El
portazo hizo temblar las paredes. Don Mario levantó la cabeza, los anteojos se
le deslizaron hasta la punta de la nariz. Dejó el diario a un costado y antes
que llegara a levantarse, su hija Claudia, entró quebrando la paz de su mañana
dominguera.
—¡Papá!
Mario
no respondió. Ella daba vueltas y movía los brazos intentando decir con ese
gesto lo que no lograba con palabras. Al fin dijo:
—Papá,
me enteré que estás de novio con la
viuda de Arride...
La
cara roja y los ojos brillantes de su hija le provocaron una sonrisa.
—Hemos
ido al cine, a bailar —Mario se encogió de hombros— ¿Eso es un noviazgo?
—Soy
tu hija y no estaba enterada.
—¿Enterada
de qué? Somos amigos, qué es lo que te pone tan mal.
—Viejo
tenés setenta años.
—Sesenta
y ocho.
—Me
parece una vergüenza. ¿Cuánto hace que murió mamá?
—Cinco
años, que he llorado y los he asumido
con dolor y sin molestar con mi soledad a nadie. Hoy he encontrado una amiga que le gusta como a mí, ir a bailar,
hablar de cine, de libros. Me ha cambiado la vida. ¿Querés un café?
No
espero respuesta, intentaba no mirar la cara congestionada de su hija, que no
paraba de llorar. Fue a la cocina preparó la cafetera y buscó las tasitas.
—Me
da vergüenza que mis amigas te vean saliendo con mujeres.
—¿Mujeres?
—Mario se volvió y la miró de frente—Elsa es una amiga, nada más, tal vez más
adelante lleguemos a otra cosa pero en este momento, amistad. ¿Comprendes? y de tus amigos me importa un rábano.
—Por
qué no salís con Sandoval, o con Carlos Rivas que es tan culto…
Mario
acercó la cafetera y el azúcar a la mesa, se sentó y dijo con calma:
—Sandoval
no ha leído un libro en su vida, no le gusta el cine de lo único que sabe
hablar es de futbol y a mí el tema no me interesa —sirvió el café— y Carlos
tiene a su esposa y sólo sale con ella a todos lados.
Tomó
la mano de su hija y tratando de serenarla le dijo:
—Claudia
no está bien tanto reproche, los últimos años los he pasado muy mal. La
soledad pesa, da angustia, produce
depresión —la tomó del mentón y la miró a los ojos—. Pasas semanas sin venir a verme, y no es un
reproche, comprendo que trabajas, llevas adelante tu casa, tu marido, tus hijos, pero yo estoy
solo.
—¿Por
qué no venís a casa?
—¿Para
qué? Tu hijo vive encerrado escuchando música, tu hija prendida a la
computadora, no los entiendo ni ellos a mí. Tu marido no me dirige la palabra, lee el diario o mira TV. Estoy solo Claudia,
muy solo. Hubo momentos en que hablaba con el espejo tratando de entretenerme o
ponía el televisor a todo volumen para distraer tanto silencio —hablaba con
dolor—. Estás siendo egoísta.
—Papá
me dio vergüenza cuando me lo dijeron casi con burla, se reían de vos.
—¿Y
a mí que me importa? Soy feliz con Elsa, discutiendo sobre Borges o Cortázar.
Yendo juntos al cine o tomando un café en cualquier boliche de la ciudad.
Bajo
la cabeza, no quería que su hija notara su emoción. Claudia quiso hablar y sólo
dijo:
—Perdón
viejo.
—Ay
mi querida, vivimos en una sociedad donde sólo los jóvenes tiene derechos.
Ustedes se olvidan que los sesentones de
hoy descubrimos a Cortázar, a Borges y Sábato, y que en los setenta hicimos
frente a los dictadores del gobierno
militar.
—No
te pongas así…
La
taza temblaba en su mano, Mario la dejó sobre la mesa.
—Bah…
me puse nervioso. Volviendo al tema, Elsa y yo somos amigos, ella es… no sé
cómo decirte, me hace sentir bien, es como estar en casa. En un rato la voy a
buscar para ir a almorzar.
—Quería
que vinieras a casa a comer con nosotros —dijo Claudia.
—¡¡Justo
hoy…!! Hace meses que no me invitas…
—Tenés
razón, lo dejamos para otro domingo…
—Está bien, para el próximo domingo.
30 comentarios:
Los años pesan y no tanto para quien lo lleva sino para los otros.
Un cuento diferente de los que te conozco si no hubiera sido porque el protagonista hablaba con la hija hubiera pensado que Arride, era un personaje creado por el padre. O un fantasma que desaparecería de repente. Me gustó bastante.
Besos Mariarosa.
Precioso el relato. Precioso, muy humano y muy real. Totalmente creíble.
Comparto la opinión de Pluma Roja; los años pesan más para los otros que para el que los tiene.
Hay veces me gustaría estar en los ojos de otro para saber como me ve. Quizá me asustaría al ver que no se corresponde mi yo exterior con mi otro yo.
Un abrazo
Mariarosa, maravilloso relato y excelente trabajo con los diálogos. La riqueza de este intercambio entre padre e hija, amiga, es magistral.
Nos hablas de tantos temas en esta historia que resulta rica en matices e interesante en su fondo.
La soledad de las personas mayores, su derecho inalienable a ser felices, la incomprensión de quienes le rodean por el tabú de la edad, como si solo los jóvenes, como dices, tuvieran la patente de corso para ostentar el patrimonio de la felicidad. La incomunicación de la familia actual en la manera con la que nos describes cómo se vive en la casa de la hija. La lucha por la libertad del anciano desde joven...En fin, son tantos y tan ricos los niveles de lectura de este relato que lo he leído varias veces disfrutando en cada una de ellas.
