martes

Silencio.






Algo había cambiado en la casa. Mi madre deambulaba por las habitaciones, buscando algo que ni ella misma sabía qué era; en su mano, un pañuelo blanco ajado, con el cual, secaba cada tanto sus ojos.
No cantaba como antes, con su voz gangosa, sus boleros cursis y pasados de moda. Mi padre, siempre ocupado en su taller, lo había cerrado; hasta mis hermanos mayores dejaron de discutir y molestarse. El silencio daba vueltas por los rincones, nos había transformado en otras personas. La mesa del comedor estaba en orden; nadie dejaba olvidado sobre ella, el diario, los anteojos o un vaso vacío.

Algo estaba sucediendo o, tal vez, algo faltaba y yo con mis cortos años no lo entendía. Hasta el cuarto de la abuela, desde hacía unos días, jugaba al silencio… siempre cerrado y frente al ventanal; su sillón extrañamente vacío.



23 comentarios:

AdolfO ReltiH dijo...

A VECES HAY ACCIONES, SUCESOS QUE LO CAMBIAN TODO.
ABRAZOS

Rafael dijo...

En este caso, el silencio, era ya bastante significativo.
Un abrazo.

Pluma Roja dijo...

Me gustó mucho este cuento. Creo que ha sido uno de los que más me ha gustado.

Un saludo.

Ernesto. dijo...

En la brevedad y en la sencillez..., todo!

Un abrazo, Mariarosa.

CRISTINA dijo...

Un relato muy real, hay acontecimientos que suceden en la vida, que te hacen sentir el silencio. Y este está presente en cada paso que damos.
Gracias por tu vista.
Saludos.

lichazul dijo...

realista y vivencial
felicidades Mariarosa

Kasioles dijo...

Se han pasado los años, ¡tantos años...!
Pero aún recuerdo, como si fuese hoy, el día que supe que mi abuela me daría su último adiós.
Aunque era muy pequeña, la lloré como si fuese mayor.
Ahora, su recuerdo, me trae la nostalgia de un ayer que, con ella a mi lado, muy feliz me he sentido.
Te dejo un fuerte abrazo en ese tierno y dulce corazón.
Kasioles

Rafael Humberto Lizarazo Goyeneche dijo...

Ahora comprendo aquella situación de soledad que reinaba en la casa... cuando se fue mi abuela Margarita.

Abrazos.

TIGUAZ dijo...

Como dice Sabina en su cancion, todo pasa y todo queda pero lo nuestro es pasar....
Como siempre, fantastico. Un fuerte abrazo.

Mirella S. dijo...

El silencio, para mí, es la expresión máxima del dolor, cuando ya ninguna palabra puede expresarlo.
Un super micro, Mariarosa, donde ni falta ni sobra nada.
Besos.

omar enletrasarte dijo...

me dio un regusto de tristeza
lo que no modifica mi opinión sobre este pequeño gran relato
saludos

Manrique dijo...

El hueco que deja una persona, cuando "se va" es muy desgarrador, muy triste, muy impotente. Al pensamiento no le cabe otra cosa, que el recuerdo del ser querido, y es el silencio que durante mucho tiempo se apodera de él.
Abrazos.

Mª Jesús Muñoz dijo...

Bella síntesis, donde nos dejas el vacío y el silencio de la muerte...La abuela es muy importante en la casa, todos se apoyaban en ella y ahora el silencio es necesario para el espíritu, que debe aceptar lo incomprensible...Mi felicitación y mi abrazo de luz por tu maestría y buen hacer, María Rosa.
M.Jesús

Carlos Augusto Pereyra Martínez dijo...

Esos silencios de duelo. Antes se vivían con norma alemana. Y había que llevar la cintilla negra de duelo. Mi respeto por tus letras, y esta evocación que también la viví. Carlos

Mari-Pi-R dijo...

La ausencia de un ser querido se implanta automáticamente el silencio.
Precioso!.
Un abrazo.

Abuela Ciber dijo...

Cuanto dolor y desazon cuando siendo niños nos ocultaban realidades
Grato leerte
Cariños

Unknown dijo...

Hola querida María Rosa !
Las ausencias queridas son muy difíciles de sobrellevar y lastiman
a toda la familia.
Lo has expresado magníficamente.Me has emocionado.
Muchos besos

María Socorro Luis dijo...


Que difícil para un niño chico entender el misterio de la muerte... Y que bien has trasmitido ese clima de silencio y soledad. eres genial.

Abrazo hasta tu mi Baires.

cachos de vida dijo...

Me ha encantado.
Feliz fin de semana.
Un abrazo.

Joaquín Galán dijo...

El primer contacto con la muerte de un niño es siempre un misterio para él.Lo has plasmado muy bien en este relato porque es eso precisamente lo que se siente ante ella, un silencio espantoso e incomprensible.

Abrazos María Rosa.

José A. García dijo...

Los cambios no siempre resultan tan sutiles...

Saludos

J.

Antorelo dijo...

La muerte, ese enigma, difícil de entender a niños y a mayores. Un abrazo

Rosana Martí dijo...

Cuando alguien se va, siempre deja un vacío y silencio, donde los sentimientos florecen en recuerdos.

Un placer pasar a conocerte María Rosa, volveré en otra ocasión con tu permiso, veo que tenemos amig@s comunes que te siguen y comentan tus escritos.

Saludos!!

En una librería de la calle Corrientes.

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