Te escuchaba, pero estaba cerrada a tu
voz. Tus palabras caían, saltaban en la mesa de aquel bar y rodaban hasta el
suelo, se desarmaban y las letras giraban por el piso como hojas secas y livianas y yo, imaginaba que bailaban entre las baldosas
rojas mientras vos seguías hablando.
No me interesaban tus explicaciones.
Eras mi hermana y sin embargo en ese
momento te consideré tan lejana, una desconocida. La muerte de mamá nos había reunido, pero ni ese dolor
lograba que te entendiera, en realidad, éramos dos extrañas. Qué me ibas a explicar, que mi marido fue tu
gran amor, no hacía falta, lo supe el día en que me abandono y los vi irse abrazados y me quedé de pie, sostenida
por una puerta que parecía abrazarme para darme fuerzas.
¿No fuiste feliz con él? Lo siento, la vida es así, te da y te quita.
De nuevo tus palabras resbalaban por mis
oídos, intentaba escucharte y no lo
lograba, hasta que como un viento me llegó tú pregunta:
¿Por
qué estuvimos separadas tantos años?
Te miré a los ojos y no respondí. Creí
que si respondía a tu pregunta me iba a largar a llorar. No sé si eras tonta o
la tonta era yo por escucharte.
Me levanté y ante tu asombro, me fui del bar.
21 comentarios:
Ese cristal roto hiere y desgarra. Qué forma más hermosa de narrar un dolor interior, ese engaño, ese sufrimiento, e incluso, esa ironía que a veces nos ofrece la vida.
Un beso muy fuerte María Rosa, como siempre, un auténtico placer leerte. ¡Besos! :D
Cuando algo se rompe dificilmente se puede arreglar, sobre todo si los trocitos del dolor son demasiados.
Un grande relato, corto y contundente que me ha encantado leer por esa pluma brillante que tienes para la prosa.
Felicitaciones y un abrazo.
Hay cosas que no tienen remedio. Un beso.
Desgarradora situación, una valiente persona la que afronta con tanta entereza una decepción semejante. Afortunadamente, los seres con una rica vida interior, saben que no son los demás los que los hacen felices o no, así aprovechan estas circunstancias para alimentar su crecimiento interior, de tal forma, que llegan a parecer extrañas a los ojos de la simpleza. Un abrazo.
¡Fantástico! Un relato impecable, con maestría para tratar lo dramático. Y además con algun pequeño giro sorpresivo por la mitad.
De la situación en sí, que decir, es la vida, suele pasar y desgarra, claro que sí, nadie quisiera estar del lado de quien solo tiene una puerta para agarrarse.
Muy logrado, felicito.
Me encantó la forma y el fondo, María Rosa...Eres toda una maestra...La narradora es inteligente y humana. A pesar del daño recibido, no quiere hacer daño a su hermana y sale con dignidad...Las palabras cuando no sirven para curar y unir es mejor ignorarlas.
Mi felicitación y mi abrazo por tus bellos y profundos relatos.
Hay decisiones que nos marcan de por vida
aunque queramos perdonar,
es muy difícil olvidar
y frente a frente , a pesar del tiempo
las palabras se atragantan
vidrio molido para el alma
que aún sangra
precioso relato, siempre un gusto
va mi abrazo hasta tu orilla, estimada Mariarosa
Difícil recomponer los trozos de ese dolor, pero siempre hay una esperanza de conseguirlo.
Relato corto pero con un gran mensaje.
Un abrazo
Espléndidamente enlazada, una historia triste, desgarradora y más común de lo que pudiéramos imaginar.
Un abrazo.
Tiene sentido. Se explica la rivalidad, que hayan distanciado. Pero tal vez no por tanto tiempo.
Un abrazo.
Un relato impactante, así expresado! Y sin embargo la viada misma!!
Gusta especialmente ver el buen hacer en el engarce de cada palabra.
Abrazo, Mariarosa.
...la vida misma!
El texto es hermosamente dolido, más cuando apelas a la primera persona, para hacerlo más confesional. Y ese final, que bien logras sin expresarlo, en gesto de la copa, dar la respuesta. UN abrazo desde este afecto colombiano
Feliz fin de semana.
Un abrazo.
En un relato tan breve concentraste toda una vida de desamores, traiciones, reencuentro.
¿Tan superficial era esa hermana que no comprendía que le había desgarrado el alma?
Genial, Mariarosa, me gustó mucho.
Un gran abrazo.
Preguntas que sobran, para las que la única respuesta digna es el silencio.
Me alegra que recuperaras tu blog!
Feliz tarde
Bisous
¿Por qué forzar reuniones con personas que la propia vida se encargó de separar? ¿Para qué?
Es más, en mi caso ni siquiera hubiera ido a ese bar. Ni siquiera hubiera respondido la llamada.
Saludos,
J.
Un relato tan real como la vida misma, estas cosas ocurren, y a ves más frecuentemente de lo que parece.
María Rosa gracias, por estas reflesivas letras y me alegra que hayas recuperado tu blog, gracias a Lujan a la que poco veo ni en facebook ni en el blog, tendré que visitarla desde algún comentario.
Una buena semana y un abrazo.
Ambar
Un relato sublime, bien llevado con la maestría que te caracteriza. Lamentablemente hay cosas en la vida que no tienen remedio, este es uno de estos casos. Me alegra saber que has recuperado tu blog, estupenda noticia, me alegro mucho. Abrazos!!
Situaciones que en más de una ocasión alguien de nuestro entorno ha vivido, sufrido. Me encantó el final, a saber si la mente del lector lo retuerce imaginándose una segunda parte.
Saludos, Mónica
Que dilema
seguro que aquello no deja nada resuelto al fin
dos traiciones son peores ...el hombre que se ama y lo peor la hermana
se debe aprender mucho de todo ello.
besos
y alegría que recuperes todo.
abrazos.
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