Recuerdo
aquella noche, llovía y la ruta anegada
por la furia del agua me provocaba temor. Ansiaba llegar, faltaban más de doscientos kilómetros y bajo
la luz de los faros el asfalto era una cinta indefinida.
De
pronto, como salido de la nada, apareció a un costado del camino, un pequeño
restaurante en una zona que siempre había estado rodeada de pampa y algunos
árboles.
Me
detuve para esperar que aliviara el diluvio y comer algo. Creo que allí comenzó
el juego mágico.
Pedí
algo, no recuerdo qué y te descubrí, vos y yo los únicos pasajeros; no fue
casual, sólo que en ese momento no lo entendí.
Te
miré y me recordaste a alguien, cerré los ojos tratando de identificarte,
mientras escuchaba el ruido de la lluvia en la ventana y, al abrirlos, estabas de
pie frente a mí, sonriente y con tu bandeja en la mano preguntando si podíamos cenar
juntos. Y yo que soy desconfiada, perdí
mi recelo natural y te dije que sí.
A
partir de ese momento, hablamos como si nos conociéramos de siempre. Tal vez
fue el vino blanco y dulzón el que apuró nuestras confidencias, el café nos
regaló un sol madrugador y nos anunció que estaba amaneciendo y había dejado de
llover. Me dijiste que con el reflejo de los rayos dorados que entraba
confianzudo por el ventanal, mis ojos
se volvían del mismo color y me reí y reímos juntos.
Debíamos
despedirnos y ninguno de los dos tomaba la iniciativa. “Creo que cuando llegue
a mi casa y recuerde esta noche creeré que fue un sueño
nuestro encuentro.” Fueron tus palabras al despedirnos.
A
los dos nos esperaban.
Me
había preguntado muchas veces si existía
la magia o lo que llamamos magia,
esos momentos maravillosos que aparecen de pronto y provocan un efecto
de encantamiento, que llegan y se van
sin explicación.
Y
sucedieron en mi vida situaciones inesperadas, que borraron los planes que creí serían mi futuro. La
soledad se adentró en mis horas, un torbellino de viento huracanado barrió proyectos y quebró esperanzas.
Y
en esa búsqueda de la felicidad perdida,
reapareció tu imagen en mis sueños y te
busqué, caminando por la costanera en las tardes de verano. Entre un ir y venir
de turistas, muchas veces creí verte, pero era mi imaginación la que forjaba tu
imagen, la realidad era otra; no estabas. Cómo encontrarte si sólo sabía tu
nombre; Lucas.
Una
tarde de puro aburrida, entré a un bar y me senté frente al ventanal que daba a
la playa, abril había serenado a los visitantes y la ciudad retomaba su ritmo
habitual de tranquilidad. Y volvió a asomar la magia. Apareciste frente a mí, como aquel
día, con una bandeja en las manos y cerré los ojos, creí que deliraba, y al
abrirlos, preguntaste: “Me puedo sentar”.
Dos
años atrás nos había sorprendido el sol amaneciendo en la ruta 2 y frente a una
taza de café, esta vez fue la noche la que se fue dibujando en los cristales,
mientras la luna se reflejaba en el océano como la varilla de un abanico.
Dijiste que habías soñado este encuentro, que me buscabas desde hacía tiempo y
al escucharte me di cuenta de que habíamos vivido el mismo anhelo y que ese deseo apuró la magia de volver a vernos.
Amanecimos
juntos, un sol sin fuerzas vestido de otoño entró por la ventana, mientras la
llovizna plateaba las calles; pero no nos importó, la magia seguía viva.
(Esta historia, como otras escritas en primera persona, no es personal ni real)
(Esta historia, como otras escritas en primera persona, no es personal ni real)
20 comentarios:
A veces la magia surge en los momentos más insospechados.
Un abrazo.
¿Lo imaginaba, era un sueño, un deseo recurrente, fue real? No me ha quedado muy claro.
Fuerte abrazo.
¡Cómo me ha gustado esta historia tan romántica!, mágica en si, y mágica tu forma de narrarla, con frases muy bonitas y con mucha sutileza.
Me ha encantado desde el principio al final, y me ha parecido la situación relatada, fascinante.
Ha sido muy placentera la lectura María Rosa.
Un abrazo y buena semana.
Uy aveces solo queda un poquito de magia a ratos. Hermoso relato
Me encantan los finales felices. Un beso.
¡Qué bonito María Rosa! ¡Me ha encantado! Es una historia preciosa y romántica.
Muchos besos cariño y que me alegro del nuevo encuentro de estos protagonistas :D
Bien puede calificar para esas historias en el campo narrativo del amor, que son perdurables. Si los amores de Florentino Ariza y Ferminna Daza, en El amor en los tiempos del cólera, de Gabo; Efrain y María, en la inmortal novela de Jorge Isaacs. Un abrazo y mis respetos a tu narrativa. Carlos
Un cuento que acuna sueños de muchos seres solitarios esperando se vistos
Precioso leerte
Cariños y buena semana
La magia nos enseña que en la vida todo es posible, ese encuentro maravilloso vive en el alma de todos los soñadores me encanto leer esta historia tan delicadamente bella.
Abrazo
Maravillosa esa magia que logro encontraros en dos ocasiones. Y es que la magia existe. Precioso amiga. Besos
Si alguna vez supe de eso...
No se, será que deje de creer en esos sueños que ahora n i duelen
Feluz los que encuentran luz en su camino...
Pases linda semana...
Abrazos
hola Rosa! hermosas tus palabras, tu blog y los comentarios tan calidos que recibes y tan merecidos, nos llena de alegria y orgullo de ser compatriotas! muchas gracias, abrazosbuhos
Hola Mariarosa.Cuantas personas solitarias están esperando la magia de un encuentro afortunado,sin que nunca llegue.Gracias a tu buen hacer, tus protagonistas han tenido mucha suerte.Te felicito por ello.
Te mando un fuerte abrazo.
No se si llamrlo "magia",... pero el caso es que el destino, la casualidad,... hicieron que se encontraran. Bonito relato!
Algunos encuentros están destinados a repetirse si se los busca con insistencia.
Saludos,
J.
Pareciera que se borró el límite entre lo onírico y lo real.
Que bien que pudieron volverse a encontrar.
Bien contado.
Una historia soñada miles de veces por miles de personas en todo el mundo,un reencuentro de otro que fue mágico durante unos minutos,unas horas quizás,pero que ,al contrario que en tu historia,casi nunca sucede.Tal vez por eso resulta ser un relato con alma,de esos que a todos nos hubiera gustado vivir.
Un abrazo
Qué bella historia. De las que crees que no pueden pasar. La he leído apurada al final porque pensaba que la magia iba a desaparecer. Qué feliz me he sentido porque al menos esta vez, aunque sea literatura, ha ocurrido.
Besos, Rosa
Es preciosísima la historia, me ha encantado. Un encuentro mágico, pero más mágico aún el reencuentro. El destino realmente puede hacer cosas así, aunque este caso no sea real.
Precioso!!
Muchos besos.
Hola María Rosa, aunque no es una historia real o personal, es una historia hermosa y mágica!
Un abrazo!
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