Juan
se sentó en el sillón, entrecerró los
ojos y volvió a sus años infantiles, donde era un
capitán surcador de mares imaginarios, que desde el María Teresa
descubría islas pérdidas.
Su
tío Marcos lo había diseñado, como a otros, aunque ninguno lo igualaba en originalidad y belleza, fue su primer velero, el mismo que después de tantos
años seguía en la botella sobre la chimenea.
El
viento y el frío habían corrido a los turistas del puerto, las barcas de
colores se balanceaban al influjo de las olas que golpeaban furiosas el muelle.
El cielo se iba poniendo gris.
Ella
apareció de pronto. Traía una maleta pequeña y un abrigo azul, era tan bonita que no pudo dejar de mirarla.
El pelo rojizo y suelto le caía sobre la espalda. Se acercó al murallón, se
sentó sobre la maleta y parecía dispuesta a esperar. Juan se aproximó y habló
del clima, era tanto el frío en pleno verano que le dio tema para iniciar
una conversación. Ella miraba el mar y sonreía, le preguntó si esperaba a
alguien, le confesó que a su novio. Vamos a estrenar un velero, dijo, lleva mi
nombre pintado en la proa, nos vamos por varios días. Le preguntó la hora, son
las seis dijo y se alejó.
Siguió
recorriendo el muelle, el viento anunciaba tormenta y clavaba sus agujas a
través de su gabán, ya oscurecía. Algunos pescadores cargaban sus barcas, estiraban las redes para salir al mar, el ambiente del puerto se
tornó bullicioso.
Ella seguía allí. Juan se acercó y vio sus
ojos enrojecidos. ¿Por qué no regresa a
su casa? el frío le va a hacer mal, le dijo. No respondió, sólo lloraba. Juan se
quedó a su lado, le dio pena. ¿Quiere que la acompañe? Ella se levantó y se
tomó de su mano como una niña perdida; estaba helada, lo estremeció su contacto. Las
lágrimas bajaban por su cara como lluvia. Marchaban por calles vacías y sólo se escuchaba su sollozar. Llegaron hasta una casa con frente de piedra. Una mujer mayor de figura difusa
salió a recibirla, la tomó por los hombros y le dijo: vamos María Teresa, no
llores, tengo té caliente. Juan se
estremeció al oír el nombre, un sudor helado le cubrió el cuerpo, el ambiente
se vistió con una bruma gris y la
oscuridad se cerró aún más, ni el sonido
del mar se dejaba oír. El lugar
era extraño, se sintió perdido, una garúa fina le mojó la cara, no lograba reconocer las calles hasta que llegó a un bar del puerto. Se acercó
al mostrador, pidió una ginebra y al mirarse
en el espejo se impresionó, estaba
desencajado, macilento, el mozo notó su semblante y haciendo una broma le dijo: Parece que ha visto un fantasma.
Sobre
la chimenea, el María Teresa se movía sobre un mar verdoso que lo agitaba, la voz del tío Marcos lo sacó de su ensoñación. ¿Querés
un mate Juan? Él miraba a Marcos y al
velero, comprendió que había regresado de un viaje en el tiempo. Preguntó: -¿Tío Marcos, por qué la dejaste?
Lo miró sin entender.
-María Teresa -dijo ella- ella te esperó aquella tarde.
Marcos se dejó caer en el sillón, pareció envejecer y, ante ellos, el velero realmente comenzó a moverse; la botella había desaparecido y el María Teresa navegaba sobre un mar ilusorio. De pronto; todo regresó a la normalidad, Marcos lloraba y Juan no lograba entender, algo había sucedido, algo desconocido.
Lo miró sin entender.
-María Teresa -dijo ella- ella te esperó aquella tarde.
Marcos se dejó caer en el sillón, pareció envejecer y, ante ellos, el velero realmente comenzó a moverse; la botella había desaparecido y el María Teresa navegaba sobre un mar ilusorio. De pronto; todo regresó a la normalidad, Marcos lloraba y Juan no lograba entender, algo había sucedido, algo desconocido.
35 comentarios:
Triste, estremecedor, inquietante...un relato para leer una fría tarde de otoño.
Me ha gustado muchísimo, María Rosa.
Feliz semana.
Un precioso relato que pudo ser real. Tu estilo de narrar delata tu condición de poeta.
Un gran abrazo
Un buen recorrido a través de esta lectura por un mundo con olor a salitre.
Un abrazo.
Eres especial para hacer que uno te lea comiéndose las uñas. Hermoso texto. ¡Me encantó !
Un viaje al pasado.
Besos del alma.
¡BUENA SEMANA !! :)
nostálgico relato Mariarosa, hay decisiones que mutilan pero que no matan del todo
abrazos
Buenas tardes María Rosa, me has tenido enganchada a tu relato, no esperaba ese final. Muy buena descripción.
Gracias por estar a mi lado.
Un beso
Sor.Cecilia
Fantástico relato. Por bueno y por creativo.
Un beso.
MUY TRISTE PERO EN EXTREMO BIEN ESCRITO...
