martes

La ciénaga


 

La ciénaga era una atracción para mí. Mientras fui chica acostumbraba a mirarla desde las ramas del  árbol seco que estaba en la orilla.

Arrojaba flores y ellas flotaban y permanecían por días adornando la crema verde que era su superficie. Yo también flotaré  —pensaba— si intento cruzarla y pasar a la otra orilla. Ese capricho de niña tonta, lo comentaba con el viejo guardián que pasaba cada tarde. Pero él decía que no, que me hundiría y yo no le hacía caso, él sabía todo, era viejo y sabio, pero recién reconocí su sabiduría, cuando una grave situación puso en prueba mi fe en la ciénaga y para ese entonces, él ya había partido  a esa tierra lejana de la siempre hablaba, esa que se siembra en agosto y florece en verano.

 

Una tarde en que el sol era una brasa convertida en aire, caminé buscando una orilla más arbolada y con frescor. Llegué a un recodo de la ciénaga, flotaban sobre ella círculos verdes, la superficie, era una masa de color sepia, los juncos se alineaban,  hasta el horizonte donde llegaban mis ojos.

Le arrojé flores como siempre lo hacía, había decidido entrar y cruzar a la otra orilla, creyendo que no permitiría que me hundiera, ella amaba las flores que yo arrojaba sobre su superficie, y como era mi amiga, me ayudaría a llegar hasta la otra orilla, que desde mi lugar se veía tan bonita, locuras de niña fantasiosa. Fue entonces cuando vi llegar al caballo. Era hermoso, pelaje brillante de tan negro. Imaginé  que se  había escapado de las caballerizas  de los Domínguez. Daba vueltas, se lo notaba nervioso, y que estaba perdido, lo vi entrar en la ciénaga, caminar  con dificultad, y lentamente internarse. Se fue hundiendo. Luchó al presentir el peligro, al darse cuenta que era una trampa espesa que no le permitía avanzar, escuché su relincho que era el grito de un ser desesperado. Era una criatura atrapada, cuando ya no se le veían las patas, bajé del árbol e increpé a la ciénaga, la insulté. Mis gritos y los del animal que chapoteaba, producían un sonido aterrador que llenaba la tarde y se perdía entre el follaje de los arboles, estábamos solos,  nadie nos escuchaba. La masa cremosa abrazaba cada vez más al pobre animal, con mi voz ya ronca y sin fuerzas le dije: ¡Maldita ciénaga, nunca más te arrojaré flores, te odio!

No sé qué sucedió, si la ciénaga bajó su caudal o el caballo se elevó, pero aparecieron sus patas nuevamente, y al verse casi libre, enfiló para la orilla. Sucio, cubierto por la gelatina verde, la hermosura de su pelaje no se veía,  avanzó hasta un sector donde la gramilla crecía verde y tupida,  se arrojó sobre ella y se revolcó tratando de quitarse la capa barrosa que lo cubría, fue recobrando apenas su color y luego con la agilidad de un gato se puso de pie, pegó un relincho y se alejo a la carrera.

Creí en ese momento, que mis flores de cada día habían sido la siembra de agosto que el viejo me decía y la cosecha de verano fue la mágica o ilusoria, libertad del caballo. Ilusoria, porque hoy, ya adulta, no puedo creer que lo que viví  fue real. Es naturaleza de la ciénaga, tragar lo que en ella entra, no es buena ni mala, es así. Lo que sucedió con el caballo no tiene explicación, y por más que conjeture, no la voy a encontrar.

No regresé más a la ciénaga, a veces y sólo en sueños aparece y ya no es la amiga que inventó mi niñez, es una realidad que me produce espanto.

 

31 comentarios:

Ester dijo...

Atrapada por la magia de las flores flotando cuando niña, atrapada en el recuerdo de constatar que la ciénaga no permitía flotar. Abrazos

Campirela_ dijo...

Las ciénegas son lugares que todo lo que echas lo engullen es como esas tierras movedizas que contra mas quieres salir más te hundes en ellas. Tal vez esa fe que la pequeña tenía hizo que sus gritos algo se moviera dentro del lugar y así el caballo poder salir .
Que bello cuento creo que en él hay algo más, una enseñanza ante la adversidad.
Un beso y muy felices sueños.

