domingo

Sin final posible.



El móvil vibró en el bolsillo de su abrigo, lo había programado para que anunciara minutos antes  la media noche. La luna  se ocultaba por momentos. El pueblo  era todo silencio,  una luz plateada vestía  las veredas. Hacía frío, un frío que se metía como aguja entre la ropa y le llegaba a los huesos.
Apretó el paquete  contra su pecho. Le había puesto tanto papel que había duplicado su volumen. 
Cada tanto creía escuchar pasos,  giraba la cabeza presintiendo que alguien la seguía y comprobaba que era su imaginación.  Al cruzar una calle, vio una sombra  que se acercaba.  Era un hombre que caminaba  pegado a la pared y silbaba bajito un tango,  cruzó frente a ella y siguió de largo sin mirarla. Respiró aliviada. 
El paquete era liviano, pero los brazos le dolían, era la tensión con que lo estrujaba.
Faltaba poco para llegar. El cielo se fue cubriendo de nubarrones, la luna quedó oculta y las calles se perdieron tras una bruma gris.  Dios quiera que no llueva, dijo entre dientes. Cruzó la avenida del puerto.  No había nadie en la costanera, caminó por el muelle que se adentraba entre olas furiosas. Gotas finas le mojaron la cara.  Es su celular, faltaban cinco minutos para la medianoche. Espero. Un minuto más… otro…ya era la hora. Respiró hondo. Alzó el paquete y con fuerza lo arrojó,  las aguas  se abrieron  con un chapoteo apenas visible. Lo vio flotar hasta que las olas lo envolvieron y desapareció de su vista. Un alivio infinito le aflojó el cuerpo.
Retomó las mismas calles, sin apuro. La tensión había dejado sus miembros doloridos, sin explicarse por qué, comenzó a llorar. ¡Qué tonta que era!  ¿Por qué lo hacía?  Si al fin se había librado de ella y sus maleficios. Demasiadas desgracias para tan corto tiempo.  Un sonido agudo le llegó lejano, luego más cerca, se detuvo. Lo volvió a oír, ¿una risa? Miró a todos lados. Nada. Una sombra se elevó en una esquina. Seguro son las ramas de los árboles que se agitan, se dijo,  y la luz de la calle les da formas inquietantes.
Su madre decía que ella era muy imaginativa. Pobre mamá, pensó,  es tan inocente nunca se da cuenta de nada.
Ella sabía que  las extrañas vivencias del último año, no fueron obra  de  su imaginación. Su mundo pequeño, esa familia de juguete que eran su madre y ella, había cambiado desde que esa muñeca de trapo entró en la casa. Intentó apurar el paso, el viento era helado y una llovizna fina comenzó a caer, se arrebujó en el abrigo. 
Abrió la puerta de calle, el pasillo  estaba a oscuras.  De su habitación  se filtraba un rayo de luz por la puerta entreabierta.  Encontró a su madre sentada en su mecedora,  se movía rítmicamente.
—¿Mamá qué haces levantada?
—Escuché llorar a Pepona y vine a acunarla —dijo mientras levantaba en sus brazos  a la muñeca de trapo.







20 comentarios:

El Demiurgo de Hurlingham dijo...

Una historia inquietante, muy visual. Muy lograda la atmósfera.
Te felicito.

El Demiurgo de Hurlingham dijo...

Te recomiendo la convocatoria de Este, jueves un relato, de la semana próxima. La convocante lo agradecería. Y es un tema que pareces dominar, leyendas locales.

El Demiurgo de Hurlingham dijo...

http://etluxintenebrislucetbyh.blogspot.com.ar/2015/08/convocatoria-juevera-para-el-3-de.html#comment-form

Mari-Pi-R dijo...

No sé si celebras tu santo el 23 o el 30, pues antiguamente Santa Rosa se celebraba el 30, así que te dejo mis deseos de felicidad en tu día y gracias por pasarme a visitar.
Un abrazo.

Bertha dijo...

¿Que impacto verdad...?-Tienes el don de mantener la tensión y sobre todo la curiosidad hasta el final...(que mata también)...

fELICIDADES Mª ROSA UN ABRAZO.

Joaquín Galán dijo...

Inquietante es la primera palabra que se me ocurrió tras leer tu historia de hoy.Posiblemente llegó tarde a deshacerse de la causa de los males,ya permanecía viva en la imaginación de la madre.
Me gusta sobre todo la intriga con la que nos llevas a esos finales con sorpresa.

Abrazos Rosa Mª

Mª Jesús Muñoz dijo...

A veces tratamos de deshacernos de aquello que habita en nuestra mente y nos hace daño...Ella lo intentó, pero aún seguí viva en su casa y en la mente de su madre...Una historia que nos hace pensar en esas fuerzas ajenas a nosotros, que nos complican la vida...Mi felicitación y mi abrazo de luz, amiga.
M.Jesús

Franziska dijo...

Queda demostrado que los temores de la protagonista están más que justificados y nos queda la intriga de saber qué pasará porque esta historia no parece que ha llegado al final. Interesante. Saludos cordiales. Franziska

Carlos Augusto Pereyra Martínez dijo...

Para un magnífico cortometraje de terror. En tu cuento está todo: guión, luces, locación y personajes. UN abrazo. Carlos

Pluma Roja dijo...

Un buen relato de suspenso. Como te gustan.

Saludos María Rosa.

Maite Sánchez-volarela dijo...

Una ambientación muy buena para este cuento de horror.
Felicidades! :)

Un beso

TIGUAZ dijo...

Constructora de escenarios visuales, mi felicitación y aplauso. Desde esta Galicia, hoy lluviosa, el puerto del Berebes estará igual, mi cariño.

Mirella S. dijo...

Siempre nos sorprendés con tus relatos, sean costumbristas, de suspenso o con un toque fantástico.
Dobles felicitaciones: por tu onomástico y por el relato.
Besos.

Rafael Humberto Lizarazo Goyeneche dijo...

Así las cosas, esta historia no tendrá fin... la muñeca siempre regresará, no importa lo que hagan.

Un abrazo.

José A. García dijo...

Esta noche voy a mirar con otros ojos los muñecos de peluches que aún conservo en mi casa...

Gracias...

J.

Soñadora dijo...

Hay cosas de las que no hay forma de deshacerse.
Abrazos!

AdolfO ReltiH dijo...

TEXTO PARA UNA PELÍCULA.
ABRAZOS

cachos de vida dijo...

Maravilloso relato.
Feliz fin de semana.
Un abrazo.

Diana de Méridor dijo...

Espeluznante. Resulta curioso que una de las cosas que puedan causarnos más terror sea algo que suele ser tan tierno como una muñeca, un simple juguete. La mente humana es ciertamente curiosa.

Volvemos, madame. O al menos lo intentamos.

Feliz fin de semana.

Bisous

María Socorro Luis dijo...


Con la inquietud flotando en el aire... Estupendo, querida Mariarosa.

Abrazo

En una librería de la calle Corrientes.

    Comprendo que no todo el mundo puede creer en la magia, yo creo. No se explicarlo, pero ella se presentó en mi vida sin que la llame...