—Trajeron
está carta para vos —dijo Carmona— el mensajero dijo que no esperaba respuesta.
Garmendia
abrió el sobre y a medida que leía iba cambiando su seriedad habitual por una
sonrisa. Se dejo caer en su silla y guardó la esquela en su escritorio.
—¿Qué
pasa? ¿De quién es la carta?
—De
una ladrona —respondió Garmendia.
—¿Ladrona…?
Pedro
Garmendia volvió a sonreír y no respondió. Se acercó a la ventana y quedó
mirando la calle y pensando. Lloviznaba. Carmona lo sacó de su pensamiento.
—Ya
entregué el informe de los Montoya, tengo tiempo para escucharte…
Pedro
hizo un gesto con la cabeza, los
recuerdo llegaron envueltos en una bruma que se fue abriendo y los
protagonistas de aquella tarde fueron apareciendo como en una película.
—Hace
unos veinte años, yo trabajaba con el viejo Aguirre, nos llamaron por un robo.
La casa estaba sobre la Av Alvear y nos
pidieron la mayor reserva. Estaban festejando el cumpleaños de la dueña de casa
y el esposo, ministro del gobierno de turno, le había regalado una colección de gemas de gran
valor.
Los
invitados, una diez personas eran conocidas de los anfitriones. A los primeros
que investigamos fue al personal de servicio, ninguno tenía antecedentes,
limpios como un cristal. Aguirre que era un zorro viejo, investigó a los
invitados y para nuestra sorpresa una de las señoras había tenido problema con
la justicia de Portugal. Según supimos había sido absuelta, pero igual la tuvimos entre ojos.
Las
joyas se habían sacado de la caja fuerte en un cofre pequeño, para mostrarlas a
los amigos. Las gemas habían pertenecido a la corona el Zar Nicolás, cuando el
palacio real fue asaltado por la revolución socialista algunas piezas del
tesoro desaparecieron, entre ellas las gemas.
El
asunto fue que el día del robo en la Av Alvear, nada se pudo aclarar. En las
semanas siguientes, los invitados fueron investigados, dados vuelta como un
guante, todo estaba en orden, pero Aguirre seguía con la espina de aquel caso
en Portugal. La señora, no voy a decir su nombre, después de tantos años no
vale la pena; la vamos a llamar XX, declaró que el caso de su pasado había sido
un error de adolescencia.
Las
gemas se habían esfumado, no encontramos una sola pista, hasta llegamos a creer que el robo era un truco inventado por el ministro para cobrar el seguro.
Pasó el tiempo y las piedras se perdieron en la nebulosa.
Y
ahora la señora XX, después de veinte años, me llama para hablar de las gemas y
deja su teléfono, así que la voy a llamar a ver qué me quiere decir.
La
señora XX recibió a Pedro Garmendia en
un coqueto departamento de la calle Córdoba. Le sirvió un té y fue
soltando el hilo de sus recuerdos, destejió
una trama que iba sorprendiendo a Garmendia con cada palabra.
Cuando
Pedro entró a su oficina Carmona lo estaba esperando y sin vueltas preguntó:
—¿Qué
te dijo la señora XX?
—Habló
de lo sucedido aquel día, el por qué y el cómo…
—Voy
a buscar dos cafés y te escucho…
Garmendia
bebió un sorbo del espumoso exprés y dijo:
—No
sé por dónde comenzar… la señora XX pertenecía a una familia muy rica de
Portugal, malos negocios los empobrecieron y llegaron a Argentina, fingiendo
una forma de vivir que no era real. Al
conocer a Jaime Montreal, rico y muy relacionado con políticos del momento, XX
vio la oportunidad de salir del mundo gris en que vivía. Se casaron. Su esposo llegó a ser asesor del presidente de la Nación y ella creyó
tocar el cielo con las manos. Varios años después el marido le pidió el
divorcio, su sueño se quebró. Muy poco le correspondía, la fortuna de él, era
familiar y no había hijos que los conectara. La noche del robo ellos estaban en
plena crisis, ella comprendía que nada podía hacer para salir del pozo en que
se encontraba. Fue entonces que recordó sus años juveniles y un robo que había
sido famoso; lo estudió y robó las gemas.
—¿Cómo
lo hizo?
—Al
final de la cena, la esposa del ministro mostró a los invitados, las gemas, XX eligió
ser la última en contemplarlas. Las puso en su mano izquierda y comentó que
tenían perfume a rosas, la anfitriona se sintió halagada y festejó sus palabras,
XX las acercó a su boca, simulando que las olía, y las tragó tan rápidamente
que nadie descubrió su truco. En su mano derecha aparecieron varias gemas sin
valor que colocó en el cofre. La dueña de casa no descubrió el engaño, si su
esposo; quien luego de un escándalo, nos llamó para investigar. Se sospecho de
XX ya que fue la última en ver las gemas, pero ella puso en práctica su arte de
llorona y convenció a todos de que era inocente, menos a Aguirre que analizó su
vida. Pero no teníamos pruebas.
—¿Por
qué robó las gemas y por qué te llamó?
—Ambición
y remordimiento de conciencia. Luego de su divorcio, llevó las gemas fuera del país,
las vendió y vivió y vive como una reina.
—¿La
vas a detener?
