viernes

Colonia Médanos. 3ª entrega.


 

Me dormí.

Meses después, la casa había tomando forma y color. Al fin, me decidí a vivir en ella. Cada mañana  recorría  la playa. Un perro vagabundo me hacía compañía.  Lo bauticé Chucho.

Avanzaba el frío y estaba apurado por terminar  el hogar a leña, eran pequeños detalles que faltaban. Los pocos cuadros que me habían quedado, no se vendían y los gastos para arreglar la casa fueron más de lo pensado.  Me mantenía con los alquileres que había heredado de mis padres. Lo único a lo que mi ex mujer no había logrado clavar sus garras. 

Médanos  no tenía ni un miserable banco. Cada mes debía recorrer  cien kilómetros, hasta el cajero de un pueblo vecino a retirar el dinero de la renta y desde allí me comunicaba con la galería de arte para saber de mis obras.

 

La casa ya era  un   hogar,  la pintura y los arreglos la transformaron.

De lo que había sido un jardín, sólo  quedaba un rosal: hojas amarillas y ramas retorcidas, daba pena verlo. Intenté  construir un cerco que lo protegiera  del viento y el yodo del mar.   Una tarde entretenido en mi trabajo, me sobresaltó una voz.

—Qué linda quedó la casa...

Un desconocido parado frente a mí, sonreía.  El hombre se veía mayor y vestía pobremente. Dio vueltas, observando cada detalle de la vivienda, seguí sus movimientos, no me resultaba agradable. Al fin preguntó:

 —¿No encontró nada raro?

—¿De qué habla?

—De un fantasma.

Creí  que se burlaba, me encogí de hombros y no respondí, él insistió.

—Ustedes los de Buenos Aires no creen en esas cosas, ¿no? 

El tipo no me gustaba, había algo en él que me caía mal. Continúe mi trabajo, ignorando su presencia. Saludó y se fue. Lo miré alejarse. Caminaba  inclinado a un costado como llevando una carga pesada.

 

A la mañana siguiente un sol radiante me despertó, preparé un lienzo nuevo, pinceles  y me dediqué a pintar. El mar y su paz me habían inspirado nuevamente. Al mediodía, mi estómago reclamaba alimento. Fui a la cocina y preparé un emparedado de queso y jamón y me serví un vaso de vino.  Regresé  y puse música. Escuché gemir  a Chucho. Me acerqué al ventanal, el perro no estaba. 

Al volverme,  vi la cara de una mujer en el espejo, me miraba,  giré al ventanal; había desaparecido.  Volví  al espejo: seguía ahí. ¿Cómo podía ser, si estaba en el espejo; desde dónde se reflejaba su imagen?

Repetí el mismo movimiento: ventanal, espejo; sólo la veía a través de él. Hasta que  desapareció. Dejé el emparedado, había perdido las ganas de comer.  Salí hasta el portón de entrada, recorrí la senda que bordea la casa buscando algo, una huella,  que me dijera que era un ser real. Nada. Se había evaporado en el aire.

La imagen de esa mujer rondaba en mi cabeza. ¿Quién era?

Por la noche, el sonido del viento llegaba como un aullido. Me levanté  muchas veces, por sed, por  ruidos. Daba vueltas buscando algo que ni yo sabía qué era. El cansancio me venció, me recosté en el sillón y al fin  me dormí.

 

Amaneció soleado.

Las cortinas, que había dejado cerradas la noche anterior, estaban abiertas. La luz daba de pleno en el espejo, dejando en él una luminosidad mayor a la de un amanecer. Cerré las cortinas.

El día se desarrollo normal o casi normal. El espejo se movía cada tanto, mis pinceles cambiaban de lugar, algo o alguien trataba de molestarme o llamar mi atención.

Una presencia seguía mis pasos, me inquietaba. Dejé  a un lado los colores, no lograba concentrarme ni plasmar en la tela lo que mi mente creaba. Salí a caminar por la playa.

Durante varios días mis pinceles quedaron durmiendo, al igual que mis ganas de  pintar.

Semanas después,  una  lluvia tenaz no me permitió salir por varios días, el otoño llegaba antes de tiempo con su clima destemplado y frío. El aburrimiento me hacía ir y venir de un lado a otro como animal enjaulado. Sin  computadora, ni televisor, mi única compañía era la música de una emisora local y algún que otro libro.

Un mediodía las nubes  negras se perdieron en el mar,  el cielo cambió a un celeste diáfano y el mal tiempo dio paso a un otoño soleado.

