lunes

Colonia Médanos cuento en cinco entregas.


 Colonia Médanos.                                                                                                                                    

 

Luego de siete horas de viaje, mi cintura se partía en dos, el cansancio me vencía y se me cerraban los ojos. Ansiaba llegar. A lo lejos divisé un caserío, el anuncio de la entrada era un buen augurio: Bienvenidos  a  Colonia Médanos.

Me recibió una llovizna fina. Calles  desiertas  y tristeza;  fue la primera imagen que tuve  del pueblo, si a eso se le podía llamar pueblo.  La calle principal era ancha, tierra y arena. Los  negocios,  típicos  almacenes de campo, donde se vende, desde cañas de pescar,  azúcar, caramelos, ginebra o harina.

Algunas casas de piedra, humildes, sin grandes dimensiones. Y dunas, subiendo y bajando,  marcando su territorio.

No encontré hoteles a la vista, sólo un cartel, en el frente de una casa, que anunciaba: pensión. Allí me dirigí y estacioné la camioneta en la puerta. En la vereda de enfrente, un grupo de paisanos apostados en la vidriera de un bar seguían mis movimientos con curiosidad. 

Entré a la pensión.  Un salón amplio, con algunas mesas y sillas, era el recibidor. A la derecha un mostrador. Me llegó un agradable olor a comida, desde lo que parecía ser la cocina,  se asomó un tipo alto, pelo renegrido y ojos achinados, vestía un Jean y una camisa a cuadros, muy amplia para su flaca figura.

—Buen día —dijo, mirándome con curiosidad.

—Buen día, soy Bautista Aguirre. Necesito una habitación, no sé por cuanto tiempo, tal vez un mes…

—Hay para elegir —fue la respuesta.

Se acercó sonriente y extendió su mano.

—Soy Carmelo Zabala.

Sin hacer preguntas, me acompañó hasta la camioneta. Bajamos  los bolsos y al entrar de nuevo en la pensión,  me guió por un pasillo angosto, pintado de gris. Se detuvo en una puerta y la abrió. 

—Su habitación, espero le guste —y agregó sonriendo— .Buena estadía. A las ocho; desayuno, a la una, almuerzo; a las nueve, cena.

Me entregó una llave con una tarjeta y escrito a mano, un número: 16.

Era un tipo agradable,  luego comprobaría que no le gustaba hablar demasiado. Sostuve  el picaporte, dudando de lo que estaba haciendo. Al fin entré.

 

Mi vida en los  últimos años había  sido una sucesión de errores. Me casé enamorado de una mujer y el tiempo me demostró que no estaba en sus cabales; Marta Figueroa, que sólo vio en mí un escalón para salir de la miseria. Marta era empleada de una galería de arte, se movía en un ambiente de gente adinerada, pero vivía  en un barrio  pobre  del gran Buenos Aires. Hija de padres separados, había perdido contacto  con su viejo hacía años.  Su madre, una mujer depresiva y absorbente que no le daba paz y la acosaba con sus miedos y rarezas. Mi posición económica era buena, al menos en apariencia, y eso la enamoró. En ese momento, yo era un pintor medianamente conocido y mis cuadros se vendían bien. Era el niño mimado de las  galerías de arte, y los marchand peleaban por exponer mis telas. Marta creyó, que nuestra vida en común sería  ir de fiesta en fiesta, cenas y espectáculos. Allí comenzaron las desavenencias. Me trataba de hosco, rústico. Seguramente lo soy, pero no me agradaba esa vida sin sentido a la que ella me arrastraba. Las continuas discusiones me producían  un malestar  que anulaba mi inspiración. Nuestro matrimonio no llegó a durar  diez años, fue demasiado. Luego de un divorcio tempestuoso, que económicamente me dejó en la calle;  anhelaba tranquilidad.  Posibilidad de olvido y realizar a lo único que sabía hacer bien y me daba paz: pintar.

 

Mi padre había comprado una propiedad en Colonia Médanos, hacía muchos años, luego mi viejo enfermó y  su muerte se sumó a mis desdiches.  El caserón,  quedó en el olvido. Había llegado el momento de rescatarlo y rescatarme, me dije.   Y acá estaba, en un pueblo perdido en la costa sur de la provincia de Buenos Aires. Tratando de hallar una nueva oportunidad de vivir y ser feliz.

 

Mientras almorzábamos, el dueño de la pensión, preguntó:

—¿Qué hace un hombre como usted  en este pueblo?

—¿Por qué dice un hombre como yo?

—Por sus manos, son demasiado finas; debe ser médico, escritor. No sé, tiene apariencia de hombre rico.

Reí.

—Soy pintor. Tengo intenciones de establecerme en este pueblo, soy propietario de la casa que perteneció a los Gaona, voy a ver lo que encuentro en ella, todavía no la vi y si es necesario, reacondicionarla y  vivir en ella.

Desvió la mirada, comprendí que no le gustaron mis palabras. Me  sentí intrigado  y pregunté:

—¿Conoció a los antiguos dueños?

—No, cuando llegué, ya no vivían aquí.

Sorteando un posible interrogatorio, se levantó y me dejó   almorzando solo.

 

 

Al día siguiente, fui a conocer  la casa. Mi camioneta  se hundía en las calles de arena.  El paisaje y el mar, me transmitían bienestar. No me alcanzaban los ojos para ver tanta belleza.

continua.

12 comentarios:

Sandra Figueroa dijo...

Muy bueno y continua, espero.... Saludos amiga. Te deseo todo lo mejor para este 2021, que pases una linda Noche Vieja. Te mando un abrazo. cuídate,

Margarita HP dijo...

¡Ooooh! ¡Deseando leer la segunda entrega! ¡¡Me encanta!!
Feliz año amiga mia :D

Mari-Pi-R dijo...

Me has dejado toda intriga, esperando la continuación.
Que tengas un buen Año de mucha salud que es lo que nos hace falta en estos días.
Un abrazo.

Ester dijo...

No te demores jeje, las cábalas se enredan en las ideas, la curiosidad crece. Un abrazo grande

Susana Moreno dijo...

Espero impaciente la segunda parte. Un beso

Campirela_ dijo...

Ya tengo ganas de leer la siguiente parte, esto promete jajaj. Un besazo de los sonoros ,. Feliz 2021.

Juan L. Trujillo dijo...

Como dirían a este lado de los mares "ya estás tardando" en publicar la segunda entrega.
Promete.
Que el año que está a punto de nacer, te sea propicio.
Besos.

eli mendez dijo...

Habrá que esperar, viene muy interesante...esperaremos!
abrazo Maria Rosa!

Jorge M dijo...

Muy buena historia, me sumergí en ella , tendré que esperar la continuación para ver que depara el momento.
Un abrazo amiga , pasa feliz año nuevo.

J.P. Alexander dijo...

Me gusto la historia, me dejas intrigada. Te mando un abrazo y te deseo un buen año para ti y tu familia .

Recomenzar dijo...

Maravillosa tu entrada
Que la vida te siga dando lo que necesitas y quieres
Lo mejor del mundo para vos

El Baile de Norte dijo...

Una Magnífica introducción a una historia que se presume apasionante.
Feliz Año Nuevo!

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