sábado

La muerte de don Pedro Gamboa







Don Pedro Gamboa había muerto.
En la casa mortuoria la poca familia y algunos vecinos cumplían con el rito de despedirlo.

En una sala, su hijo mayor  respondía mensajes en su celular. Cristina, la hija, recostada en un sillón, escuchaba música con sus auriculares. Algunos vecinos conversaban de fútbol y dos de sus sobrinos, apoyados en la pared del pasillo, se miraban preguntándose; ¿qué hacemos acá?
Un don Pedro transparente los observaba desde un rincón, la sonrisa se fue desprendiendo de su boca hasta convertirse en una curva  doliente.

Semanas después el albacea de don Pedro reunió a la familia y la noticia fue un escándalo.  No había herencia, sólo la vivienda, que de tan vieja se caía a pedazos.
Todos preguntaron a una voz; ¿En qué banco estaba el dinero del viejo?
Señores  —respondió el abogado—  el señor Gamboa no tenía cuenta corriente, ni de ahorro, ni depósitos, no trabajaba con los bancos; no les tenía confianza. Los familiares quedaron defraudados.

La familia se instaló en la casa y la dio vuelta sin olvidar ningún detalle. Uno a uno, los libros que prolijamente guardaba don Pedro fueron revisados y arrojados al suelo. Sus personajes, atónitos ante semejante atropello, espiaban desde sus  páginas sin entender qué estaba sucediendo. Los zócalos fueron desclavados y las manchas de humedad crecieron tomando formas de apariciones alucinantes. Los taparollos  y las cortinas fueron arrancados y expulsados  de la casa. Los sobrinos escavaron el jardín buscando algún cofre portador del dinero soñado. El resultado fue nulo. Frente al tapial cargado de madreselvas, el fantasma de don Pedro reía viendo la furia de su familia.
Amargados se fueron retirando de la casona, que fue vaciada y vendida meses más tarde. Los muebles fueron entregados a un ropavejero.

La vieja cama de bronce fue despreciada por todos; demasiado pesada y demasiado antigua. Un cartonero con familia numerosa la levantó de un basural y,  mientras la desarmaba para colocarla en su casilla, cayó de rodillas al comprobar con asombro que  desde  las huecas columnas asomaban dólares y dólares y más dólares.





28 comentarios:

mariarosa dijo...


Hoy les dejo una historia algo cercana a la realidad de algunas familias, ironía, pero con humor, espero que les guste.

Un abrazo.

mariarosa

MaRía dijo...

Me encantó María Rosa
Y es que aquí, también los viejitos poco se fiaban de los bancos . Conozco unos cuantos que siguen buscando los ahorros de toda una vida y no por que no le quisieran es que jamás desveló a quien, y es cierto, lo cuidaba y lo quería bien donde metía del dinero de la pensión ( que no gastaba para colmo ) si te digo que siempre les dijo en un árbol de la finca .. ahí seguirá si es que era verdad ..
En tu relato bien merecido se lo tenían sus sobrinos ya que visto lo visto lo único que les motivaba era la herencia y bien afortunado quien por la avaricia de otros se hizo con la ( nunca mejor dicho) fortuna del Sr Gamboa

Un abrazo y buen fin de semana !

Bertha dijo...

Por lo menos la diosa Fortuna favoreció a quien más lo necesitaba...

Muy bueno y sobre todo este golpe final:me encanta!

FELIZ DOMINGO MªROSA.

Rafael dijo...

Bonita historia.
Un abrazo.

Mª Jesús Muñoz dijo...

María Rosa en tu historia la vida hace justicia...El muerto sonreía al ver lo que iba a pasar y es que donde no hay amor, todo es decepción...Y aquel pobre hombre que se apiadó de la cama encontró el tesoro que necesitaba...
Mi felicitación y mi abrazo de luz.
M.Jesús

AdolfO ReltiH dijo...

MUY AFORTUNADO EL CARTONERO.
ABRAZOS

Unknown dijo...

Qué preciosa e impecable narración María Rosa !
La descripción del velorio me puso la "piel de gallina"
es impresionante. Tan cruel y tan real porque es bien natural
que siempre aparezcan los intereses ¡qué tristeza!
Le diste un final inesperado y buenísimo.
Finalmente , la vida se cobra y el pobre hombre
salió beneficiado.
¡Me encantó !
Cambiaste la estética de tu blog ¡ESTÁ DIVINO !
Toda mi admiración.
Besotes

Noli dijo...

Hola María Rosa, me encantan los relatos y la poesía y todo lo que tenga que ver con las palabras siempre que te hagan sentir algo. Por ello me quedo en tu blog y si alguna vez pasas por el mío espero que te guste tanto como a mí el tuyo.
Un abrazo.

María Socorro Luis dijo...

