A pesar de sus pocos años, Yani
entendía que la palabra, odio, era demasiado sucia, dura, no le gustaba. La
había escuchado muchas veces, cuando su padre llegaba enojado y borracho, y
hablaba de sus problemas con el dueño de
la curtiembre. Ahora su padre ya no estaba, la bebida se lo había llevado a
quien sabe qué mundo. Ella y su madre estaban solas. Su padre antes de
morir se jugó hasta la última moneda y
las había dejado sin recursos.
Su mamá salvaba la situación trabajando
todo el día en la casa de la señora Parker, una dama rica y mala, tan mala que
Yani, de solo verla temblaba, y regresaba a su mente la palabra odio y una
furia oscura le subía por la garganta y la ahogaba. Cada vez que la escuchaba
insultar a su mamá y veía los moretones de sus brazos comprendía; que la señora Parker era violenta.
Comenzó a acompañar a su madre
al trabajo, ella se quedaba en el patio del fondo dibujando sobre el piso de
cemento, una rara habilidad le hacía crear figuras, mientras las tizas de colores jugaban
entre sus dedos y recreaban paisajes de ensueño, lagos, flores, pájaros...
—La tonta de tu hija se pasa
las horas dibujando pavadas —decía la señora.
—Mi hija no es tonta, sólo le
gusta dibujar.
Un
medio día, Yani encontró a su madre llorando, un hilo de sangre bajaba de su
nariz y preguntó qué le había sucedido, Parker
agitó los brazos y le dijo:
—Vete pequeño demonio, es un
problema entre tu madre y yo, acaba de
romper dos platos del juego de porcelana
Limoges.
—¡No la lastime! —gritó la
niña.
—La próxima vez que haga otro desastre la dejo en la calle y se van a morir de hambre…
Las cejas de Yani se fruncieron
y en su mirada brillaron chispas doradas y rojas. El pueblo era pobre, sólo la
señora Parker podía ofrecer trabajo a una mujer con una niña pequeña, y se
abusaba de ello.
A la mañana siguiente, antes de
salir, Yani, juntó todas sus tizas, las puso en su mochila y salió aferrada de
la mano de su mamá.
Por la tarde un viento helado
cruzó por el jardín de los Parker, luego fue una nieve fina que sorprendió a la
señora y la hizo bajar las escaleras, asombrada ante semejante espectáculo, giraba
entre los árboles y se detuvo frente a Yani que ignorando lo que sucedía,
seguía dibujando con sus tizas. Llamó la atención de la mujer, que sobre el piso
de cemento y sobre la niña, no caía nieve; reinaba el verano. Sobre el lago
celeste dibujado en tiza, el sol se reflejaba y sus rayos pintaban de dorado el
paisaje.
—¿Qué diablos estás haciendo?
—La voz de la señora Parker fue un chillido.
Yani no respondió. Ignoró a la
mujer, que helada y cubierta de nieve, gritaba su nombre, empujó a la pequeña y
con furia pisoteó el dibujo, intentando borrarlo; era imposible. Los ojos de Yani fueron
un mar de lágrimas, y nuevamente surgieron las chispas rojas y doradas, y el
paisaje extendió brazos, y envolvió a la
señora Parker que se retorcía, intentando escapar a medida que el lago la iba devorando.
Yani espantada echó a correr, trepó las escaleras y se abrazó a su mamá que la
alzó en sus brazos sin entender que le sucedía.
En el pueblo las vecinas
comentaban:
“Que suerte que han tenido Yani
y su mamá, la señora Parker se ha ido a
Europa y las ha dejado encargadas de su casa y sus tierras.”
26 comentarios:
Buenas noches, el odio es mal consejero, pero a veces no se puede remediar. Ese arcos iris fue un regalo de la bondad y humildad de esa pequeña. "La señora" tuvo su merecido ..Un besazo !!
Buena historia, me sorprendió el final. Te mando un beso
Mal consejero el odio que no conjugo... Me ha encantado esta historia Rosa, al final la señora tuvo su merecido.
Besitos y abrazos para tu día.
No estaría mal que a personas tan malvadas le ocurriera lo mismo que a la señora Parker, aunque esto parezca odio, pero solo es de boquilla, jajaja.
Muy hermoso tu cuento M. Rosa, siempre es muy placentero leer tus historias.
Un abrazo.
Bonito final. Un beso
Qué bello resulta el realismo mágico si se sabe conjugar tan bien como tú lo has hecho. Un magnífico relato que atrapa al lector desde el principio. ¡Enhorabuena, María Rosa! Un abrazo
Estremece ese llanto.
Un abrazo.
Me gusta la historia y como está escrito. Enhorabuena. Te seguiré. Salu2:
María Rosa, las tizas de Yani, conllevan un mensaje encriptado de amor, que diluyó el odio y movió el universo a su favor...Muy bello, amiga.
Mi felicitación y mi abrazo por tu buen hacer.
Me ha gustado mucho tu cuento tanto por el empleo del realismo mágico con muy bien criterio, así como su moraleja explicándonos hasta qué punto el amor logra hacer milagros, esto lo vemos en el desenlace final, donde madre e hija son rescatadas de la miseria y la señora Parker recibe su merecido.
¡Estupenda lección!
Un saludo y feliz miércoles!!!
Las tizas, su mente, o la mirada del cielo consiguieron que madre e hija pudieran al fin vivir en paz. Abrazos
Hola, Mariarosa
Me gustó muchísimo ese toque crudo y oscuro con ese personaje dulce y tierno que rodea toda la historia mágica. ! Se lo tenía merecido esa malvada mujer!
¡Me ha encantado! De principio a fin.
Saludos
Jajaja. Buenísimo final feliz. Surgió la magia. Ya algo quería hacer a Parker durante la lectura. Lograste indignarme.
Un abrazo grande.
Un final sorprendente para esta historia, aveces la justicia llega sin que nos demos cuenta y entonces la felicidad reina..... Saludos amiga.
Se hizo justicia y triunfó la bondad contra la maldad. Ojalá fuera siempre así,que los seres inocentes fueran los que dominaran las situaciones.
Precioso relato Maríoa Rosa.
Justicia divina. Nadie echará de menos a esa "bruja".
Cuídate.
Un abrazo.
No sirve odiar a nadie, después
todo eso se regresa a uno mismo.
Besitos dulces
Siby
Bonito relato mariarosa, es bueno pensar en estos tiempos finales agradables.
Buen fin de semana!
Toda mala acción tiene su consecuencia al final...
hay seres que son muertos en vida...por eso hay que seguir pidiendo por ellos.
El cuento, "truculento. El final, adecuado!
Abrazo Mariarosa.
Un fantástico cuento, una niña que no permitió el flagelo, y el desprecio, me encanto María Rosa.
Abrazo
Muy bueno y con un final merecido
Gracias por tu generosidad al compartirlo
Saludosbuhos y queremos más! !!
Hola .. Me gusto muchisimo..
Y buen largo será el viaje...
Saludos,
J.
Cuento ejemplar y con la capacidad de asombro para entender la magia infantil. Un abrazo. Carlos
Yani no era tonta, ni lo que dibujaba eran pavadas. Podía alterar la realidad. Y lo usó para defender a su madre. De una forma drástica, pero efectiva.
Un abrazo.
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