miércoles

La del espejo.


 

 

 

El espejo reflejó su imagen, se miró largamente, como quien busca en un viejo cajón, algún tesoro olvidado, que lo rescate del aburrimiento.

Le sorprendió la sonrisa de la mujer en el cristal y sus ojos pequeños, era ella y a la vez era otra. ¿Y la que yo tengo en mi mente dónde está? Preguntó.

La mujer del espejo, se llevó la mano al rostro y arrancó una máscara. Nuevamente era su imagen, pero  de hace varios años atrás, menos arrugas, las primeras canas se asomaban curiosas, no es la que recuerdo, le dijo.

La imagen repitió el gesto y volvió a quitar otra máscara. Apareció una mujer de pelo oscuro y sin tintes, el ovalo de su rostro era otro, la piel fresca, sin embargo no era la que ella esperaba.

Realizó un movimiento negativo  y la mujer del espejo quedó pensativa, de pronto sonrió y renovó el gesto anterior. Un juego de colores como un calidoscopio apareció en el espejo, ella dio un paso atrás y ante su asombro, apareció la que ella recordaba.

La que creía que la vida era un juego y que recorría el patio a los saltos en un solo pie, la que le contaba sueños a la luna, para que  los hiciera realidad, aquella a las que las mariposas le caminaban por la mano, la que imaginaba que el fondo de su casa era una selva y los conejos leones y los gorriones,  cóndores al acecho. La del flequillo y la melena corta, la de los ojos grandes y los dientes torcidos. ¿Dónde estás?, le preguntó. No respondió, pero antes de esfumarse como una voluta de humo, sonrió fresca y feliz y la señaló.



Cuento  corregido y reeditado.


21 comentarios:

Campirela_ dijo...

Que bien que lo hayas vuelto a editar para poder disfrutarlo. A veces cuando nos miramos al espejo no, nos conocemos porque tal vez en algún lugar de nuestra mente sigamos recordando a esa niña mellada que corría por el patio de la casa, y ahora ya pinta canas. Un placer leerte. Besos y una muy feiz noche.

Ester dijo...

No recuerdo haberlo leído antes, así que gracias pro repetirlo es estupendo y nos deja una reflexión sobre nosotros. Un abrazote

Rafael dijo...

Siempre es una delicia pasear por tus letras.
Un abrazo en la tarde.

Somos Artesan@s de la Palabra dijo...

Hermoso, tan real, mirarse en el espejo y no reconocerse a veces, pasa tan rápido el tiempo, lo importante es disfrutar la vida, cada momento y darnos cuenta que hemos vivido, que estamos vivos, me encanto, saludos.

eli mendez dijo...

Maria Rosa, que gran relato!
Me voy a reír un poco con tu permiso, porque creo que sobre todo las mujeres cuando nos miramos al espejo tenemos una gran dificultad para vernos tal cual somos ahora y asumir nuestros cambios físicos.
Pero para justificarnos un poquito nada mas( jajajaja) , voy a decir y es verdad, que muchas veces ese aspecto fisico no coincide con ese niño/ña que está dentro nuestro, con el que seguimos riendo, jugando, experimentando, disfrutando.. y eso es maravilloso!!! Ojalá toda la gente pueda mirarse al espejo y encontrar a ese niño/ña pero no desde el lado de la nostalgia, sino en tiempo presente. Siempre es un super placer leerte!!!Besossss y feliz tarde en BsAs.

Mª Jesús Muñoz dijo...

Todos nos identificamos con tu relato, María Rosa. El tiempo pasa, el espejo nos va mostrando todos los cambios que experimentamos. No siempre los aceptamos. Lo cierto es que dentro tenemos el/la niño/a, que perdura y quiere mirarse y recordarse siempre...Muy bueno e inspirador, amiga.
Mi felicitación y mi abrazo por tu constante buen hacer, María Rosa.

J.P. Alexander dijo...

Muy bello relato la vida nos cambia peor hay cosas que siguen latente en nuestro corazón. Te mando un beso

Sandra Figueroa dijo...

Mirarse al espejo y retroceder el tiempo.... Un buen relato amiga. Saludos a la distancia.

Susana Moreno dijo...

Es difícil aceptar el paso del tiempo. Un beso

José Luis Asensi dijo...

Precioso relato,Mariarosa.Y con un final mágico en todos los sentidos y sobre todo en belleza
El tiempo pasa y por mucho que busquemos aquellos que fuimos en el espejo,no los vamos a encontrar,y cuando más ahondemos sólo nos encontraremos en esa niñez, que tal vez fue el momento más feliz de la vida.
Un abrazo admirado e inmenso.

Auroratris dijo...

A veces, nos cuesta reconocernos... pero allí estamos, después de todo. Nosotras, siempre. Bonito, Mariarosa.

Mil besitos para ti y feliz jueves ♥

Margarita HP dijo...

¡Qué bonito amiga mía! Me has dejado extasiada, de veras, me encanta como dibujas las historias. Besos :D

Laura. M dijo...

Así cuando nos miramos en el espejoes Mariarosa. Cuesta reconocermos pero ahí están esos recuerdos vividos y no olvidados. Interesante y real.
Buen jueves.
Un abrazo.

Amalia dijo...

El tiempo pasa muy veloz...
El espejo nos lo recuerda.
Muy lindo tu relato.
Un beso.

Mónica dijo...

Hola Maria Rosa.
Me he pasado por aquí para leerte.
No quisiera molestar. Solo dejar mi huella después de tu redacción.

Cuantos cambios hacemos los seres humanos con el paso de los años. Y lo más importante es aceptar todo aquello que vamos observando en nosotros mismos ante el espejo.
Esta muy bien la mujer de la máscara que nos cuentas.
Saludos y buena semana.

Paula Cruz Roggero dijo...

Muy buen cuento, breve y en su brevedad dice muchoooo.
Me gustó mucho, me quedo en tu blog


Beso y buen descanso.

Ernesto. dijo...

Sí, yo también creo haberla visto en aquellos años en que se jugaba al corro de las patatas...

Abrazo Mariarosa.

Recomenzar dijo...

Ppense que te habia escrito a la luz de mi vela
tus letras dejan sabor divino
dentro de la mente del que las lea

Somos Artesan@s de la Palabra dijo...

Hermoso relato, me encantó. Muy muy bueno

Meulen dijo...

somos un constante remirarse de la existencia...y saber que siempre está ahí dentro de nosotros el mejor ejemplo de vida que somos...
una belleza que nos invitas a redescubrir...

Besos.

Hada de las Rosas dijo...

Aunque el tiempo nos quiera jugar una mala pasada,siempre esta ahi nuestra niña interior, hay que cuidarla mucho
para que su angel no muera jamas. Preciosa metafora, querida amiga.
Besos muahhh!

El museo

  EL MUSEO. Cuento. El problema del museo no era su vejez, era el abandono en que lo había sumido la desidia de sus últimos directores y l...