lunes

El contrato






Se hizo un clic en su cabeza, noche en sus sentimientos, y se dio cuenta de que estaba sola  y que sólo ella era la culpable.

Salió al parque del Hotel Casino, respiró hondo un aroma a pinos y césped recién segado. Los árboles se recortaban negros contra un cielo claro de verano.
− ¡Negro el diecisiete! −la voz del crupier sonaba aún en su cabeza, fue su última apuesta de la noche.  No tenía un centavo más.
−Buenas noches  −un señor mayor elegantemente vestido de blanco la miraba sonriente
−Hola  −respondió.
− ¿Qué tal le fue?
Ella negó con un movimiento de cabeza.
El hombre tintineaba fichas en el  bolsillo de su saco.

La invitó al bar. Conversaron, la voz del anciano era monótona. En un momento él  se retiró. Advirtió que había dejado olvidadas algunas fichas. Las tomó para devolverlas.
Preguntó al mozo la habitación del señor que estuvo en la mesa con ella.
–No vi a nadie con usted –respondió. Al retirarse reparó que los mozos la miraban murmurando entre ellos.
Se levantó para ir a su cuarto.
Se detuvo… ¿Y si jugaba las fichas?  Algo me dice que voy a quebrar mi mala racha −pensó.
Volvió a entrar al salón, el deseo de jugar era más fuerte que su razonamiento.
Eran fichas grandes. Jugó. ¡En poco tiempo perdió todo!

Regresó a su habitación, se miró al espejo y se dijo con pena:
− ¡Mónica, sólo te faltaba robar! −Se  bañó y se tiró en la cama.

Despertó tarde, pasado el mediodía.  Salió a la calle, buscó un cajero y retiró sus últimos pesos.

Al atardecer el deseo de jugar comenzó a rondarla. Fue al casino. Su mala racha continuaba. Arrojó su última esperanza en una apuesta. Perdió.

El anciano vestido de blanco  se acercó sonriente, la saludó y no hizo ninguna referencia a las fichas olvidadas, ella tampoco.
Él la invitó a tomar algo.
Se sentaron, Mónica se preguntó en voz alta ¿Cuál es el motivo de mi mala suerte?
El anciano exclamó sonriente:
− ¿Quiere ganar?
−¿Para qué estoy acá? ¡Para jugar y ganar!
−Puedo ayudarla, sería algo así como un negocio. ¿Acepta?
Mónica lo miraba sin entender.
−¿Qué me propone? −Preguntó pensando que el hombre planeaba unas horas de sexo.
−No piense mal −dijo mientras se ponía de pie− vayamos a la mesa de juego y veamos que sucede, tome mis fichas y apueste.

La ruleta ejercía fascinación en ella. En pocos minutos había duplicado la cantidad de dinero. Era un sueño largamente acariciado, vivir esa sensación placentera de jugar y ganar. Ella, el crupier y nadie más.
Miró al anciano que seguía sonriente a su lado. Volvió a la realidad.
− ¿Qué sucede? −Preguntó con la felicidad dibujada en su cara− ¿Usted tiene algún talismán con poderes?
El hombre la tomó del brazo y la llevó nuevamente a la mesa.
−Le dije que era un trato.
La miraba fijo a los ojos.
−No le entiendo ¿de qué trato me habla?
-¿No  comprende  quién soy?
Lo miraba. ¿Sería un ángel? Estaba vestido de blanco, él lanzó una risa burlona como si hubiera leído sus pensamientos.
− ¿Cree que soy un ángel?  Soy un ángel caído, al fin es lo mismo. Tengo la fórmula para acertar en la ruleta, nos tenemos que poner de acuerdo en unas cláusulas.
− ¿Qué quiere a cambio? −preguntó Mónica.
−Necesito un anzuelo. Usted es hermosa, cualquier hombre perdería la cabeza si le da sexo y el poder de ganar. ¿Qué le parece?
La cara del anciano era mueca maligna.
− ¿Entendí bien…? usted quiere que sea una puta del diablo que gana almas para sus dominios  −
Él asintió con la cabeza.
Mónica no respondió.
−Usted por el juego dejó a su marido en la calle, a su hermana le hipotecó la casa y por dinero se acostó con su jefe. ¿Qué responde?
Sabía todo sobre ella, era en verdad el demonio. ¡Que bajo había caído!
− ¿Y si no aceptó? −El anciano la miró burlón jugando con un encendedor.
−Ya aceptó el día que se jugó mis fichas, si dice que no… perderá el único bien que le queda…
−Déjeme pensarlo, mañana le respondo.

