos juntos a Once a comprar telas y
me resultaba una mujer atenta y siempre amable, no sé qué más decirle.
—Usted era el contador
de la empresa, ¿nunca hubo discusiones por falta de dinero o alguna compra que
realizó y la señora no estuvo conforme?
—No. Ya le dije, las
compras en la mayoría de las veces las hacíamos juntos.
—¿Y quién se relacionaba
con la clientela?
—Las dos —respondió
Carla— había clientas que preferían que ella las atendiera, otras me querían a
mí, nos repartíamos ese trabajo.
Garmendia se puso de
pie.
—Bueno parece que por
aquí todo ha funcionado bien, tal vez regrese en unos días.
Saludó y se fue, no sin
antes darse cuenta de la cara de alivio que pusieron los dos al darle la mano y
saludarlo.
Llegó a Pilar cerca de
las tres de la tarde, Sergio lo esperaba en el salón de entrada de la
editorial, se saludaron y fueron directo a la oficina de Salcedo.
Garmendia no necesito
hacer preguntas, Sergio fue soltando toda su vida con Laura, la había amado con locura y la seguía amando
a pesar de haberla perdido, con lágrimas le relató su desesperación, al
enterarse por Carla, de la muerte de su querida.
Entre las confesiones
dijo algo que sorprendió al detective: “En tantos años de amantes, nunca se había dado cuenta de que Laura tenía otros amoríos, de corto tiempo, pero engaños al fin. Hoy al recordarlos seguían doliendo como fue en su
momento. Siempre la perdono por miedo de
perderla, pero últimamente, ella lo estaba dejando de lado, sabía que cuando
eso pasaba… alguien la estaba robando y
descubrió que debía ser muy importante para ella, esta vez estaba
verdaderamente enamorada.”
Mientras regresaba por
la Panamericana no dejaba de pensar en Salcedo, sabía que ella lo engañaba y
continuaba la relación. ¿Y el esposo, puede ser que nunca se dio cuenta que
ella le era infiel? Tal vez si lo sabía, y fingía ¿Habrá sido Sandoval quién provocó el accidente para librarse al fin de Laura?
Qué tontos podemos ser
los hombres cuando nos enamoramos, dijo mirando la ruta y recordando sus locuras por amor.
Mientras manejaba
razonaba:
Carla debía saber de las
andanzas de su socia, si ella le avisó a
Sergio del accidente, significaba que sabía de su existencia y celular y seguro conocía los otros amores de
Laura. ¿Por qué no le había hablado del tema?
El caso de Laura Estrada
ya lo estaba mareando, todos ocultaban algo…
Continuará…
16 comentarios:
Ah, qué interesante María Rosa!!. A ver quien resulta ser el asesino. La verdad que la historia está tan bien diseñada por su autora, que de momento no sospecho de nadie en concreto.
Como siempre un placer leerte.
Un abrazo y buen día.
¡Qué interesanteeeeee! Deseando saber más :D
Muy bueno pero que ha pasado con la entrega tres ajjajaj. La cosa se esta poniendo a rabiar aj. Gracias MARIAROSA .
¿Permites mi comentario, cuando esté todo publicado? Ando un poco ocupado.
Gracias y un beso.
Qué intrigante. Un beso
Interesante y muy buena, más que relato, casi novela.En algún momento me parece estar leyendo una novela del género negro al estilo de los mejores del mismo.
A seguir leyendo, que cada vez promete más.
Me he leido todo de un tirón y sigo estando en ascuas y sospechando de todos. Vamos espabila y cuéntalo ya todo seguidito porfa Mariarosa.
Buen miércoles.
Un abrazo.
Pero que interesante que se ha puesto esto!!!! Menos mal que aproximaste varios capitulos esta vez... porque ahi vamos de un tirón leyendo todo y pensando que definitvamente podria haber sido cualquiera quien deseara su muerte...lejos estaba de ser una santa Laura, aunque obvio no era para asesinarla!!! ajajjajaja
excelente tarde de dia miercoles Maria Rosa!!!! Besos
Me encanta el detective Garmendia. Tiene un caso dificil de resolver . Te mando un beso
Que interesantes capítulos, me quedo esperando el próximo y pensando quien puede ser el asesino...... Saludos amiga.
Ya leí el tercero, me encantó.
Un abrazo y gracias.
Super interesante ♥
Que interesante relato estimada...se escabroso, es de esperar que el que investiga de con la verdad...
veremos...
Leído el tercero ajajaj gracias .
Bueno la historia se hace nudo. Muchos sospechosos. Saludos. Carlos
Todavía no hay nada turbio, no lo es que Laura haya tenido relaciones simultaneas.
Pero sí que alguien oculta algo, vaya saber que es. Y hay alguien que se puso incómodo.
Y además, no fue un accidente.
Que intriga tiene tu historia.
Un abrazo.
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