Algo lo
despertó. Fue un ruido que se volvió a repetir, eran pasos; alguien
caminaba por el pasillo. Otro sonido,
que reconoció al instante lo puso en guardia, el intruso había cruzado la galería y tropezado con el sillón
de mimbre.
Aguardó unos segundos y escuchó que intentaban
colocar una llave en la cerradura, ¿o sería una ganzúa? Apurado se bajó de la
cama y fue directo al cuarto de los trastos, donde su madre solía amontonar los
muebles que quedaban en desuso, ahora ella ya no estaba y él continuaba con la
misma costumbre. Manuel entró y quedó atisbando por la puerta apenas entreabierta.
El Peke lo miraba desde un rincón. La luz del farol de la calle se filtraba a través
de la cortina e iluminaba parte de la habitación donde había estado durmiendo.
Desde que cometió el error de confiar a su amigo
Paco, que la tía Eulalia lo llamaba para entregarle su herencia, la noticia corrió
como el viento Pampero, y la curiosidad hizo que amigos y vecinos le preguntaran
continuamente; ¿cuánto dinero había heredado?
Al regresar
de Córdoba un viernes por la noche, después del entierro de su tía, su llegada fue
transmitida por las comadres y todo el
vecindario fue rápido en llegar a visitarlo y
preguntarle a una voz:
¿Te dejó dólares o Euros? ¿Te dejó joyas?
—Nada, no me dejó nada —manifestaba y ellos no
le creían.
—Sos un avaro, si no te vamos a pedir, debe ser
mucho y tenés miedo que te roben… ¿No?
Al fin, cansado de tener que dar explicaciones,
les dijo que sí, que era mucho dinero y no deseaba que algún ladrón, entrara una
noche y se robara lo que había heredado. Cuando les dijo eso, se quedaron
tranquilos, no preguntaron nunca más
sobre la tía Eulalia y su dinero.
Allí comenzaron los robos. Primero fue un desconocido,
seguramente enviado por alguno de sus vecinos, días después entró Gerónimo el marido de la curandera del pueblo
y ahora un tonto, que seguramente era la
primera vez que entraba a robar en una casa, ya que vino calzado con zapatos
que hacían ruido y se llevó por delante el sillón de mimbre.
El delincuente entró, y se paró en medio del
cuarto, miraba hacía todos lados, buscando por dónde comenzar. Lo reconoció y
un grito de sorpresa se le ahogó en la garganta, era su amigo Cacho, nunca lo
hubiera creído capaz de una cosa así. ¿Tan importante era para todos el dinero?
Si conocieran la verdad se reirían de él. Cacho recorrió el cuarto, abrió el
ropero, los cajones de la cómoda, miró debajo de la cama, fue a la cocina y
regresó sin nada. Lo escuchó putear, estaba rabioso, no había encontrado ni un
peso.
Manuel acariciaba al Peke que se había acercado a su
lado y seguía el andar de Cacho, sus ojos se movían a un lado y a otro, como si
la puerta fuera traslucida. Cacho se acercó muy
lentamente al cuarto de los trastos, Manuel se corrió a un costado, el otro abrió de golpe y sin entrar gritó:
—Dale cagón, salí…
Manuel hizo
solo un gesto y el Peke saltó sobre Cacho y fue directo a su yugular.
—Vas a tener comida para varias semanas Peke, este
era más gordito que los otros dos, te tenía bien educado la tía Eulalia…
18 comentarios:
hola! creo que el proceso de escribir exige tiempo , energiza tanto intelectual como espiritual, Felicitaciones por el excelente trabajo!!
Que buena herencia le dejo la tía Eulalia. Un relato maravilloso. Saludos amiga.
Caramba!, qué sorprende herencia y que buen relato has realizado con ese final tan peculiar.
Me ha encantado.
Un abrazo.
¡¡¡¡Ohhh!!!! Madre mía qué desenlace. ¡Qué bueno! Ofú, ofú... ja ja. Como siempre una auténtica maravilla leerte amiga mía :D
Muy bueno ,el desenlace es impresionante pues la herencia de la tía Tula fue la mejor ese ser de cuatro patas que le defendería a capa y espada jajaja..un macabro pero un final estumpendo ..
Un fuerte abrazo y un feliz viernes.
Estupenda resolución, por demás impensada. Qué bravo resultó el Peke, en el principio pensé que era un gato. ¡Flor de herencia... y flor de amigos y vecinos!
Besos, Mariarosa.
Un relato bien desarrollado. Una herencia de "armas tomar"...
Como siempre, de interés hasta el final.
Abrazos Mariarosa.
Me ha gustado tu historia, Maria Rosa, con todos y cada uno de sus ingredientes esenciales, un argumento ameno y curioso, una trama jugando al despiste con este coprotagonista de cuatro patas y un final impactante.
Contiene además muy buena moraleja para quienes se apropian de lo ajeno.
Estupendo. Y de paso se percató que tenía cerca gente muy interesada y deshonesta.
Besos.
Me dejó en vilo hasta el último momento.
Gran historia que atrapa al lector.
Enhorabuena!!!!
Un relato con condimentos que lo hacen reflejo de la dura realidad y la resolución impensada...me encantó. Un beso.
Situaciones extremas requieren medidas extremas...
Saludos,
J.
A ese ritmo que va se quedará sin vecinos...y le llegará su hora..
Sorpresivo como tus buenos cuentos. Un abrazo. Carlos
Tiene ese encanto tan tuyo, esos finales inesperados que sorprende, genia.
Abrazo
Un interesante giro argumental.
Que sorpresa que se llevó el ladrón. La última de su vida.
Bien contado.
Un abrazo
Uy me sorprendiste te mando un beso
Un relato apasionante, que vamos leyendo con curiosidad y que al final nos deja tremendamente sorprendidos, Maria Rosa. Muy buena trama y desenlace, amiga.
Mi felicitación y mi abrazo por tu buen hacer.
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