Despertó sobresaltado. La habitación
estaba en penumbras. Escuchó nuevamente el aullido.
Se levantó, bajó la escalera y fue a la cocina.
Se preparó un vaso de leche caliente, su madre decía que era buena para
descansar por la noche. Sus pesadillas eran cada vez más frecuentes, no le permitían
dormir tranquilo. Desde que no visitaba
al Doctor Donaldson, su malestar crecía.
Él explicaba que ese mundo de terror no
existía ni los aullidos, ni los seres extraños. Todo estaba en su mente. Nadie
quiere matarte Goyo, le decía.
Su remera pegada al cuerpo y un ácido
olor a transpiración le decían que el miedo se escapaba por su piel. Regresó a
su cuarto. Desde el ventanal observaba el parque, todo era silencio y oscuridad.
¿Qué lo había despertado?
Regresó a la cama y quedó dormido.
Aparecieron nuevamente los habitantes de sus pesadillas.
Esta vez el ser vestía un sobretodo
largo y negro, no lograba ver su rostro, sólo divisaba el amarillo de su piel.
Se largó a correr por un bosque desconocido, el ente lo seguía. Árboles y más árboles lo rodeaban, creía
escuchar el jadeo del otro a su espalda, el bosque se hacía más tupido ni un
rayo de luna se filtraba entre las ramas. Cada golpe que su pie daba en la
tierra repercutía en su cabeza con un sonido de martillo.
A pesar del frío, transpiraba, las
gotas resbalaban por su cara, los tendones de sus piernas eran de acero.
Tropezó con una raíz. Voló como un pájaro con el impulso de la caída y se
estrelló contra un colchón de hojas secas, que arañaron su cara.
Intentó levantarse y lo vio caer sobre
él con los brazos abiertos como un enorme murciélago. Su alarido de terror lo
despertó.
Se sentó al borde de la cama jadeando. Se
levantó. Daba vueltas por el cuarto, estaba agotado.
Un ruido apenas perceptible, lo puso en
alerta. Venía de la cocina.
Recordó el arma. ¿Dónde la había
guardado? La encontró en el ropero, estaba en una caja lista para actuar.
Sigilosamente bajó la escalera, contra
el ventanal una sombra se movía, él apuntó y disparó. Los cristales salieron
disparados como un vomito de vidrios, quebrando el silencio. Un aullido de
fiera herida lo estremeció. ¡Le había dado!
Más aullidos hasta que todo fue
silencio. El último cristal cayó con un sonido de campanilla. No se animó a
bajar, quedó sentado en los escalones
tratando de recobrar la cordura. El tic tac del reloj del comedor lo
sobresaltó, eran las tres de la mañana y una mudez total daba vueltas por la casa.
Con la luz del día bajaría a la cocina.
Quedó sentado en un escalón, mirando el
vacío y con el arma a su lado.
Tomó coraje y bajó.
Al entrar comenzó a transpirar, le
temblaban las piernas, de un rápido vistazo vio que todo estaba en orden: la
ventana, los cristales. Nada que demostrara lo sucedido la noche anterior.
Una furia rabiosa brotó de su garganta
con forma de grito, golpeó la mesa, levantó una silla y la descargó con rabia
contra los muebles, giró henchido de irritación y en la fuerza del movimiento
resbaló sobre un líquido viscoso. Cayó cuan lago era, su cabeza golpeó contra el
filo de la mesa, nadie escucho el sonido de su cráneo.
Quedó en el suelo, no se movió más. Se
fue poniendo lívido, frío, en un charco de sangre que no era la suya.
21 comentarios:
Muy buen relato le final me impacto. Te mando un beso
Qué original. Un beso
Relato que llena con ese final inesperado.
Un abrazo.
Bueno, aquí te has esmerado, cómo si ello fuese posible...
¡Tenebroso, inquietante y terrorífico!
¿Duermes bien por la noches? :))))))
Abrazo Mariarosa.
Tus finales son siempre impactantes, genial amiga. Me encanto
Un fuerte abrazo!!
Toda una mezcla de fantasía, locura y espejismo, que nos deja a todos "temblando" María Rosa.La mente humana crea monstruos, es cierto. Pero también es cierto, que hay otras dimensiones y otros seres, que no vemos y a veces nos prueban. Tu historia está ahí, entre la imaginación de la mente y los misterios intangibles, pero existentes. Muy bueno, amiga.
Mi felicitación y mi abrazo de luz por tu maestría, dando realismo e intensidad al relato.
Ese final que nadie espera. He ahí la maestría de un cuento de suspenso. Un abrazo. Carlos
Y entonces había algo de realidad en las pesadillas.
Me hizo sospecharlo el doctor esceptico. Cuando un personaje como ese dice que algo sobrenatural no existe, es que es muy real.
Saludos.
Me gustó mucho este relato donde se mezcla la realidad con la fantasía y además con un final escalofriante que no me esperaba. Que tengas una bonita semana mariarosa. Un abrazo!
Lo que produce encerrarse en el miedo...nada bueno resulta de eso y aquellos que algo comprenden de la psquis humana poco o nada aportan...él debió buscar por otro lado.
Buena semana.
Un relato que da miedo y ese final es impactante. Yo tengo pesadillas frecuentes :=( Saludos amiga.
Un buen relato de intriga con un final que no esperas aunque algo sospechas y tiendes a imaginar.
Un abrazo y buena semana mariarosa.
Excelente historia. Atrapante desde la primera imagen.
Saludos,
J.
Que hermoso, realidad y fantasía,
me agrado mucho tu relato.
Besitos dulces
Siby
Me has sorprendido y dejado con el pico abierto!!! Aplausos y saludosbuhos .
Pues sus pesadillas no son tanto... Nos atrapas con tus misterios.
Buena noche y que sea tranquila :)) Cuídate.
Un abrazo.
hermosa entrada cuando tu alma habla con nosotros
Intriga y terror hasta el final.Un relato digno de formar parte de cualquier antología del género.Felicidades Mariarosa.
Esa sangre ajena del final me ha obligado a volver a leerlo.Y me gustó más si cabe que la primera vez.
Un abrazo
Uma bela história contada com bastante sensibilidade e profundidade, mesclando realidade e fantasia. Prazer em ler-te. Bom domingo e sucessos!
Muy buenos tus dos últimos relatos.
Éste me ha impresionado por su fuerte carga de misterio.
Gracias por tu comentario. ¡Tú sí que escribes de concurso!
Un abrazo cordial
Esas noches terribles de miedo. Me ha recordado a Bécquer.
Un fuerte abrazo.
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