J.P. Alexander dijo...

Uy cuando somo niños vemos el mundo tan mágico aunque sea escalofriante. Te mando un beso y me gusto tu relato.

Lady Blue dijo...

¡Ay mariarosa sufrí con el relato! Gracias a Dios el caballo pudo salvarse. Debió ser algo espantoso para la niña. Me gustó mucho que ella no se diera por vencida y siguiera gritando hasta ver libre al pobre animal, porque quizás otro niño sale corriendo ante el horror. Un abrazo, que descanses.

Sandra Figueroa dijo...

Que hermoso cuento amiga, una niña llena de fantasía que se desvaneció al crecer.... Me encanto leerte. Saludos.

Susana Moreno dijo...

Un relato muy impresionante. Un beso

Mari-Pi-R dijo...

Debe de ser una experiencia maravillosa poder contemplar el tiempo de la ciénaga.
Bonito relato, un abrazo.

Rafael dijo...

El encanto se ve oscurecido por el relato, pero así son a veces.
Un abrazo.

Mª Jesús Muñoz dijo...

En la infancia nos abraza la magia y el milagro, que vamos perdiendo cuando crecemos, María Rosa.La naturaleza tiene su propio espíritu al igual que la ciénaga y seguro que escuchó la voz desesperada de la niña tratando de salvar al caballo...El agua guarda muchos secretos en el tiempo,sabe escuchar y responder a lo que ocurre a su alrededor.
Gracias por tus palabras.Mi felicitación y mi abrazo por tu amor a la literatura y al misterio, amiga.

Mª Jesús Muñoz dijo...

El relato en primera persona le da mucha fuerza y veracidad. Me gusta cómo lo has contado paso a paso y con maestría, María Rosa.

Ángeles dijo...

Ayyy mariarosa, que vívida es tu narración, la he vivido según la cuentas, porque a mi me ocurrió con una oveja, yo sabía que no podía cruzarla, pero pasó un rebaño de ovejas y una se debió salir del grupo y se metió en la cienaga, era toda agua por donde se metió, pero su pelaje de lana pesaba tanto leno de agua, que se fue hundiendo en una agonía que yo no podía atajar. la oveja se hundió entre remolinos de agua.

Tu entrada parece mágica por el final y por esa niña que arrojaba flores a una cienaga devoradora.

Un abrazo desde el corazón

Beatriz Martín dijo...

wwaauu que duro final, , a veces nuestra niñez nos ayuda a evadir y escapar para que la realidad no duela tanto, bravo por este relato, un abrazo desde mi brillo del mar

Hada de las Rosas dijo...

Cuantos laberintos y bosques deben atravesar los niños, algunos reales, otros metaforicos. Entre fantasia, sueños y realidad has contado una gran historia.
Beso chuik chuik!

Recomenzar dijo...

me gusta leerte me das paz al alma de lo que sientes
cuando lo sientes
un abrazo desde la madrugada sin sol

Meulen dijo...

Hay muchas maneras de comprender lo que nos pasa en la vida y el mensaje que se nos regala a tiempo o destiempo...
ya sabemos en que consiste una ciénaga , pero a veces queremos porfiar en ganarle en esa batalla de vida y no es simple , pues los patrones d¿naturales tienen su fin y su razón de ser...
ahora la ciénaga de tanto recibir cosas nefastas, se place en recibir de pronto bellezas , que le depuran la fealdad y hasta el mal olor, nosotros debemos aprender a limpiar eso que seguramente tantas veces nos atrapa...ahí está la demostración del caballo, la fuerza espiritual que tenemos para saber sortear aquello que nos inunda y nos quiere hundir ...
ser valientes de saber el justo momento de gritar y sacar fuera y al fin liberarse...y es un trabajo personal...ya esta visto.

Laura. M dijo...

Sueño o realidad Nos haces sentir el peligro. Menos n mal que se pensó el entrar en ella.
Buen septiembre mariarosa. Cuídate.
Un abrazo.