UN ABRAZO
CARLOS
Maria Rosa. Excelente relato lo has llevado magistralmente. Con un final que estremece como la tarde lluviosa y fría al borde del mar.
Un abrazo.
Siempre me sorprendes.
Muy bueno otra vez.
Besos.
María Rosa, entre el umbral de la realidad y la fantasía se mueve tu relato. Una mirada al pasado desde el presente. Siempre interesantes tus temas y perfiles de los personajes.
Un saludo cariñoso.
Un lindo despliegue de imaginación.
Me gustó mucho María Rosa.
Y a través de tus palabras navegamos en la ilusión de María Teresa y en su decepción final.
Una trama muy bien entretejida.
Besos, Mariarosa.
Que relato más triste, me ha dado pena esa espera valdía de María Teresa.Besicos
Maria Rosa, que relato más bonito, me ha emocionado...Juan por algún misterio retrocedió en el tiempo y supo la verdad, mientras Marcos lloraba...y aquella chica quedó en el recuerdo de todos simbolizada en un bello barco dentro de una botella...Una preciosidad, que nos invita a soñar y a agradecerte tu inspiración y maestría, amiga.
Mi felicitación y mi abrazo grande.
Feliz semana,María Rosa.
M.Jesús
¡Muy bueno, María Rosa! Además de las emociones que moviliza tu cuento es inteligente y distinto. Un abrazo amiga. Escribes muy bonito.
Esos barquitos construidos en botellas guardan muchos secretos de historias pasadas, tu bonito relato es un claro ejemplo.
Un abrazo.
solo la paciencia y el dolor logran realizar un trabajo tan bello, a veces queda la magia del pasado en él...
muy hermoso, saludos amiga
Juraría que ya había comentado este texto, pero parece que no es así, seguramente es que me llena tanto su lectura, que no pulso el intro.
Es el reflejo de un sueño en una botella que pudo ser realidad.
Me cautivas con tus letras María Rosa. Mi admiración y cariño.
Hola, me ha recordado mucho a la canción Penélope de Serrat y a la arboleda perdida de Rafael Alberti donde una niña viajaba con su dedo sobre un altas, lentamente por los mares azules.
Su dedo, blanco velero,
desde las islas Canarias
iba a morir al mar Negro.
Un abrazo y feliz día
Pasaré a leer algunas de tus entradas anteriores.
María Rosa, tu relato engancha.
Ha sido toda una experiencia ver que se acababa y querer alargarle para que, finalmente, por arte de tu pluma el tiempo volviera a atrás y Marcos recogiera a María Teresa para llevarla en el velero.
Espectacular de principio a fin.
Enhorabuena.
Besitos.
Fino y sentido relato, como la vida misma.
perfecto Maria Rosa.
Un abrazo para la escritora de relatos muy bellos.
MAVI
Un relato de aquellos que despiertan inquietud por saber, que obliga a preguntarse muchas cosas,..que comienza como un simple placer de la lectura y se va transformando en la necesidad de seguir adelante, apurando un final que a todas luces seguirá siendo una incógnita insólita y a la vez esperada.e El estilo, dignifica al escritor. Con el debido respeto
Entre ola y ola del mar de la serenidad, se plantean las historias más terribles...
O no.
Saludos
J.
Ojala esos viajes en el tiempo sirvieran para rectificar y arreglar viejas penas, madame. En cualquier caso, resulta muy romántico.
Feliz día
Bisous
PRECIOSO MARIAROSA COMO TODO LO QUE ESCRIBES, ESE HALO DE SOLEDAD, ME ENCANTAN LOS RELATOS MELANCOLICOS Y TU LE HACES HONOR CON TUS DOTES DE GRAN ESCRITORA.
BESOS AMIGA.
Que intenso y escalofriante desenlace Mariarosa, magistral!
Besos,
Fuerte.
Me gusta.
Me acordé del "Holandés errante".
Un abrazo.
COMO SIEMPRE TU RELATO LLENO DE INTRIGAS.
BESOS
Como siempre leerte no es solamente un placer sino una lección de buen escribir. Aprendo contigo
buen comienzo de semana
abrazos
Algo pasó, claro que si. Triste y doloroso.
Saludos doña Maríarosa!
Qué bien encajas las historia, para retrotraer el tiempo y anudar los personajes. Basta un velero, un sobrino, y una ensoñación, y ya tienes, en tu característico suspenso, una historia para contar. UN abrazo, y mi respeto por su trabajo narrativo. Carlos
María Rosa, los puertos lugares de tantas atraques cuantas lágrimas han fundido con el mar de las despedidas. Las que enarbolan un pañuelo y as furtivas.
Tu cuento tiene aire marítimo y de tristeza. De nostalgia y de adioses que como la marea viene y va. Un relato, amiga, que nos enreda y nos arrastra hasta el final.
Un placer leerte, algo tarde pero mis tiempos están siendo complicados. La puntualidad se resiente pero nunca la llegada.
Un fuerte abrazo
Juan heredó también una melancolía heredada de una mala decisión de su tío, la de haber dejado esperando a María Teresa. Juan no la habría esperando en vano. Pero no le estaba permitido intervenir en su historia.
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