lunes

Una novela.



 



 

 

 

El nombre de la novela  que hoy quiero recordar se ha perdido en la niebla de los años, la he leído hace mucho tiempo,  pero lo aclaro para no llevarme el trofeo  por tan bonita historia. El autor es el norteamericano; O. Henry.

 

A veces la fuerza de nuestra fe puede cambiar el rumbo de situaciones  que parecen estar definitivamente dirigidas a un final oscuro.

Volvamos a la novela.

La protagonista padecía una fiebre que la condenaba a estar siempre en cama, el invierno crudo de su ciudad, agravó su enfermedad y su cuerpo perdía fuerzas y salud a medida que la nieve y el frío avanzaban.

Desde su ventana miraba el árbol que guardaba  los momentos felices de su infancia y mientras escuchaba la voz de su médico decir que él ya no podía hacer nada para devolverle la salud, observaba las hojas que el otoño arrancaba  y hacía volar tras los cristales. Así fueron cayendo todas las hojas, todas menos una que se mantenía aferrada al árbol.

—Yo soy esa hoja —decía la joven  a su madre— cuando ella caiga, moriré como una hoja en la nieve.

La madre intentaba calmar su fiebre con paños fríos en la frente, pasaban los días y la enfermedad persistía.

Pasó el invierno y la joven miraba cada día esa hoja de la que creía pendía su vida. Si ella cae, yo moriré, repetía.

Cada día la hoja seguía aferrada al árbol como la niña a la vida. Fue desapareciendo la fiebre, sus mejillas tomaron color y ella pendiente de la fuerza de la hoja, juraba que ella le salvó la vida.

Lo que nunca supo es que  alguien muy generoso y conocedor de su fe, la habían pintado  en la pared, para que ella imitara la fuerza de vida de esa humilde hoja y sobreviviera al invierno, cosa que sucedió, Llegó la primavera y en sus mejillas el color surgió con los primeros rayos del sol.


14 comentarios:

Carlos Augusto Pereyra Martínez dijo...

Bueno, a veces puede más la fe, y un palitivo: esa hoja pendiente del árbol, pintada en la pared de sus cuarto. Un abrazo. Carlos

Rafael dijo...

Cuánta ternura en esa inocente fe...
Un abrazo.

Susana Moreno dijo...

Bonita historia. Un beso

Alfred dijo...

Alguien con imaginación se preocupó por ella.
Linda historia.
Besos.

Citu dijo...

Es una linda historia. Me gusto mucho Te mando un beso.

Bertha dijo...

La fe mueve montañas, precioso relato y con un final feliz.Ojalá la vida fuese así que una imagen nos devolviese esa esperanza.
Un abrazo ,María Rosa

morfeas dijo...

Πολυ ωαραια ιστορια!

Lu dijo...

Ya lo dice el dicho "la fe mueve montañas"
Bonita historia por cierto.

Beso va Maríarosa

Hada de las Rosas dijo...

Hola amiga, como va todo!
me encanto esta historia y el giro sorprendente de que en realidad estaba pintada en la pared, excelente. La hoja inspiro la voluntad de la niña, y la primavera trajo su recuperacion, como el sol que abraza la vida.
Precioso texto de esperanza, la fe todo lo puede.
Besos.

Ernesto. dijo...

Extraordinario relato Mariarosa.

Y certera afirmación de:

"A veces la fuerza de nuestra fe puede cambiar el rumbo de situaciones..."

Abrazo.

PD: Esa fe que describes, sobrepasa y mucho la "fe" de las sacristías!

Antorelo dijo...

La fe mueve montañas. Aleccionadora historia. Un abrazo, amiga.

José A. García dijo...

Supongo que ha de ser "la última hoja", ¿cierto?
Más allá de eso, es buena tener en cuenta lo que podemos hacer por los demás.

Saludos,
J.

Maite Sánchez-volarela dijo...

Es un cuento que yo también leí hace tiempo. O. Henry me encanta.
Lo has sitetizado de maravilla.
Aquí lo dejo por si alguien lo quiere leer:

"La última hoja"

https://ciudadseva.com/texto/la-ultima-hoja/

Meulen dijo...

Una gran lección de vida...creer y tener fe es posible a pesar de lo vivido.

Abrazo.

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