—La
ley establece en el artículo 62 del código penal que toda acción penal prescribe a los quince años… amén que sea un crimen de lesa humanidad.
28 comentarios:
Y después de todo, sólo robó unas joyas, no lastimó a nadie, ni le quitó nada vital.
No hay problema en que salga impune.
Te recomiendo esto que parodia a lo policial.
http://losapuntesdeloso.blogspot.com.ar/2015/10/los-casos-de-leo-caso-v-escena-i-rio.html
http://losapuntesdeloso.blogspot.com.ar/2015/10/los-casos-de-leo-caso-v-escena-ii-rio.html#comment-form
Un abrazo.
BUENÍSIMO María Rosa !
Felizmente tengo las uñas muy cortas si no me las hubiera comido.
Me tuviste con "el Jesús en la boca" toda la narración.
Me re encantó.
Toda mi admiración y mi cariño.
Besotes.
Lindo domingo mañana!
Bonito relato.
Un abrazo.
Ya el plazo ha expirado por lo que no hay delito; aunque no comparto eso de quedarse con lo ajeno pero la ocasión hace al ladrón/a...
Un relato estupendo y con un afortunado final
Feliz noche un abrazo.
Genial¡ Un abrazo. Carlos
¡Buenísimo! Me gustan esos relatos de gente que rebobina y relee el pasado con nuevas lecturas.
Bienvenida.
Besos
El tiempo perdona al ladrón.
Una historia más de la que me has dado un buen rato de lectura.
Feliz domingo.
Buen relato, al más puro estilo de los tantos casos que pasan el Rio de la Plata y luego expiran por tiempo, besote
Muy bueno, es uno de tus cuentos que más me ha gustado.
Como siempre me recuerda a los famosos de casos criminales, ahora: Agatha Christie.
Saludos.
Agrado mucho leerte
Las cosas que hace la gente con tal de no trabajar no??? las apariencias y el poder son nefastos.
Cariños y buen domingo
De un tirón lo he leído y me ha sabido a poco. Magnífico relato. Un abrazo
María Rosa, un interesante relato, donde el tiempo perdona, pero la conciencia no...Y la autora confiesa su culpabilidad...Digamos que, a pesar de todo, el tiempo todo lo pone en su lugar, amiga...
Mi felicitación por tu maestría y destreza, que a todos nos atrae y cautiva.
Mi abrazo de luz y feliz semana.
M.Jesús
MUY BUENA JUGADA!! EXCELENTE TU TRABAJO.
ABRAZOS
Una bonita historia que la podemos acoplar a nuestros días...de una manera o de otra siempre están al acecho.
Un abrazo, Mª Rosa.
La señora tenía tragaderas, y bien que le sirvió. También resulta oportuno estar al tanto de los plazos de prescripción de los delitos, para poder descargar la conciencia sabiendo que no traerá ningún castigo.
Feliz día, madame.
Bisous
Siempre un placer entrar en tu mundo de ficción. Feliz semana. Muchos besos.
ladrón que roba a ladrón
tiene cien años de perdón
buen relato Mariarosa, usar este tipo de "nombres" es un recurso que en los talleres de literatura se usa frecuentemente y sin duda asoman creaciones super logradas como la tuya
felicitaciones ( en el que asistí lo hacíamos siempre jejeje)
abrazos gorditos
Como siempre que te leo, me tienes intrigadísima hasta el final, quiero llegar al desenlace y, al mismo tiempo, me encantaría que continuase, la verdad es que escribes fenomenal.
Cariños en el corazón.
kasioles
Corazones en flor de risa y llanto musical.
Un Abrazo.
Gracias.
De la conciencia nunca escapamos. La ley podrá prescribir delitos, sin embargo, de nuestro propio sentido ético nunca evadimos.
Muy bueno María Rosa.
Abrazos y besos.
quien tiene conciencia...si es que...capaz que jamás olvida las cosas malas que ha realizado no?
pero se que hay algunos que al parecer encuentran justificación para todo
el fin justifica los medios, se diría...
bien por los arrepentidos ...al fin están mirándose a sí mismo y quizás comprendan algo de todo lo que provocaron a otros...quizás...
Como siempre, un placer disfrutar de tú lectura. Mil abrazos
Nadie sabe para quien trabaja, si los dueños no las aprovecharon la señora XX hizo buen uso de las gemas.
Un abrazo.
Un caso resuelto muchos años después para que luego digan que no hay crimen perfecto.
Un placer como siempre María Rosa.
Abrazos
Buena historia, interesante caso y bien contado.
Feliz fin de semana.
Un abrazo.
La necesidad de continuar con un tren de vida que en ocasiones no nos pertenece, nos puede llevar a actuar de maneras desconocidas.
Aunque... quien lo hace una vez.... jejejeje
Genial relato, Maria Rosa, conquistas el interés del lector de principio a fin. Mis aplausos.
Un verdadero placer volver a leerte tras largos meses.
Gracias por estar ;)
Al principio y al final nuestra conciencia manda y es la que dicta sentencia. Muy buen escrito Mª Rosa. Un fuerte abrazo y buen fin de semana. @Pepe_Lasala
confesar cuando ya no le puede pasar nada, genial!!
jeje
muy bien logrado, saludos
Publicar un comentario