La arena quemaba, me acerqué buscando el
frescor de las olas, lentas y tranquilas, extrañamente no había viento.
No lograba dejar de pensar en vos, en
nuestras largas caminatas y en tus leyendas, esas que nunca creí del todo. Me jurabas
que eran ciertas, que tu abuelo las había escuchado de su padre y no sé qué
historias que me llevaban hasta tu árbol
genealógico del que no me interesaba conocer su inicio.
Te fuiste jurando volver.
“Cuando regresen los flamencos rojos
volveré,” me dijiste.
Sabía que eso era imposible, las garzas
rojas o flamencos, ya no existían por aquí
y en realidad nadie las había visto; eran una de las tantas leyendas que trae el mar en su ir y venir y
que los pescadores suelen contar entre copas de vino, y en las noches largas.
El cielo comenzó a nublarse, aliviando el
calor. El sol era un reflejo, espiando tras las nubes, y la brisa comenzó a
agitar mi blusa y a golpear mi cara. En pocos minutos el clima había cambiado. Subí hasta los acantilados,
intentando regresar por la calle costera. El océano era una fiesta de
verdes, grises y celestes, imaginé a un monstruo marino dando vueltas en
el fondo y cambiando los colores del agua. Un olor a pescado y sal impregnaba
el aire, me detuve a mirar el espectáculo. Una bruma espesa fue cubriendo el
mar y se fue deslizando hasta la arena
y, entre la niebla y como salidas del arcano más cerrado, aparecieron las aves,
unidas en una bandada roja, que fue
descendiendo con elegancia. El pecho me
latía enloquecido y mis ojos intentaban abarcarlas a todas. Me senté en el
risco y las admiré sin tener idea del
tiempo que estuve allí, deslumbrada ante su garbo lento y su plumaje,
a veces rojo, otras de un rosa intenso. Se echaban a volar a ras del agua
buscando algún pez distraído que les sirviera de alimento, otras picoteaban en
la playa buscando almejas. Con el mismo
silencio en el que llegaron, levantaron vuelo y partieron dejando mi esperanza
en vilo. El horizonte, era una línea
recta y gris.
¿Habrá sido mi imaginación la que engendró la magnífica escena o fuimos los
dos? Tú, en un lejano país soñando con regresar y yo, aquí, en la espera.
Cuento reeditado.
27 comentarios:
-Esa espera, que con esa ilusión es menos espera...
Buenos días desde el otro punto del Atlántico.
Un abrazo
Que bonito creer, es ilusionante y aun no se si fue o solo era un sueño, pero seguro que dejo la esperanza en lo alto y hasta la posibilidad de que las promesas se cumplan. Un abrazo
Maravilloso relato. Un beso
Esa espera duele pero es la que llena los espacios del tiempo pensando que tal vez algún dia regrese, que lindo cuento .Un besazo.
Poético relato. Seguro que en ese momento, la imaginación hizo revivir los momentos perdidos.
Los flamencos, reales o soñados, fueron el vehículo para revivir los sentimientos.
Besos.
Tus letras me llevaron a un recuerdo: "la canción de los flamencos".
Un abrazo.
Qué bonita estampa nos regalas María Rosa. Toda una paleta de colores y emociones.
Un placer leerte.
Mil besitos con cariño ❤️
Es un relato precioso, Mª Rosa, nunca he visto flamencos rojos, parece que ha salido Neptuno del fonde del mar agitando las aguas del océano y te llevase los flamencos que estaban en tu alma.
Así se escribe el amor desde el cuento. Ovación¡ Un abrazo. Carlos
Lindo cuento muy nostálgico y poético. Te mando un beso
Hay esperanza y un día regresara, como los flamencos... Lindo cuento amiga Risa. Saludos.
Que bonito! leyéndolo me he dejado llevar por el texto.
Un abrazo.
Desde luego una magnifica escena la que has pintado, llena de emoción, colorido y esperanza.
Me ha encantado porque lo cuentas tan bien, que el lector se queda embobado leyendo.
Mereció la pena la reedición.
Un abrazo María Rosa.
¡Qué preciosidad María Rosa! Y como describes el momento, y el lugar, es maravilloso. Besos :D
Hermoso amiga Mariarosa, muy sentido tu relato, esa nostalgia ante la distancia se siente y ese reencuentro entre dos seres a través de esos hermosos animales no vistos. Un abrazo, se muy feliz
Una espera que da frutos...
Bueno y mejor por el amor que se sostiene a pesar de la distancia.
Uno extraña reencontrarse con los que no ha visto largo tiempo...
Besos.
Qué belleza tu relato!
Gracias, Maria Rosa
Un beso
A veces basta con desear intensamente algo para que se cumpla. Es el caso de tu historia de hoy,magistralmente relatada y con pinceladas de colores que hacen más bello el relato como ese monstruo marino imaginario pintor de superficies.Me encantó,Mª Rosa. Un abrazo
Bellissimo post!
Un saluto dal Piemonte, Italia.
Ha sido precioso tu relato mariarosa y mucho más bello llegado al final del mismo, igual, no fue un sueño y realmente se cumplió. A veces, resulta complicado averiguar si es sueño o realidad. Sea lo que sea, ha sido un relato muy conmovedor.
Tus vacaciones no han sido muy largas, aunque pensando como esta el panorama, mejor quedarse uno en casa.
Un fuerte abrazo y buen resto de semana.
Que tal mariarosa,
elegante historia
en gris y rosa,
no se me ocurre
una combinacion
mas preciosa.
Besote
Un bonito cuento. Con ese estilo ameno e interesante que empleas.
Abrazo Mariarosa.
De una ternura y magia conmovedora. Me has trasmitido ese sentimiento fascinante que despliegan los flamencos, me inspiras... ¡Precioso!
Un abrazo
Que bonito la nostalgia de tus palabras me ha recordar cuanto dolor hay en el olvido
Nos llevas de la mano de tus sentimientos, María Rosa. Lo haces con una cercanía cálida y vas pintando el paisaje con esos tonos grises y azulados nostálgicos, que emocionan. Surge en contraste esa bandada de flamencos rojos, que cambian por completo la perspectiva. ¿es sueño o realidad?. Dicen que la sincronía existe, que los pensamientos se encuentran en el camino. Puede que fuera así...Lo cierto es que, tu relato nos deja una hermosa sensación de esperanza. La vida es un milagro,que nos sorprende siempre.
Mi felicitación y mi abrazo por esta bella historia, amiga.
De una forma u otra la espera siempre deviene en desesperación.
Saludos,
J.
Un cuento tierno y muy especial, siempre me sorprendes amiga.
Abrazo
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