martes

La noche de Catalina.


 


 

La sombra  surgió de un margen de la noche, era la hamaca, el viento suavemente la balanceaba, Catalina recordó sus días no lejanos en los que disfrutaba en ella, a lo lejos las luciérnagas, sugerían ser  estrellas flotando sobre el campo. Catalina cerró la ventana. Su hermana dormía profundamente. Se desató el pelo, lo cepilló hasta darle ese brillo castaño como agua de río, que a él le gustaba, se perfumó el cuello y salió. Todo era silencio en la casa.

Junto a las caballerizas, Juan, el peón de los Aguirre, la esperaba. Su madre le había dicho que anduviera con cuidado, “Juan es demasiado rustico y mujeriego”. Pero con ella era amable y suave como una caricia de plumerillo, sus manos rudas se hacían blandas, casi de algodón en su cuerpo. Juan y sus ojos negros la estremecían, solía contar historias que la hacían reír y sus besos eran de miel, como los higos maduros.

La noche pasó rápida, el reflejo del alba la sorprendió, se desprendió del abrazo de Juan y corriendo llegó a su casa, todos dormían aún, su hermana seguía soñando sus pavadas de siempre. Regresó distinta.

Se durmió con el sabor de los besos de Juan y segura que a partir de esa noche, nada los iba a separar. Ella no era una campesina tonta como decía su madre, sabía  enamorar a un hombre y tenerlo sujeto a sus polleras.

Lo que Catalina  ignoraba, pobre Catalina, era que mientras ella dormía, Juan viajaba en un micro rumbo a Mendoza, no iba solo, la hija de los Aguirre viajaba abrazada a su lado y soñando que juntos harían el transborde a Chile para comenzar allí una vida nueva.

 



16 comentarios:

Campirela_ dijo...

Pobre Catalina ella creyó en sus besos y eso fue su perdición, pero quién no ha creído al ser a quien ama. Un cuento que por desgracia en la vida real también ocurre. Un beso grande.

Elda dijo...

Ah qué final más triste y cuánta razón tenía la madre de Catalina, y es que nadie, como se suele decir, escarmienta en cabeza ajena, y menos cuando se trata de amor.
Preciosa historia, con palabras muy poéticas aderezadas con esa imaginación inagotable y tan bonita que tienes.
Como siempre es muy placentero leerte María Rosa.
Un abrazo y muy buen día.

Susana Moreno dijo...

Una historia muy habitual, me temo. Un beso

Margarita HP dijo...

Qué pena, que final más triste. Sin embargo, no se por qué no me ha extrañado. Estaba yo viendo venir a este Juan. Besos preciosa, me ha encantado leerte, me has trasladado, y la imagen es una preciosidad también. :D

Rafael dijo...

Buen relato con ese final sorpresivo para la protagonista.
Un abrazo.

Mª Jesús Muñoz dijo...

Nos hiciste sentir la emoción fresca y joven de Catalina, María Rosa...Y también las palabras de su madre, su experiencia y su razón. Una vez más tu relato es visual, redondo y sorpresivo...La vida con sus pasiones y contrastes.
Mi abrazo entrañable y agradecido por tus buenas letras, amiga.

Hada de las Rosas dijo...

Que tal amiga con nombre de flor hermosa!
buena historia; hay gente asi de buena e inocente, que ni siquiera imagina que alguien
pudiera estar mintiendo todo el tiempo.
Te dejo un besote.•❀.•❤•.¸✿¸.•❤•.❀•

Rajani Rehana dijo...

Beautiful blog

Rajani Rehana dijo...

Please read my post

Carlos Augusto Pereyra Martínez dijo...

Las veleidades del amor. En él nada es seguro. Me encantó. Un abrazo. carlos

Maite Sánchez-volarela dijo...

¡Preciosa tu manera de narrar!
Nos has hecho entristecer... Lo has conseguido con tu arte... Al enfatizar en la inocencia de la chica enammorada el contraste final es más brutal.
Muy bueno.
Un abrazo, Rosa :)

Nocturno Náufrago dijo...

Tiste historia muy bien contada que muestra una realidad que, al menos a los hombres que no haríamos algo así, es demasiado común y que nos hace quedar muy mal.
Saludos.

Meulen dijo...

Sin dudas al final como hijos e hijas que poco escuchan a los mayores
se dan cuenta al fin de que la vida da sus reveces y de esa manera
dura y que no se olvida.

Abrazo.

José A. García dijo...

¿Quién no conoce una historia similar? Y no sólo en los pueblos "del interior", sino aquí mismo, en "la gran ciudad".
Buen relato.

Saludos,
J.

El Demiurgo de Hurlingham dijo...

A Catalina no le ha tocado ser la elegida.
Sino a otra, con la que Juan planea una nueva vida.

¿La hermana de Catalina soñaba pavadas? No hay que culparla, no siempre se pueden controlar los sueños.
Un abrazo.

Ernesto. dijo...

El relato pormenorizado y bien construido. Dulce en su primera parte... Ya la segunda, la vida tal cual!

Abrazo Mariarosa.

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