jueves

El sótano.


 


 

Las últimas palabras de su abuelo sonaban aún en su cabeza. No comprendía por qué lo había elegido a él para semejante confesión. ¿Y si todo hubiese sido un delirio? Bien podría haber sido así. Tantas drogas, que le daban los médicos, su mente pudo alucinar y sus palabras ser el producto de ese momento. Sin embargo, el viejo fue creíble…

Aprovechó un momento en que su abuela salió a la calle y bajó al sótano.

Encendió una lámpara que por momentos titilaba con intenciones de apagarse, pero que al menos alcanzaba para ver el desorden; tropezó con una bicicleta desarmada, a un costado una pala de jardín y una silla rota, tanto caos lo obligó a caminar con cuidado. Hacía calor y el olor a humedad era denso.

Se apoyó en las paredes, ásperas y sin revoque. No sabía qué buscaba.  Pensó en papeles comprometedores, dinero robado, no tenía idea, las palabras del viejo no le aclaraban gran cosa.

Después de estar hurgando, sin encontrar nada, decidió subir, la abuela llegó un momento después. Ella le preguntó:

-¿Fernando estuviste en el sótano?

-Sí, ¿cómo te diste cuenta?

-El olor que deja el sótano en la ropa, lo reconozco.

-Hay demasiadas cosas viejas allí. ¿Querés que haga limpieza?

-Sería bueno, él, no quería quitar nada, ni siquiera me permitía bajar–dijo la abuela.

-¿Por qué?

-No lo sé, tenía miedo que me cayera o golpeara con tantos trastos –la abuela quedó en silencio. Hacía poco que el viejo había muerto y el recuerdo aún le dolía.

 

Fernando regresó al sótano. ¿Qué secreto ocultaba aquí mi abuelo? Se preguntó.

En su lecho de enfermo, el anciano le había tomado la mano, y con una voz sin fuerzas le dijo: En el sótano está la prueba de mi crimen, que tu abuela no lo sepa nunca, hacelo desaparecer.

Luego entró en coma y nunca despertó.

 

En unos días, el sótano fue quedando vacío, Fernando golpeó las paredes, ningún hueco, nada.

¿Cuál fue tu crimen abuelo? –preguntó en voz alta.

Era cerca del mediodía y decidió subir, tropezó con un ladrillo del piso, estaba flojo, eran varios en la misma situación. Los fue retirando, debajo no había cemento, buscó la pala y  removió la tierra. Un sonido a lata fue la primera pista, había encontrado algo. Escarbó con cuidado. Halló una caja de metal, era grande.

La levantó, pesaba. Al abrirla, la repugnancia lo obligó a sostenerse de las paredes.

¡¡Dios mío!!  ¿Quién era y cuántos años llevaba allí? La ropa que aún se conservaba delataba que era una mujer…tenía un collar con nombre, Gina, no se animó a tocarlo.

Volvió a cerrar la caja.

Pensó en la abuela. Si daba parte a la policía, comenzaría una investigación, el nombre de su abuelo saldría a la luz como el de un asesino y la pobre vieja moriría del disgusto.

Tendría que buscar un momento especial para quitar la caja.

 

Esperaría un fin de semana en que la abuela visitaba a su amiga Clara y se quedaba con ella hasta el domingo por la tarde.

El sábado parecía no llegar nunca, no lograba dormir o lo hacía con un sueño entrecortado. Las más terribles imágenes lo despertaban, sudoroso y palpitante de miedo. ¿Quién era esa mujer y por qué su abuelo la oculto tantos años?

¿Quién fue en realidad su abuelo…nunca lo sabría? No he conocido a mi abuelo – se dijo- el ser que creyó amar y respetar, no era él.

El sábado metió el coche en el garaje y cargó la caja en el baúl. Le cruzaban recuerdos de sus abuelos, de su niñez y su adolescencia junto a ellos. Qué mundo oscuro y qué fantasmas lo habían rodeado, que él nunca imaginó.

Esperó a que oscureciera; a pesar del verano la noche era fría y ventosa y nadie se animaría a visitar la playa. Buscó una zona alejada y desierta, más allá de las playas de Camet.

Dejó el cajón en los acantilados, se alejó sin volver la mirada y con una sensación de culpa y miedo.

He cumplido abuelo, dijo mientras subía a su coche y se preguntaba; si volvería a dormir tranquilo.

Pronto los diarios hablarían del tema.



Cuento reeditado.

 

 

 

 

13 comentarios:

ETF dijo...

Relato intenso y perturbador, María Rosa. Rehaces un cuento cargado de atmósfera y secretos familiares. A través del sótano, espacio físico y simbólico, se revela una verdad silenciada que transforma profundamente al protagonista. Una muestra del poder evocador que siempre muestras en todos tus textos y, además, muestras tu habilidad para interpelar al lector desde lo íntimo y lo oscuro.
Magnífico.
Un abrazo de jueves.

Susana Moreno dijo...

Qué impresionante. Un beso

Au Fil de la Plume dijo...

Bonjour chère amie, magnifique ton poème histoire m’a tenu en haleine, entre la mémoire floue, le poids des aveux, et l’ombre d’un secret trop longtemps enfoui, tu as su tisser un récit poignant, presque hypnotique, chaque mot semble vibrer de non dits, de douleur contenue, et d’un amour filial mis à l’épreuve,
je te souhaite une agréable soirée, que le silence de la nuit garde en écho ta plume si inspirée, bisous, Régis.

Rafael dijo...

Es un bonito trabajo. Felicidades.
Abrazo.

J.P. Alexander dijo...

Me gusto tu historia es muy intensa y melancólica. Te mando un beso.

Hada de las Rosas dijo...

Tremendo, amiga… empezo como una curiosidad y termino con un peso imposible de imaginar. Bien contado ese clima de misterio, la duda, la culpa. Uno nunca termina de conocer del todo a las personas, ni siquiera a quienes mas amo. Ojo. 👀
Un beso grande

Soñadora dijo...

Una historia muy fuerte la de hoy Mariarosa. Cuantos años habrá cargado con ese secreto el abuelo, quien habrá sido. La muerte a veces devela secretos que parecía jamás verían la luz. Pobre Fernando, que cargará con este recuerdo.
Abrazo

Ernesto. dijo...

Más allá del relato en sí, destaca esa habilidad y profusión para crear estos espacios de misterio e intriga que te caracterizan. Y más dando la impresión, en lo que te conocemos, de "no haber roto un plato en tu vida". ¿O sí? :)))))
Abrazo Mariarosa.

MELODY JACOB dijo...

This is such a gripping and chilling story. The way Fernando unravels his grandfather's dark secret is really suspenseful. It is awful that he has to carry such a terrible burden and live with this unsettling discovery.

Cabrónidas dijo...

Siempre supe que los abuelos están demasiado idealizados. No son lo que parecen, ja, ja.

Alfred dijo...

Nos dejas con el hay en la boca.
Abrazo.

José A. García dijo...

Los diarios siempre se enteran de todo.

Saludos,
J.

Lu dijo...

¡Tremenda historia María Rosa! Cargada de misterio y secretos de familia guardados por tantos años.
¿Quién ha sido realmente ese abuelo?
Va mi abrazo
¡Buena semana!

El misterio.

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