Todo me fue dilucidado aquel día. Desde
su desdentada sonrisa, la vieja se enredaba con las palabras, por momentos
hablaba un idioma que yo no podía entender, se burlaba, estoy segura de que lo
hacía. Sus manos, de dedos largos y
huesudos, jugaban con una cinta ajada y sucia, ya sin color. La habitación olía
a humedad, todo era desorden; desde la mesa cubierta con botellas y vasos,
hasta las cajas apiladas en el piso conteniendo quién sabe qué.
Volví
a preguntarle por mi madre, sus ojos opacos de pestañas ralas se fundieron en
los míos, leí en ellos cansancio. Se afirmó en la mesa y se puso de pie. Caminó
por la habitación apoyada en su bastón, se acercó al brasero, guardó la cinta en el bolsillo y
quedó de pie, hipnotizada frente a las llamas. “Tengo frío” dijo y calló lo que
yo esperaba oír. Creí que lo mejor era salir de ahí, la vieja no me comprendía
o no quería hablar. Me calcé el bolso en el hombro, iba a levantarme
cuando me detuvo con un gesto. Ella
observaba el fuego que chispeaba con lenguas rojas y amarillas. Debió adivinar mi intención
de irme y sin moverse, preguntó: “Para qué querés revolver el pasado, tu madre
hace años está muerta.” “¿Qué le sucedió?” Pregunté. La vieja movió la boca en
un gesto de asco y me dijo; “Eres cabeza dura igual que ella.” Dejó el bastón
sobre una silla y estiró las manos para recibir calor. A lo lejos el ladrido de un perro
acompañó sus palabras; “tu madre era muy
bella y le gustaba coquetear con los mozos del pueblo, no te ofendas, pero con
todos tuvo amorios. Al morir tu abuela, ella vino a vivir a mi casa, yo la
aconsejaba, pero no entendía razones, iba con uno y al otro día con otro.
Cuando se casó con Ramón, mejor dicho, la casé, a ver si asentaba cabeza, creí
que iba a cambiar, pero no fue así. Siguió su vida alocada, hasta que conoció
al hijo de los Bender, Karl Bender, y se enamoró perdidamente.
El
padre Iván Bender y Karl eran dueños de todo el pueblo y de las curtiembres que
estaban en las afueras, esas hoy están abandonadas.
Ramón
era un buen muchacho, pero al saber que su mujer se veía con el hijo del patrón
en una casa del pueblo enloqueció. Una noche la siguió. Llevaba un puñal, con la intención de matar a Bender, de un
golpe abrió la puerta y se abalanzó sobre ellos e intentó matarlos, pobre
estúpido, el hijo de los Bender estaba armado y disparó sobre Ramón, que cayó muerto sin decir un ay.
Acusaron
a tu madre del crimen y le redujeron la
pena, porque declaró que fue en defensa propia y que estaba embarazada. Estaba
tan enamorada que obedeció todo lo que Karl le dijo. Vos naciste en la cárcel,
te criaste a su lado hasta que al año, ella enfermó, creo que de tristeza. El
sinvergüenza de Karl nunca la fue a visitar, ni una carta le escribió. Desapareció del pueblo.
Al
morir tu madre me mandaron a llamar y te traje a esta casa. Te cuidé hasta los
cinco años en que vino el viejo Bender tal vez por remordimiento, o porque creyó
que era tu abuelo, me entregó la orden
de un juez, y te llevó con él. Lo demás ya lo sabes, te criaron en un colegio
pupila… ¿no?”
¿Quién
fue mi padre?
La
vieja hizo un gesto ambiguo y dijo:
“No
lo sé, pudo ser cualquiera, seguramente ni ella lo supo”.
28 comentarios:
Terrible relato María Rosa ! llevado de la misma realidad. Parecido a tantos casos, sobre todo en los pueblos del interior, donde todavía pasan estas cosas.
Espléndidamente redactado como siempre , con un final desgarrador.
Sos una gran cuentista. mantenés el interés del lector desde que empieza hasta que termina y tus finales siempre son ESPECTACULARES.
Toda mi admiración. Mil besos.
¡Feliz fin de semana!
Que crueldad de ese personaje.
Y que sufrida la madre de la protagonista, obligada a casarse. Uno la quiso matar y otro no la defendió cuando fue encarcelada.
Tremendo cierre, ¡¡Desgarrador!!
Besos María Rosa.
Ha de ser terrible no poder conocer las propias raíces. Una condena también, y esta vez para un inocente.