 

Ella apreció nuevamente en el espejo. Esta vez, si apareció en el ventanal. Era joven. Llevaba un vestido  de color indefinido y el pelo castaño claro, le caía sobre los hombros. Era hermosa. Quedé hipnotizado mirándola.  Hizo señas para que la siguiera. Era tal mi fascinación que no logré moverme. Un sudor frío me bajaba, desde la nuca a la espalda. Temblaba.   Ella  agitó su mano, llamándome. Mis piernas  no me obedecían. Respiré hondo, tratando de  concentrarme, deseaba ir tras ella, pero no lo lograba.  Desapareció.

¿Quién era? No resultaba agresiva,  Al menos, sonreía.

Caí en el sillón. No sé cuánto tiempo estuve allí, tratando de descifrar  lo que había vivido. ¿Era la mujer fantasma de la que hablaban los pescadores? No lo sabía, estaba aturdido. ¿Y si era mi imaginación la que forjaba la imagen?

Cerré los puños, deseaba golpear algo, no sabía qué. Quedé allí un tiempo incalculable, literalmente paralizado, pensando y repasando en mi mente las palabras de Carmelo y la pregunta del viejo aquel; hasta llegué a dudar de mi cordura. Cuando reaccioné, era de noche. Me dolía la espalda.  Un nudo en mi estómago  pesaba como piedra. Me acosté, las imágenes del día pasaron ante mí, como una película, hasta que al fin, agotado; me dormí.

 

Continua…

15 comentarios:

Susana Moreno dijo...

Qué novala tan intrresante. Un beso

El Baile de Norte dijo...

Menudo suspense Mariarosa!, el relato se hace ágil y el lector desea saber más sobre esa presencia,...

Rafael dijo...

Pues me quedo con la intriga que sabes poner en tus entregas... Paseo por la playa, la casa, el fantasma... y ese largo etcétera que nos espera, (seguro).
Un abrazo y gracias por estos capítulos del relato.

Campirela_ dijo...

La intriga va creciendo y con ella mi curiosidad , pero seré paciente y esperaré ajjaja. Creo que aquí va ver romance. Un besote grande.
Gracias !!

Milena dijo...

Misterio, intriga... esperando próximas entregas!

Gracias, besos

Mª Jesús Muñoz dijo...

María Rosa, acabo de leer tus tres entregas, desde la llegada a Médanos, las impresiones de los vecinos y el arreglo de la casa...Realmente eriza la piel sentir la sorpresa y confusión del protagonista al descubrir la cara de la mujer. El que huía de su anterior mujer y se encuentra con el fantasma de una desconocida...Ufff, admiro el temple que has tenido al escribir la historia, amiga.
Te felicito por lo bien que la has llevado, leeremos las próximas entregas.
Espero que estés viviendo estos días con calma, paz y alegría.
Mi abrazo y mi cariño, María Rosa.

J.P. Alexander dijo...

Uy lo dejaste re interesante. Te mando un beso y te deseo un feliz año.

Hada de las Rosas dijo...

Feliz 2021 💐 maria rosa

     ○
     / \
   (⌒(二ヘ二)⌒)
   /  (_(⌒厂ヽ
  |     ̄\ノ
  土 ● o ● 土
   乂_____乂
  /(⌒)(_人_)ヽ\
 / んZ〉 o  (二)
`|  (二二二二二)ノ
 \__ヽ_人_ノ

resulta interesante la historia,
me intriga
a que se debe la presencia
de la fantasmal belleza..?

Te envio un monton de amor
y para este nuevo año
mucha inspiracion 🥂

Jorge M dijo...

Una intrigante historia que sigue su continuación, tu creatividad e imaginación para crear es fabulosa amiga.
Un abrazo

Sandra Figueroa dijo...

Eres genial amiga. Sigue el interesante misterio en tus relatos.... Saludos,.

Margarita HP dijo...

Mi querida Maria Rosa, me tienes super intrigada, y a cada entrega, me atrapas más. ¡Me encanta! BEsos :D

Ernesto. dijo...

Esperamos!...

Abrazos Mariarosa.

Bertha dijo...



La curiosidad es muy fuerte.Consigues darle un tiempo perfecto a esta espera.

Prosigo hacia la cuarta entrega, es una gozada leerte

Un abrazo.



Carlos Augusto Pereyra Martínez dijo...

Ya toma forma el relato. Saludos. Carlos

Rose �� Sarah dijo...

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