El cuadro ya estaba allí, cuando mis
padres compraron la casa del doctor Haustein.
Era un antiguo departamento sobre la
calle Tucumán, al abrir el portón, alto
y oscuro, nos recibía un pequeño hall y
dos puertas, una daba a la planta baja, era
el estudio de los abogados Hafler
y Maier. La de la derecha daba a la escalera que llevaba a nuestra vivienda y en el descanso,
sobre la pared, el cuadro. Mi madre decía que era una pintura de valor y que la dejaría allí porque le
daba importancia a la casa.
El hombre de la pintura parecía
mirar con ojos tristes quien sabe que recordaría mientras lo pintaban
y en esa
evocación su sonrisa serena era
una mueca apenas perceptible. A mí me impresionaba la sombra a su
espalda, ese perfil que se elevaba sobre su cabeza, esa mano
que intentaba demostrar algo que
mi corta edad no comprendía, pero despertaba
mi temor y la admiración de los mayores.
La pintura quedó siempre en ese lugar,
tal como lo había decidido mi madre. A
pesar del tiempo el cuadro se mantuvo en
perfecto estado, menos la sombra, que se
fue desdibujando, hasta desaparecer totalmente y sin explicación.
Años después, alguien del barrio me
comentó, que el hombre del cuadro había
sido un médico reconocido y había fallecido a mediados
de 1980, extrañamente, la misma época en
que desapareció en el cuadro, la sombra a la espalda del protagonista.
El cuadro es de Christian Schad. Año 1928.
El cuadro es de Christian Schad. Año 1928.
18 comentarios:
Yo creo que yo hubiera escapado en cuanto lo hubiera visto y aún seguiría corriendo, jajaja.
Un abrazo.
La imagen tal como la describes, con ese deje de tristeza y serenidad...
La historia, siempre de tu cosecha y estilo. Siempre "inquietante" hasta el final.
Abrazo, Mariarosa.
Esa gigantesca mirada dice tanto. Las manos también, generan confianza a quien las observa.
Saludos.
Mónica
Un cuadro que no hubiera querido yo en mi casa, así que no me extraña que a una niña le produjera cierta impresión.
Un cuento estupendo por esa inquietan figura que sería algún paciente poco agradecido :)).
Siempre un placer leer tus historias.
Un abrazo María Rosa.
Bonito relato, me gusta.
Un abrazo.
Quę impresión. Un beso.
Hay un estilo definido en tus relatos, y eso indica que allí hay una escritora.
Lo he dicho otras veces y lo confirman algunos comentarios: manejas muy bien el misterio, provoca cierto escozor, y así debe ser.
Saludos.
Las pinturas,al igual que lo que se escribe se escribe, tiene tiene deferencias importantes que se resumen en los estados de ánimo, y la sombra del doctor aparecerá y desaparecerá dependiendo de la luz con que se mira. Bello relato, María Rosa; un placer leerte.desde las Galias mi cariño
Inquietante. No creo que me hubiera atrevido a colgar el cuadro en mi casa!
Feliz día
Bisous
Que placer
encontrarte compatriota !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
conocer tus letras y admirarlas
te dejo mi blog
si querés visitarme
te invito
Una taza de té con leche con gotas de leche fria
abrazo
¡Guau María Rosa! ¡Qué te digo aparte de que se me ha erizado la piel! Me encanta leerte y seguir el ritmo de tus palabras. Sabes contar historias de verdad. Un beso muy fuerte :D
Ay María Rosa siempre que leo tus relatos al final me invade un extraño escalofrío.
Es que uno se interna en la narración, eso pasa cuando la autora transmite tan bien lo que quiere decir.
Fantástico, me encantó.
Un beso.
Eres maravillosa y terrible a la vez jajaja
a estas horas y yo leyéndote !
atrapas, lo sabes, no?
Un abrazo bien grande
.-..
pd/ Me alegró mucho que te gustase la música, Sole canta divino :-)
gracias ! y feliz noche
Encantador y bien construido relato.
feliz fin de semana.
Unh abrazo.
¿Habían pintado el espíritu del médico? Fantástico. Otro más de tus notables relatos envueltos en el misterio. Enhorabuena. Ha sido un acierto. Un abrazo. Franziska
un cuadro de alguien siempre intriga
además de niños siempre vemos cosas que los ojos cansados y turbios de mayores
ya somos incapaces de vislumbrar.
abrazos.
Así pues, no son solamente las cámaras de fotos las que roban almas...
Saludos,
J.
Excelente.
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