Al otro día por la tarde, la mucama cansada de golpear entró a la habitación.
¡El cuadro la paralizó!
La señora Mónica yacía sobre un escritorio, la llamó varias veces y no obtuvo respuesta, al tocarla se estremeció: estaba helada.

Llegó  un detective acompañado por dos agentes, revisaron la alcoba,  uno de ellos dijo:
−Que extraño olor ¿Qué es?
−No sé, parece azufre−Respondió el detective y agregó:
−Habrán las ventanas es irrespirable el aire de este lugar.
Sobre el escritorio  una hoja de color amarillento llamó la atención de los policías. Uno de ellos intentó leerlo.
−Parece un contrato –el detective pidió a sus compañeros que lo llevaran como prueba.
Al tomarlo con una pinza para guardarlo se convirtió en una llama…comenzó a girar  ante los ojos asombrados de los policías. Papel y cenizas se perdieron por el hueco de la ventana.






19 comentarios:

Abuela Ciber dijo...

Los vicios son algo dificil de erradicar
Nos acercas almas en pena que las hay en cantidad por el mundo
Grato leerte
Cariños

Luján Fraix dijo...

Un placer leer tus relatos, tus cuentos siempre tan bien narrados.
No me gusta el juego porque te encierra.
Un beso bien grande.

Rosana Martí dijo...

Un magnifico relato amiga, ella no acepto y se llevo su alma. Los vicios no son buenos consejeros para el ser humano es la perdición.

Besos y pasa una linda semana.

Franziska dijo...

Asombroso es lo que puedo decir. Has vuelto a superarte con el argumento. Es muy bueno este relato, si, verdaderamente bueno. Saludos cordiales. Franziska

Elda dijo...

Un gran relato y una esplendida narración que lleva con gusto hasta el final.
Una historia de ludopatía que tanto daña a la persona que la tiene y a todos los familiares y amigos.
Un final fantástico y nunca mejor dicho, que te ha quedado de maravilla.
Un placer y un abrazo.

María Socorro Luis dijo...


Como siempre, feliz de entrar en tu mundo de ficción.

Mi abrazo

Mari-Pi-R dijo...

Estas llena de gran imaginación, tus cuentos siempre me cautivan.
El juego es el peor enemigo que uno pueda tener.
Un abrazo.

Mª Jesús Muñoz dijo...

María Rosa, paso a paso nos has llevado de la mano para ser testigos de ese viaje al precipicio. El vicio y la obsesión llevan al hombre a su propia destrucción, en este caso anunciada por la figura simbólica del maligno...Muy bueno, amiga.
Mi felicitación y mi abrazo por tu buen hacer.
M.Jesús

Mirella S. dijo...

Qué buen relato, con el clima adictivo y circular que rodea a todo jugador que pierde, que no se resigna, no puede detenerse. El final es excelente.
Besos, Mariarosa.

MaRía dijo...

Toda ( o casi toda) adicción se convierte en vicio cuando no se controla , cuando nos desarma la voluntad y nos derrumba la vida , por suerte la mía es leerte ( leeros ) y es maravilloso el hacerlo

Eres una maestra del relato


un abrazo muy cariñoso

Laura Caro Pardo dijo...

La adicción al juego es algo terrible...
Me gustó el relato.
Un abrazo.

Ernesto. dijo...

Un bello y entretenido relato, Mariarosa. Con esa naturalidad con la que describes aspectos de la vida. Y misterio añadido...

Un abrazo.

cachos de vida dijo...

Feliz fin de semana.
Un abrazo.

El Demiurgo de Hurlingham dijo...

¿Habrá aceptado o rechazado el contrato'
El final es inesperado y permite ambas posibilidades.
Bien contado.

Tatiana Aguilera dijo...

Creo que aceptó el contrato, por esa razón perdió su alma. Se dio el gusto de ganar en una noche todo el dinero soñado, al día siguiente perdió lo más sagrado.
Un gran abrazo María Rosa.

José A. García dijo...

Todo sea por volver a intentarlo, al menos una vez más.

La ruleta, digo.

Saludos,

J.

TIGUAZ dijo...

Por diferentes motivos, me ausenté durante unos días, esto no quiere decir que no visitara tus escritos. Mi cariño y un beso.

lanochedemedianoche dijo...

Fantástico relato desde principio a fin me encanto leerte. María rosa tu inagotable musa siempre inspirada. Besos de luz

Carlos Augusto Pereyra Martínez dijo...

Recreas en la alección, una leyenda que ha hecho carrera: la del diablo que compra almas, a cambio del favorecimiento placentero del dinero. Le das tu toque de suspenso, y haces tuya esta saga. UN abrazo. Carlos

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