Gracias, Mariarosa, por crear historias que emocionan y transmiten valores y vías para reflexionar.
Un lujo leerte.
Un cálido abrazo
Los hijos no deberían inmiscuirse en las historias sentimentales de sus padres.
Nunca es tarde para compartir la soledad.
Besos, Mariarosa.
No es un cuento, es la triste realidad de las personas mayores que sufren la soledad y la incomprensión de los jóvenes.
Un beso.
Pues a mí me alegra que el caballero se muestre decidido a seguir su propio camino aunque los demás no lo entiendan.
Feliz día, madame
Bisous
Se tiende a pensar que, al llegar a cierta edad, ya no tienes vida propia como, también, a plantear el hecho de otra relación como una infidelidad al difunto.
Me ha gustado mucho la firmeza del señor.
Besos
hablando de realismo, tal cual
saludos
Hola Mariarosa!.
Preciosa este relato.Y cuanta verdad encierra!.
Que tríste es la soledad no escogida, y que bién se recibe la que tu buscas...
Besos y feliz día.
Buen relato.
Y muy acertado. A veces, las realidades y percepciones no encajan.
Un abrazo.
CUÁNTA VERDAD HAY EN TU RELATO.
LOS HIJOS SUELEN SER EGOÍSTAS CON LOS PADRES, PERO TAMBIÉN LOS DEJAN SOLOS Y SE VAN... LUEGO QUIEREN QUE SE QUEDEN EN CASA.
NO ME HA OCURRIDO PERO TENGO UNA AMIGA QUE ENVIUDÓ A LOS 33 AÑOS Y LOS HIJOS JAMÁS LA DEJARON SALIR CON NADIE, PERO... LA DEJAN TODO EL TIEMPO SOLA.
ES TRISTE.
BESOS
A ver si la hija abre los ojos y el corazón, que falta le hace...
Un abrazo.
Hola Mariarosa.
Toda la razón del mundo tiene el padre.
El quiere disfrutar de una buena amistad primero, luego lo otro si tiene que venir ya vendrá.
El protagonista es un hombre culto.
Me encanta este relato.
Un beso, Montserrat
Maria Rosa,me ha encantado la capacidad y madurez del padre para convencer a la hija,con calma,dignidad y respeto...Todo un señor...!
Mi felicitación por tu maestría,que nos muestra con claridad dos mundos,lejanos y cercanos,que necesitan empatía,por parte de los jóvenes para comprender la vejez.
Mi abrazo grande y mi ánimo siempre,amiga.
M.Jesús
Muy bello el rastro que segui desde mi pequeño lugar gracias por tu comentario eres bienvenida por siempre! Nos leemos ,,,=)
Toda una lección para esos hijos con ideas más anticuadas que la de sus propios padres.
Me ha gustado la historia, diferente temática y aleccionadora.
Un saludo María Rosa
Feliz fin de semana.
Un abrazo.
Bonito y muy tierno. Los hijos o los jovenes en general se creen dueños de la verdad, de la tristeza y dolor de los adultos
abrazo
BUENO, ELLA ENTENDIO. PORQUE ASÍ ES LA VIDA.
BESOS
Una escena que puede respirarse. Muy bueo relato doña Mariarosa. Saludos!
Muy buen relato. Es tan frecuente en esta vida ver a los hijos determinados a no permitir la felicidad de un padre o una madre sola, con ellos lejos. Como si debieran clausar sus vidas.
Me gustó mucho!
Mi cariño!
FELIZ FIN DE SEMANA QUERIDA MARIAROSA.
LOS HIJOS DEBERÍAN DEJAR DE PENSAR EN SÍ MISMOS.
BESITOS
Mariarosa.....una historia que revela un costado conocido de nuestra sociedad, un relato humano, con el justo condimento de un dialogar tan verosímil como humano. La soledad de los mayores, tiene siempre un sabor amargo,.No creo en egoísmo de los hijos,...mas bien diría que es un enfoque distinto, desde una perspectiva creada por la diferencia de edad,y por expectativas diferentes.MUY BUENO SaludosELCRUZADO
Todos tenemos derecho a rehacer nuestras vidas y a aprovechar la segunda oportunidad que se nos brinda, eso no quiere decir que no hayamos amado al ser que se ha marchado.
Bonito y muy real tu relato.
Abrazos.
Si pudiéramos compartir la soledad de manera más llana y transparente...
Besos
Que buena tu entrada y tan real, me llega muy cerca. Mira tengo un tío de 76 años y se acaba de casar con una señora de 74, ninguna de las hijas fue al matrimonio, y antes de eso, armaron un berrinche, que ni veas!!!!
Sin embargo, no lo invitaban jamás, ni siquiera a veranear, hay mucho egoísmo...
Besitos en el alma
Scarlet2807
así es la vida en su pasar, solo un poquito de comprensión ayuda a que las generaciones no se separen, muy hermoso escrito, saludos querida amiga
Querida Mariarosa; este no es un cuento sino la realidad de la vida donde tu le has puesto al protagonista, dulzura, paciencia y voluntad de ser feliz.
Me ha gustado mucho.
Un abrazo con cariño.
Hola Mariarosa...me ha encantado el relato, es un tema que no pasa de moda. Es doloroso que la juventud y los no tan jóvenes, sean incapaces de comprender que las personas de la tercera edad también tienen necesidades afectivas, que las emociones nunca son pasado y que mientras la persona vive tiene derecho de ser feliz y de soñar.
Te felicito por esta excelente entrada que invita a la reflexión.
Recibe un fuerte abrazo con mucho cariño.
HOLA MARIAROSA
GRACIAS POR DEJARME TU HUELLITA EN MIS RINCON.
TE DEJO UN ABRAZO GRANDE.
BESITOS
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