Feliz fin de semana, madame
Bisous
Se mire por donde se mire, este tipo de situaciones acaban produciendo un dolor atroz a todos los colaterales. Al culpable también, por la anulación absoluta de su propia dignidad en nombre de un amor más entendido. Y te confesaré que a veces pienso que ningún acto de contrición podría justificar los alcances de la culpa.
Muy buena narración y qué triste final para todos.
Un abrazo, María Rosa, y buen fin de semana.
Intrigante relato que nos tiene en suspense hasta el final. Los perdedores,los de siempre. Un abrazo.
Duro relato.
Un abrazo.
Los principios, los finales, en una discordante incógnita, en un casi no se que decirte, un no quiero saber que contarte. ¿Quien sería el autor?. Quizás la nada. Un abrazo, amiga.
Bonita historia. Hay verdades que duelen, y sin embargo es mejor saberlas.
Feliz fin de semana.
Un abrazo.
Tremenda historia
y es que el ser humano es tan egoísta y tan cruel
y si a veces saber la verdad nos da la vuelta la piel
.. y el amor nos vuelve a veces rematadamente ¿.-----? lo dejo en el aire la palabra
un abrazo enorme ..
gracias por erizarme a piel ..
siempre emocionas con tus relatos
buen finde
UFFFFFFFFF, ESE CIERRE.. CREO QUE DESMORONÓ A LA CHICA.
ABRAZOS
María Rosa, qué bien nos contaste la historia, amiga...La hemos visto en imágenes, el perro y el fuego también hablaban a su manera...Es difícil contar la verdad cuando se sabe que va a doler, pero a veces hay que hacerlo...La chica necesitó fortaleza interior para afrontar todo aquello y al final...Aún le quedó la duda...
Mi felicitación y mi abrazo de luz por tu amor a las letras.
M.Jesús
Que tristeza no poder saber quien es tu padre...Y nunca mejor dicho que los errores de los padres los pagan los hijos.
Me encanta este pulso que mantienes hasta el final.
Feliz día MªRosa un abrazo.
Una historia muy bien narrada,como de costumbre,aunque esta vez el final se me quedó algo frío,creo que se le podía haber sacado más provecho. En el fondo,la madre fue un ser que vivió la vida con pasión y por eso precisamente se convirtió en víctima del primer desalmado que se encontró en el camino...
Están muy logradas las descripciones de los personajes,sobre todo de la vieja,para mi la auténtica protagonista de la historia.
Abrazos María Rosa.
Que fuerte para la hija no llegar a saber quien fue su padre, dura la vieja.
Abrazote!
Mientras en el mañana no haya sombras, la cosa no está tan mal.
Besos,
Buen relato, enhorabuena.
Un final sin esperanza. Todos queremos conocer de dónde venimos. Es muy duro que una persona no pueda partir de algo que la hecho sufrir para terminar perdonando que es lo único que nos redime. Interesante argumento. Un abrazo. Franziska
Qué manera cruel la de la vieja al decirle una verdad a medias. Muy buena la descripción de ese personaje y del ambiente. Como siempre, impecablemente narrado.
Besos, Mariarosa.
No saber los origenes es un tema duro
Muy buen relato
Abrazo
Un relato digno de ser elogiado,...con una descripción de la humana falencia en que incurren todos los participantes...Muy delicada y sutil narrativa de un hecho que trasciende las fronteras de la palabra. La imaginación nos permite completar el resto.Tu sabes de mi admiración por tus trabajos...y te digo que me sorprendes en cada oportunidad que leo tu producción. Y siempre para bien. Mis respetos, noble escritora. Juan Angel Petta
la realidad siempre nos da tinta,
buen relato, felicidades
abrazos
Cor razón dices que el amor es ciego y hasta, a veces, sordo.
Un abrazo.
Feliz verano y feliz fin de semana.
Un abrazo.
Tremendo relato de una realidad que has sabido trasmitir en un genial texto.
Un abrazo
Tremendo relato de una realidad que has sabido trasmitir en un genial texto.
Un abrazo
Bella historia Mariarosa. Todos los elementos hablan su lenguaje. Interesante, y real también. De ahí el relato bien contado.
Un gran abrazo.
Creo que está todo dicho a la medida de cada cual, solo añadiré, como siempre MAGNIFICO.
Un abrazo y desde tu otra casa mi cariño
Qué bien lo manejaste. Hasta el final...pudo ser cualquiera el padre. UN abrazo. Carlos
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