lunes

El poeta.


 


A veces me pregunto si la historia de aquel hombre fue real, si yo lo imaginé o fue un demente al que yo le creí sus  delirios de insano.

El bar de la calle Triunvirato, solía reunir a poetas y escritores,  desconocidos idealistas que nunca editaron un libro. Abundaban las discusiones que no llegaban a nada, iban de Cervantes a Cortázar intentando destruir o exaltar sus obras. ¿Pero quién les negaba el derecho de analizar y criticar a los grandes literatos, frente a un pocillo de café?

Hubo un personaje entre ellos, al que no he podido olvidar, y que participaba de esas reuniones, era un ser extraño; desde el mostrador yo lo observaba; delgado, muy pálido, resultaba atrayente y su figura trascendía una imagen romántica.

Era el retrato de un caballero antiguo, no tenía nombre o al menos no me enteré. Los escritores lo respetaban y decían de él que era un poeta visionario. La blancura de su piel y el rojo de sus párpados eran producto de noches sin dormir, germen  tal vez de sus delirios, en la búsqueda de rimas y metáforas.

Una vez al acercarme con la bandeja del café, lo escuché hablar; su voz era suave, melodiosa como una caricia y todos guardaban silencio, las palabras se iban durmiendo sobre los pocillos,  como embrujadas por la melodía de su voz. Y llegaron días en que sólo el poeta exponía sus sueños, dejando  entrever un terror acosando en la oscuridad.

A partir de los cambios políticos de la década del 70, los escritores comenzaron a faltar a su cita, el miedo se extendía por la ciudad como una enredadera  maligna y pronto, cada uno de ellos se fue retirando a invernar, hasta que llegaran nuevos estados de paz. La mesa quedó vacía y un  lenguaje diferente comenzó a flotar en el café.

 

Años después, no recuerdo cuántos, el poeta regresó. Sus amigos ya no estaban. Ocupó la misma mesa y se dedicó a mirar por el ventanal y esperar. Estaba más delgado, sus mejillas hundidas le daban un aspecto enfermizo. Me acerqué y él intentó una sonrisa que traspasó mis ojos y  quedó grabada en mi memoria. Miré sus manos, nunca antes me había detenido en ellas, eran delgadas y finas, tan quietas que  parecían dibujadas sobre el libro  del poeta Gelman que descansaba sobre la mesa.

—A veces creo  —me dijo— que soy un arcano, que mi vida es parte de los sueños y fantasías de un poeta, tengo miedo que él despierte y me desvanezca en el aire.

No supe que  responder.

Él se puso de pie y, al llegar a la puerta, me confesó:

—Seguiré buscando quién soy en realidad, volveré otro día por un café, ya nos veremos.

No lo volví a ver y a veces me pregunto: ¿Habrá descifrado el enigma o al despertar el poeta regresó a su mundo irreal?


cuento reeditado.

 

 

 

 

 

 

15 comentarios:

Alfred dijo...

Está claro que encontró su destino y ya no tuvo que volver.

Comí en ese lugar dela foto ;)

Un abrazo.

Ester dijo...

Quien sabe, puede que lo encontrara o que se cansara de buscarlo, ojala escribiera y aun sin saber su nombre lo estemos leyendo ahora. Un abrazo

Susana Moreno dijo...

Una gran historia. Un beso

Campirela_ dijo...

Los grandes personajes siempre están envueltos en un misterio que es difícil de descifrar. Un besote grande.

Hada de las Rosas dijo...

Hola preciosa, como estas?

Buena historia, amiga. El regreso del poeta años despues, con la ausencia de sus amigos y su confesión sobre temer desvanecerse en el aire como un arcano sumado a la escenografia de la Avenida Triunvirato, me parece que le aportas una bruma de melancolia ideal
a tu texto misterioso y -tambien- levemente historico.

Te estoy enviando un gran beso y feliz noche bajo este estrellado y hermoso cielo de verano.

Rafael dijo...

Me volvió a gustar esta lectura del "poeta"...
Un abrazo y gracias.

Elda dijo...

Que bonito e inquietante el cuento, con el precioso sello de tu pluma.
Creo haber entendido que él era la fantasía de un poeta, con lo cual si no volvió es que se desvaneció en el pensamiento de quien lo creo.
Me encantó M. Rosa, eres genial escribiendo.
Un abrazo y felz semana.

Juan L. Trujillo dijo...

Brillante, con la ternura y el encanto de ese realismo mágico con el que se envuelve la buena literatura de vuestra tierra.
Un abrazo.

Mª Jesús Muñoz dijo...

María Rosa, le has dado vida a un personaje fantasmagórico, que posiblemente sale de la mente de una escritora como tú, inspirada y muy creativa...A veces cerca de nosotros hay seres extraños, que nos hacen pensar, porque no son normales. ¿quíén sabe? Hay otros mundos que no conocemos y nos observan muy atentamente. Muy bueno, amiga.
Mi abrazo admirado y mi ánimo siempre.

Teo Revilla Bravo dijo...


Qué relato tan bien urdido, María Rosa e interesante, orientado hacia el misterio, buena rzón para escribir, inventar historias y ser. Espléndido, amiga.
Un abrazo y muy buen día. Gracias por visitar mi blog.

Juvenal Nunes dijo...

Há pessoas assim, intrigam-nos e nunca chegamos a conhecê-las verdadeiramente.
Abraço amigo.
Juvenal Nunes

El Demiurgo de Hurlingham dijo...

¿Es la realidad un sueño¡
Poeéticamente narrado tu cuento.

Carlos augusto pereyra martinez dijo...

Sucede . En este mundo literario abundan personajes tan intangibles que nos parecen irreales. El cuento cuánto cautiva. Un abrazo con gran aprecio. Carlos

Lu dijo...

Me encanta el desarrollo de este texto.
Muy descriptivo, "veo" ese café en aquellos tiempo.
Y, ese halo de misterio que envuelve a tan extraño personaje.
¿Se habrá encontrado el poeta con su mejor personaje?
Abrazo
Buen finde que ya está llegando!

Tatiana Aguilera dijo...

Yo pienso que existen mundos paralelos que a veces tienden a unirse y tú, como muy buena escritora, supiste escribir un cuento muy entretenido y mágico.

Abrazos María Rosa

En una librería de la calle Corrientes.

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