domingo

El misterio.



 


El paciente abrió los ojos, me miró, traté de sonreír, había despertado después de varios días de un coma inducido.

 

Los vecinos escucharon el ruido de un derrumbe, corrieron a ver qué había sucedido, encontraron al hombre bajo los escombros de una vieja casa, estaba mal herido.

Llegó a la clínica en estado grave, el médico de guardia no dio un buen pronóstico sobre su salud.

 

Al despertar, me miraba con ansiedad, trataba de decir algo, pero la voz se le ahogaba, llamé al médico, me dijo que le dé una inyección, eso lo calmó, me tomó la mano y se durmió.

Durante varios días se mantuvo estable, fue mejorando, por momentos intentaba decir algo, luego hacía silencio.

Un fin de semana que estuve de guardia, pidió a otra enfermera, que quería hablar conmigo. Lo encontré caminando, cosa que me alegró.

-Tengo orden del doctor de caminar en la sala con el andador – me dijo- y en unos días, salir al parque.

Por primera vez lo vi sonreír, caminé a su lado.

-Usted pidió mi presencia, ¿necesita algo?

-Hablar, desde que salí del coma, usted es la única que me trata con cariño.

-Todas mis compañeras son amables señor Ramírez.

-Si es cierto, pero usted es diferente.

Se sentó en el borde de la cama, se lo notaba cansado.

-Me quiero acostar – me dijo.

Lo ayudé y levanté la cabecera para que quedara sentado.

-Fue muy extraño mi accidente -dijo con un hilo de voz- recibí una llamada, era la voz de mi esposa que me decía que fuera a esa casa, habíamos vivido allí, hacía muchos años, era una vivienda muy antigua, por eso el techo se vino abajo, pero lo insólito fue que mi esposa me llamara…

Le costaba hablar, le pedí que guardara silencio, se lo notaba agitado, sin darse cuenta se fue quedando dormido. Por la noche fui a darle su medicina, estaba despierto.

-Me quedé dormido y no le pude contar el motivo por el que la había llamado.

-Si se siente con ganas de hablar, lo escucho.

-Yo no sé por qué fui a esa casa, sabía que había peligro, no solo porque era muy vieja y estaba algo derruida, la voz de mi esposa, esa, era la amenaza -hizo silencio tenía los ojos húmedos, parecía a punto de llorar- no crea que estoy loco, pero mi esposa me llamó por teléfono, su voz es inconfundible…pero ella murió hace un año.

Sentí un escalofrió correr por mi espalda, él se dio cuenta de mi estremecimiento y me dijo:

-No piense que estoy loco, fue real, era ella.

-Tranquilícese Ramírez, pudo ser un gracioso que imitó la voz y lo asustó.

Movió la cabeza negando y con énfasis exclamó:

-Era ella, antes de morir juro que volvería del más allá y su maldición me acompañaría hasta mi muerte.

-Ramírez, nadie vuelve de la muerte para vengarse, son simples palabras que ella dijo en un momento de enojo o furia…

Él sonrió con tristeza.

-Eso piensa usted porque no la conoció, ella era mala, tenía poderes, cuando maldecía a una persona, algo le sucedía y a mí me maldijo antes de morir.

-Ya ve que la maldición no llegó, aquí lo hemos salvado y ha regresado de un accidente muy grave, camina, habla y pronto volverá a su casa.

-Tengo miedo – dijo casi llorando, parecía un niño asustado.

-Voy a hablar con su médico, él sabrá qué hacer con su miedo.

La emoción por lo que me había contado, sumado al calmante que le administre pronto lo durmieron.

Semanas después, con una orden de hacer terapia y acompañado por un amigo se retiró del hospital, me abrazó, me regaló un chocolate y se fue. No sería la última vez que lo vería.

 

Años después y en un paseo de compras, lo encontré, nos quedamos mudos mirándonos, fui yo la que rompió el silencio:

-¡Ramírez! -dije  sonriendo.

-¡Enfermera, que sorpresa!

Lo noté feliz, nada que ver con aquel hombre angustiado que había conocido, me dijo que seguía haciendo terapia y que estaba en pareja con una vieja amiga de la infancia, que sus miedos quedaron en el pasado.

-¡Me alegro, le hizo bien la terapia! -exclamé.

-Si. -dijo con la voz quebrada- pero no fue tan fácil, hubo algo más… debí buscar ayuda superior.

-¿Qué quiere decir?

-Un chaman me ayudó, un hombre con poderes que me libró de la maldición de mi ex y la mando a descansar en su inframundo al hurin pacha…

Me estremecí, nada sabía de esas creencias extrañas para mí.

-¿Usted no me cree verdad? – preguntó.

-No Ramírez, pero si  creer en el chaman le hizo bien, me alegra que así sea.

Le estreché la mano y me alejé. Mi mundo real no entiende el pensamiento de Ramírez, su mente se había librado del miedo, de la angustia, por terapia o por el chaman, el hombre volvió a renovar su vida y era feliz, la mente humana tiene tantos secretos, que nunca nos deja de sorprender con sus misterios.



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