jueves

El bazar de los juguetes.

 



 

El viejo bazar de juguetes que había pertenecido a mi padre, estaba abandonado desde su muerte. Habían transcurrido varios años y quise visitarlo con la idea de crear un nuevo negocio. Conecté la electricidad desde el tablero del pasillo. Me costó abrir la puerta, el óxido había endurecido la cerradura.

Encendí la luz, una lámpara colgaba desde del techo, se balanceaba y sus luces y sombras caían sobre mí, el olor a humedad y madera vieja se mezclaba con el del abandono, era irrespirable.

El panorama era desolador. Lo que antaño habían sido estantes, estaban en el suelo, solo uno quedaba, sostenido a los ganchos de la pared, con algunos juguetes y cajas, la mayoría; dispersos en el suelo.

¿Qué había sucedido?

Parecía que un tornado surgido de la nada había barrido el local.

Descubrí sobre una caja, un pequeño gato gris, que apareció de pronto, maullaba con un lamento que partía el alma, seguramente tiene hambre, pensé, ¿por dónde había entrado?

-Hola minino, ¿qué sucedió aquí?

El gato saltó entre las cajas, de pronto la lámpara parpadeó, desapareció su luz, dejándome en plena oscuridad, al momento, un portazo hizo que la puerta del local se cerrara violentamente.

Fue imposible abrirla. El gato maullaba. La lámpara seguía moviéndose, por momentos volvía la luz, creando en el ambiente guiños de claridad.

Mi intención de abrir la puerta fue un fracaso.

¿Dónde había dejado la llave? En mis bolsillos no estaba.

El gato saltó sobre el único estante que quedaba en pie y su maullido sonó como un aviso, su patita rasgaba la madera, me acerqué y allí estaba la llave.

Hermoso gatito, le dije, eres muy inteligente. Abrí la puerta, la luz de la lámpara regresó con toda su potencia y con ella el desorden se hizo más visible y la sorpresa me dejó muda al ver que el gato del estante era en realidad un gato de peluche gris, sus ojos de vidrio y sus bigotes eran casi reales. ¿Cómo me confundí? Pero lo escuché maullar, lo vi saltar entre las cajas, no pude equivocarme. Busqué entre lo juguetes dispersos en el piso, entre las cajas, quería creer que el gato real había existido, no lo encontré.

Un sudor frío mezclado con temor me dijo que abandonara ese lugar.

Me fui, pero me llevé el gato de peluche pegado a mi pecho y juro que sentí  tibieza de su cuerpito en el abrazo.

 

 



6 comentarios:

Susana Moreno dijo...

Todo un relato de suspense. Un beso

Ester dijo...

Pudo ser la necesidad de un sueño, pero sentirlo es curioso y el premio el peluche. Hay que volver con linternas ese local tiene magia. Abrazo

Campirela_ dijo...

A veces los objetos inanimados recrean vida a nuestros ojos.
Tal vez ese mínimo necesitaba de un humano, para salir de ese almacén y tener un hogar en condiciones.
Creo me da que los dos se ayudaran a ser un poco mas felices.
Un besote ., feliz noche.

Elda dijo...

Como siempre un placer leer tus cuentos con ese halo de misterio como el del almacén de juguetes, y ese gatito que pareció moverse.
El relato con cierto suspense, atrapa.
Un abrazo Mariarosa, espero ponerme un poco al día después de este amplio verano. 🤗.

Momentos dijo...

Un cuento hermoso, los dos se necesitaban y el destino los unió, con suspenso pero con un final feliz y amoroso.
Maravilloso.
Besos

J.P. Alexander dijo...

Tierno relato. te mando un beso.

El bazar de los juguetes.

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