La plaza
está vacía.
El día ha
apagado su luz, solo los focos alumbran el sendero de la plaza cubierto de
hojas. La niebla comienza a bañar el ambiente y un aroma a verde nace de los
arbustos.
Me siento
en un banco y espero. La ilusión me dice que vendrá. La soledad es total, nadie se anima a salir de su casa,
el calor hogareño los retiene. El viento helado agita los árboles y más hojas
como mariposas nocturnas caen sobre mí.
Tal vez
mañana la encuentre, o pasado, o nunca. De qué me sirvió haberla amado tanto…
dicen que el asesino siempre regresa al lugar de su crimen, pero ella no
regresa.
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