Qué bueno.

Una sabia decisión la de Don Pedro...

Como siempre, la narración admirable.

Diana de Méridor dijo...

Posiblemente fue a parar a las mejores manos, aunque resultara frustrante para la familia.

Feliz tarde, madame

Bisous

José A. García dijo...

Pensé que la cama de bronce iba a ser, en realidad, de oro, pero tu final es interesante también. Raro que a nadie de la familia se le haya ocurrido mirar allí... seguro estaban distraidos pensando en otra casa.

Saludos!

J.

Pluma Roja dijo...

¡¡Qué suerte!! Cómo no se les ocurrió lo de la cama fue una vieja costumbre. Aquí se dió un caso real, donde terminaron fusilando a unos ladrones que entraron a una casa de una acaudalada anciana. Éstos sinvergüenzas cargaron con las joyas de la anciana, metiendo las joyas precisamente en el mismo lugar en dónde Don Pedro tenía sus dólares. Obviamente los descubrieron y fueron fusilados.

Saludos Ma. Rosa un precioso relato.

Marinela dijo...

Hola MariaRosa, me alegró de ver que tu inagotable imaginación sigue activa dejando tus fantásticos relatos aquí para el gozó de los que te seguimos.
Un saludo con afecto.
Marinela

Joaquín Galán dijo...

¡Qué bueno! Una venganza dulce por el trato recibido por parte de una familia ambiciosa.Creo que hizo lo correcto,para que aprendieran.
Por otra parte,seguro que quien encontró el dinero lo necesitaba más que los otros.

Un placer siempre pasar por tus relatos,Mª Rosa.

Un abrazo

Mari-Pi-R dijo...

No hay que despreciar nada pues no se sabe nunca en donde está el tesoro escondido, por lo menos fue a parar en buenas manos que lo pudieron disfrutar.
Muy bueno, un abrazo.

Rafael Humberto Lizarazo Goyeneche dijo...

Donde menos se espera salta la liebre, el ambicioso nunca logra nada.

Un abrazo.

Abuela Ciber dijo...

Me encanto !!!!!!!!
Cariños

lichazul dijo...

felicitaciones Mariarosa
siempre un gusto leer tus historias bien entrelazadas
abrazos

Kasioles dijo...

De los errores siempre se saca alguna moraleja.
La ambición es ilimitada y empequeñece, por el contrario, el amor nos hace grandes y ennoblece.
¡Preciosa tu historia! Tienes la virtud de escribir bellamente.
Agradezco muchísimo tu comentario y máximo ahora que he faltado tanto tiempo de mi espacio, ha sido gratificante leer tantas muestras de cariño y comprobar que no me habéis olvidado. Mil gracias.
Cariños en un fuerte abrazo.
kasioles

Antorelo dijo...

Don Dinero, poderoso caballero. Triste, pero cierto. Excelente relato. Un abrazo

Carlos Augusto Pereyra Martínez dijo...

Vaya ironía¡Qué bien lo cuentas. Qué mejor destino de la plata guardada: un basuriego. Me imagino la vida pantagruélica, en adelante. Un abrazo. Carlos

Soñadora dijo...

Muy bueno Maria Rosa, retrato vivo de más de una realidad.
Un abrazo!

Noelia A dijo...

Y el dinero fue a donde más lo necesitaban. Encantador final. MI abuela solía contar de un tío abuelo de ella que había escondido sus ahorros todos dentro del bandoneón, y que el dinero fue descubierto veinte años después de su muerte por uno de sus nietos, pero la moneda argentina había cambiado ¡y ya no eran válidos!
Muy buen relato. Un gusto pasarme a leer.

Franziska dijo...

siempre consigues un relato interesante, así debería ser la vida que el dinero llegara a quien lo necesitara. Un abrazo. franziska

Franziska dijo...

siempre consigues un relato interesante, así debería ser la vida que el dinero llegara a quien lo necesitara. Un abrazo. franziska

TIGUAZ dijo...

La ambición es una enfermedad, lo malo es que nadie investiga una vacuna para neutralizarla. Como siempre, me encanta tu lectura. Desde tu otra casa un abrazo.

Manrique dijo...

Una vez en mi casa desmontaron las cortinas para lavar. Mi hermano cogió el tubo se lo llevó a la boca, aspiró para
fuera y le vino un billete de 1.000 pesetas,a los labios. Mis padres recibieron
una alegre sorpresa, porque se olvidaron de que hace tiempo introdujeron ese
dinero en el tubo. Las sorpresas viene sin avisar y cuando menos te lo esperas
ABRAZOS.

cachos de vida dijo...

Eso si que fue suerte. Una maravillosa sorpresa. El mejor destino para el dinero.
Feliz fin de semana.
Un abrazo.

En una librería de la calle Corrientes.

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