Historia de la vida real.
Me
pregunto si se abran puesto de acuerdo para partir juntas. Imagino que no, debe ser obra de la
casualidad, de esa casualidad que a veces es tan causal que parece tener motivo
para despertar nuestro asombro con sus acciones.
Lo
real es que ellas ya no están. En cuestión de meses partieron las dos y las
casas, juntas, se miran aburridas, tan solas y tristes.
Pienso
en sus habitaciones, en sus muebles, el silencio deambulara por ellas,
arrastrando tierra y telarañas, hasta algún papel ocioso, curioseara desde la pata de un sillón, esperando la mano de la dueña de
casa que lo levante. Eso ya no volverá a ocurrir. Las dos están de viaje, en
ese viaje que todos emprenderemos algún día.
Las
recuerdo cada una en su casa, barriendo la vereda o cuidando el jardín,
conversando entre ellas mientras mi paso lento regresaba del trabajo. Hoy sus
jardines son bosques abandonados, las veredas cubiertas de hojas y tierra solo
hablan de abandono.
Han
puesto carteles de venta. Al menos queda la esperanza de que nuevas risas
pueblen la cuadra, que los jardines perfumen nuestro paso y que un nuevo saludo
sonría a nuestras mañanas. Así es la vida, pero se extrañan; Celestina y
Melina. Ahora me doy cuenta que sus nombres terminan igual, hasta en eso las
unió el destino.
21 comentarios:
Es la tristeza escondida de ese nuevo inquilinato que nadie quiso nunca, de aquella partida que tú tampoco deseaste y de la ausencia indolente que nunca quisiste, pero la vida, no tiene una determinada fecha de caducidad e inesperadamente nos arrastra a ese lugar que nunca deseamos. Me encanta leerte. Un fuerte abrazo desde tu Galicia.
Las paredes de las casas guardan el recuerdo de las personas que en ellas vivieron. ¡Qué placer leerte!
Un abrazo, amiga.
Si además de vecinas fueron buenas amigas, esa unión hizo que partieran juntas... ninguna de las dos se quedó sola.
Un abrazo.
Me gusta pensar que parte de ellas ha quedado entre sus paredes y, que de alguna forma continúan allí esperando acompañar los próximos habitantes que en algún momento sembrarán de vida las habitaciones.
Un fuerte abrazo María Rosa.
Una sincronicidad tal vez no buscada conscientemente, pero deseada si eran amigas. Ninguna se quedó sola barriendo la vereda y viendo como en la contigua se acumulaban las hojas secas.
Un abrazo, Mariarosa.
Mucho cariño se encuentra en esta historia.
Seguro que pronto llegará la primavera a ese jardin solitario.
besitos
Mavi
Qué linda historia María Rosa !
Esas vecinas rieron juntas, lloraron juntas, vivieron juntas y partieron juntas.Para las dos, el mismo destino.
Yo tengo vecinos pero no tengo cercanía
porque vivo en una zona céntrica y enfrente tengo una plaza, a la izquierda una iglesia y a la derecha una escuela.Sólo una cuadra de vecinos
acaudalados con grandes mansiones. Yo tengo un departamento pequeño pero siempre anhelé tener vecinos como pasa en los barrios.Son destinos ¿no...?
Me encantó ! tiene mucha ternura.
Mil besos.
¡Feliz semana!
Hay lazos que duran toda una vida y van más allá de la misma
Hermoso relato, lleno de ternura, de cariño, con esa manera tan tuya que llega al centro del corazón
Un abrazo fuerte
Entrañables palabras de recuerdo y amistad por quienes prosiguen sus vidas igual que antes... En sereno caminar.
Y sí, María Rosa, en ocasiones la causalidad juega a casualidad haciéndonos caer en cuanta de cosas que, estando, pasaban desapercibidas.
Un abrazo.
Sólo un alma muy sensible percibe lo que describes (yo debo reconocer que soy demasiado ermitaña y ni siquiera sé quién vive frente a mi apartamento :s) y seguro notará el instante preciso en que nuevos aires lleguen a cobijarse entre esas paredes :)
Siempre queda algo de los que vivieron esas casas...por ejemplo este recuerdo.
Un abrazo
Curiosas coincidencias, imagino la ausencia que han dejado tras su partida, una se acostumbra y encariña aun cuando no lo note.
Besos!
me gustó
saludos
Una muestra elocuente de poseer una fibra íntima de escritor, que se muestra tan claramente en esta historia...Muy Buena, maría Rosa,..
Ultimamente, los las historias son muy interesantes....Ultimamente, se refiere a los últimos veinte años. Ja..Ja... Un beso grande...
Juan angel Petta.
Nos encariñamos con la gente que vemos a diario y cuando desaparecen de nuestras vidas,las echamos de menos.En el fondo es ese viaje definitivo -como lo llamó Juan Ramón Jiménez- el que nos hace meditar y añorar la vida cuando esta existía en su plenitud...
Un bello relato cargado de sensibilidad,María Rosa.
Abrazos
QUÉ COINCIDENCIA!!!
UN ABRAZO
Es triste la soledad de una casa deshabitada, una casa que un día tuvo vida y hoy solo recuerdos.
Feliz fin de semana.
Un abrazo.
Me has emocionado María Rosa, porque lo has escrito con una delicadeza tremenda. Me ocurre algo parecido con vecinos de mi niñez que eran mayores que yo y... ya no están. Espero que hayas tenido una buena Semana Santa. Nosotros ya estamos de vuelta en el blog contando cómo la vivimos. Un fuerte abrazo y buen fin de semana. @Pepe_Lasala
Se cogieron de la mano y juntitas cruzaron el umbral de luz que les abríría un nuevo sendero.
Cuánta sensibilidad destilan tus palabras, querida amiga.
Un abrazo y feliz fin de semana.
Cómo las casas pierden su encanto, cuando las dejan quienes las han vivido por tantos años, que luego cuando se van, dejan esa emoción de vacío.
UN abrazo. Carlos
Se habrán puesto de acuerdo, sí.
Suerte
J.
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