Margarita HP dijo...

Hola Maria Rosa, que relato más magnífico. Está lleno de metáforas, de percepciones, de realidades... y como todo lo que nos cuentas, de una forma exquisitamente narrado. Me ha encantado amiga mia. Besos :)

El Baile de Norte dijo...

Las lecciones en la vida se aprenden de formas muy variadas,... precioso relato Mariarosa

Carlos Augusto Pereyra Martínez dijo...

Las ciénegas son tenebrosas. Por lo menos, de pequeño me producían espanto, porque no sólo estaban en los cuentos de Poe, y las historias de Lovercraf, sino cuando uno se ecercaba a su oleaje fugiminoso y de un limo verdoso en su superficie. Por eso, no extraña que haya sido tema de tu buen relato. Persiguen. Un abrazo. Carlos

Ernesto. dijo...

Un cuento "aterrador" dentro de la belleza que encierra tu forma de plasmarlos...

¿De dónde sale tanta imaginación?... De ciénaga alguna seguro que no! :)))))))

Los Comentarios de mi blog partieron por día y medio, y volvieron. Tal cual tu caballo volvió a la vida.

Abrazo Mariarosa.

Joaquín Galán dijo...

Excelente,como siempre.La obsesión de la niña era tan real que hubiera comprobado si de verdad podía atravesar esa ciénaga engañosa de no ser por la aparición del caballo.Un caballo que para mí no es otro que el guardián de la ciénaga reencarnado.

Abrazos,Mª Rosa

buhoevanescente dijo...

Hermoso como lo has relatado.
Que tremendo momento para ella y el animal.
La magia o algún hado benevolente lo ayudó. ...o las flores hicieron un soporte.
Gracias saludosbuhos.

Elias Akhenaton dijo...

Un cuento maravilloso, amiga. Felicitáciones por la sensibilidad de la narración de tu historia de niña, fascinante. Abrazo.

Siby dijo...



Mi amiga linda, me agrada mucho
como nos relatas, la vida siempre
nos deja lecciones que jamas olvidamos.

Besitos dulces
Siby

Galilea dijo...

Qué bello relato! La inocencia infantil y esas flores regaladas a la ciénaga obraron el "milagro"... la ilusión de ser posible cambiar la esencia misma de la ciénaga.
La niñez da paso a la edad adulta que nos desengaña.

Me ha encantado. Me quedo por aquí para seguir leyéndote.
Besicos.

Julia López dijo...

Me ha ebncantado tu relato, es muy bonito.
Un abrazo

carmen estany dijo...

En nuestra infancia todos hemos soñado imposibles y la ignorancia nos hacia ser atrevidos, pero la ayuda de personas experimentadas nos salvaba de caer en el error.
El relato de tu experiencia es muy bello.La ciénaga no tiene compasión, pero la providencia si, y ella te salvó de la tragedia.
Un fuerte abrazo querida amiga

Elda dijo...

Un cuento hermoso y que tiene su magia regalada por tu maravillosa forma de contar las historias, siempre clara y con frases que son poéticas y muy agradables de leer.
Felicidades, me ha encantado leerte después de este tiempo estival.
Abrazos.

José A. García dijo...

Gracias por compartir esta historia y demostrar que no por tener un título similar lo que se cuenta debe serlo.
Muy interesante, no hubiera pensado en ese final.

Saludos,

J.

Jorge M dijo...

Hola María Rosa soy nuevo en tu blog lo estoy descubriendo, me ha encantado tu relato, creo que fue la fuerza o mas bien el instinto de supervivencia del caballo de no darse por vencido, es una linda historia , me ha encantado su lectura.
Te mando Saludos y no dejes de cuidarte.

Mari Carmen dijo...

ncuentro con
Hola Rosa María,vengo del blog de Ester, estoy curioseando tu blog y me encuentro con un gran relato. Me quedo aquí con tu permiso.

He visto tu participación en Autodidacta, me encantó.

Te dejo mi enlace...

https://franconetti-aula-abierta.blogspot.com

Amistosamente.

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