lunes

¿Quién mató a la doctora?

Les dejó un cuento policial en cuatro presentaciones, cada cuatro días. Espero les guste.







1º ENTRADA.

  La encontraron  en la calle, un tajo perfectamente ejecutado en su cuello la había desangrado. Ni la muerte había logrado ocultar  el gesto de asombro en su cara.
El detective Pedro Garmendia analizaba los datos tratando de encontrar algún detalle que lo llevara al asesino. La difunta se llamaba Camila Torres, 42 años, argentina, medica pediatra.
Habían visitado  el hospital donde trabajaba y  sus compañeros  la consideraban una persona amable, excelente profesional, no se le conocían amantes, parejas, se decía de ella que era una solitaria.

Carmona  entró en la oficina agitando un papel en su mano.
—Pedro, el fiscal  nos dio  autorización para registrar el departamento de la señora Torres.
Garmendia guardó el expediente y salieron.
En la calle el otoño barría las hojas de los plátanos  y las amontonaba en las veredas. La gente caminaba arrebujada en sus abrigos y tratando de soportar el viento.
Detective y ayudante fueron caminando por la Av. Medrano,  a pasos de Córdoba  encontraron el edificio donde había vivido la doctora Torres. Subieron  al tercer piso.
En el departamento no hallaron nada que les sirviera de pista, sólo les llamó la atención,  después de lo que habían oído sobre su carácter solitario y sobre su falta de amores, una colección de cartillas de fósforos, las que se entregan en los  hoteles alojamiento. Estaban acomodadas prolijamente en una canastita sobre la cómoda del dormitorio.
En su agenda encontraron sólo datos de trabajo, horarios de pacientes, ningún indició de amantes. 
Volvieron al Hospital. Hablaron  con los médicos del piso de pediatría  y renovaron las preguntas sobre posibles  romances  entre los compañeros.  Ninguno  conocía el tema y si lo sabían, lo disimulaban muy bien.
Al retirarse, entraron al ascensor  y  una enfermera se acercó y le entregó algo a Garmendia.
—Señor,  olvidó esta revista en la sala.
Rápidamente se  cerraron las puertas  y Garmendia quedó con la revista en la mano y sin entender.
—Se equivocó, no es mía.
Carmona se la quitó de la mano  y dijo:
—A ver dame, es una revista de chimentos, hace un montón que no leo una. Pero ché, es del verano pasado. ¿Para qué te daría una revista vieja?
Al llegar a la planta baja, Carmona miró entre las páginas y lo que su olfato le había sugerido se hizo real,  encontró un papel, y escrito  con letra  desprolija, tal vez por el apuro y un mensaje.
“La Torres y el doctor  Sardou  eran amantes”

—¿Qué  hacemos, volvemos a pediatría? —Preguntó Carmona.
—No. Vamos a hablar  con el director.
Lo encontraron en su oficina. El doctor Carranza era un tipo desagradable en su trato. Tendría unos cincuenta años, sus ojos pequeños analizaban a los dos detectives a través de sus gruesos lentes.
Repitieron   las mismas preguntas que hicieron a los  pediatras y recibieron las mismas respuestas, sólo que está vez el tono era de mal humor; la doctora era excelente pediatra, amable y buena compañera.
Al retirarse y ya en la puerta Pedro preguntó:
—¿A qué hora terminan su recorrido los pediatras?
—No hay horario, tendrían que salir a las 16 Horas, pero a veces algunos casos se complican y los horarios también.
Salieron confusos. Por los visto en el hospital no estaba el asesino.
—¿Y si fue un robo y ella conocía al ladrón, tal vez la mataron para que no hablara? —dijo Carmona.
—No le robaron nada, tarjetas, celular, dinero, todo estaba en su cartera. Hay algo que no me cierra, una persona no puede ser tan perfecta como la pintan. Algún defecto debía tener….


El 28 de mayo la segunda parte.



18 comentarios:

Pluma Roja dijo...

Mañana vengo a comentarte. Estoy en el fon y me cuesta un poco.

Carlos Augusto Pereyra Martínez dijo...

Bueno, ahí vamos con esta entrega,de dos detectives, que he observado en ogtros cuentos tuyos, y que podrían ser tu HOlmes y Watson. Qué bien dominas en el género. Quedo a la espera de la segunda entrega. Para más pistas sobre el asesinato de la pediatra.Un abrazo. Carlos

El Demiurgo de Hurlingham dijo...

Un buen comienzo, una doctora asesinada, la posibilidad de un crimen pasional.
Muy efectivos estos personajes. Podrías editar un libro de cuentos policiales.
Esperaré un nuevo capítulo.
Un abrazo.

TIGUAZ dijo...

Espero impacientemente la siguiente parte, me dejas en ascuas. ¿Alguien de mantenimiento?
Bicos.

La Dame Masquée dijo...

Aquí estaremos para conocer la continuación. Está usted en su terreno con este género. Sabe dejarnos con la intriga, deseando averiguar el desenlace.

Feliz tarde

Bisous

Pluma Roja dijo...

¿Continuará? Da para mucho.

Lo siento inconcluso. Pero tú sabrás.

Un beso María Rosa.

lanochedemedianoche dijo...

Ni lo dudes, me dejaste con la espina atravesada ya me parece un gran cuento, y tú sabes que eres genial escribiendo.
Lo espero María Rosa.
Besos

Abuela Ciber dijo...

Esperare los siguientes
Cariños

omar enletrasarte dijo...

va bien, me gusta
saludos

Rosana Martí dijo...

El relato engancha, a mi las de misterio me gustan mucho, así que espero con impaciencia la segunda entrega, gracias.

Un fuerte abrazo.

AdolfO ReltiH dijo...

LA COSA PINTA BIEN. JEJEJEJEJEJEJE. ESPERARÉ.
ABRAZOS

Anónimo dijo...

Viene bien,,,muy bien,,,María Rosa, has encendido la mecha de la curiosidad...Ya veremos...Ja..ja.Juan Angel Petta

Joaquín Galán dijo...

No es mal comienzo, esperaré la continuación María Rosa.

Saludos.

Meulen dijo...

Como así...nadie es perfecto...
mas bien decir que todo gente tiene una vida, que a veces guarda muchos secretos...

cachos de vida dijo...

Pues impaciente por ver la continuación. Será un placer llegar al final.
Feliz fin de semana.
Un abrazo.

Abuela Ciber dijo...

Buen fin de semana!!!!!!!
Cariños

MaRía dijo...

Eres la maestra de la intriga :-)
recuerdo una vez que me dijiste que tus personajes no eran tan dulces como los mios jaja
Que decirte amiga ? la primera entrega me ha encantado
ya voy directa a la segunda

un cálido abrazo de domingo

Anónimo dijo...

Bien, para enterarme empiezo por el primero y sigo hasta el cuarto.
Un abrazo.
Ambar

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