La orquesta desgranaba los acordes de un tango. Las
mascaritas danzaban en la pista,
arrullados por el compás del dos por cuatro. Era noche de carnaval y mis doce años se
asomaban por primera vez a la aventura
de ver las parejas que parecían adormilarse,
fundidas en un abrazo sensual, sus pies
rayaban con sus giros el piso de
mosaicos del club del barrio.
El salón de fiestas del
club terminaba en un patio de tierra, más allá, el paisaje se dividía entre el
salón de actividades, la cancha de futbol y un alambrado ruinoso que frenaba a los que observamos la fiesta desde afuera.
Los menores solos no entran, vociferó don Pancho, el portero, cuando intenté
colarme por la entrada principal, me agarró de un brazo y me sacó afuera.
Algunos chicos con más
suerte que yo, habían entrado, zigzagueaban
entre los danzarines arrojando papel picado y serpentina
multicolor. Desde mi puesto de
observación seguía con envidia sus juegos.
Sabía que mi prima Juanita estaba en el club, la había visto
salir de casa, con los ojos muy pintados,
y disfrazada de colombina.
Quería estar con ella, sentarme a su lado y
disfrutar del carnaval entre su grupo de amigas. Ver los bailarines entregados a ese juego de cerrar los
ojos y soñar que son felices, oyendo el
gemir del bandoneón.
El problema era entrar.
Pasada la medianoche, don
Pancho abandonó la puerta y fue a la mesa
de sus amigos a tomar unos vinos. Entré. Busqué a Juanita. No estaba, o
sí, con tanta gente, quién la iba a
encontrar. Pregunté a sus amigas y me
señalaron el bar.
La orquesta típica se
retiró a descansar y comenzaron los paso dobles,
corridos y tarantelas.
En el bar Juanita no
estaba. Crucé la cancha de fútbol, la vi
entrar en el salón de actividades, no estaba sola, la acompañaba un muchacho.
¿Qué hacían allí?
Entré tras ellos, no me
vieron. Casi no había luz. Por la
ventana se filtraban reflejos de las
luces del baile. Me escondí detrás de un mueble. El muchacho abrazaba a mi prima. ¿Será un nuevo novio? Me
pregunté. Reconocí a Jorge, el hijo del
almacenero. La sujetaba contra la pared.
La besaba una y otra vez, jadeando como un perro asmático, ella no decía nada, lo dejaba hacer, hasta que de
pronto, algo la enojó y comenzó a
gritar, decía que no, que la soltara. Escuché
el sonido de un cachetazo y un grito de Juanita. Él muy hijo de puta le había pegado. El miedo me
paralizó, quise ir a decirle a ese
tipo que dejara a mi prima y no pude,
mis piernas parecían de cartón, temblaba. Jorge no la soltaba y yo me sentía
culpable de ser tan cobarde. Lo único que logré hacer fue subir la perilla de
la luz, el salón se iluminó y los dos quedaron descubiertos, me vieron. Jorge
tardó en reaccionar. Al intentar salir, se enredó con los pantalones que llevaba por las rodillas y
se fue al suelo. Se puso de pie, se acomodó la ropa, saco pecho y escapó
diciendo groserías contra mí prima. Juanita
quedó apoyada en la pared, con los brazos caídos y una cara que me dio
pena. Me acerqué y me abrazó. No sé
cuánto tiempo estuvimos así, sin decir palabra. La ayudé a arreglarse el
vestido, noté un hilo de sangre que
bajaba por sus piernas, le di mi pañuelo
y se limpió. Se le había corrido el
maquillaje de los ojos, ya no era una colombina, parecía un payaso
descolorido. Fuimos hasta el alambrado del fondo, lo bajamos y escapamos por la calle de tierra, nadie nos
vio.
Cuando llegamos a casa me hizo jurar que no le contaría a la
tía lo que había sucedido en el club. Crucé los dedos y juré.
—Será nuestro secreto —me dijo— secreto de mujeres.
22 comentarios:
Siempre esos íntimos secretos de mujeres, esas cosas inconfesables unen en tiempos de antaño ciertas cosas que al fin son bellas de recordar. Como siempre, te cuento un secreto, me encanta leerte. Mi cariño desde tú otra casa.
Siempre admiré los secretos así, porque además tenían algo místico, dentro del drama o la tragedia.
Un abrazo.
Bello¡Me ensalmó. UN abrazo. Carlos
Una historia entrañable y muy humana...Esos secretos unen y afianzan el cariño y la amistad, sin duda...Mi felicitación y mi abrazo inmenso por esta historia, que lleva tradición, sentimiento y magia...
M.Jesús
Cuando la mujer debía guardar en secreto un abuso, porque de otro modo se la consideraba como la que lo había provocado.
Todavía quedan resabios de esa vergüenza, del silencio. Esperemos que no haya más secretos de ese tipo.
Como siempre, muy bien relatado, Mariarosa.
Besos.
qué cosas Mariarosa, este relato puede decir que pertenece a una época pasada, pero es tan actual que temo siempre se repita
abrazos
Un gran trabajo
que hace pensar al lector
que debemos tener más bondad.
Enhorabuena!!!
Secreto de mujeres(...)-Una narración con mucha verdad y un final feliz, dentro del susto...
MªRosa un abrazo..
Hay secretos que son hermosos pero aún así pesan toda una vida cuando se cruzan las miradas, y es que tener que acallar tremendo acto es terrible y todo porque siempre o casi siempre , aún en estos tiempos las mujeres son las que provocan y muchos hombres no saben lo que significa un NO
OjO no meto a nadie en el saco pero se que es así... por suerte o desgracia yo guardo ese secreto de una mujer muy próxima y querida
Un abrazo
Estoy con María. Es lo más triste que puede ocurrirle a una muchacha o mujer arrojada a esta situación: guardar el secreto de un acto de dominación de un ser sobre otro.
Un abrazo, María Rosa.
secreto de mujeres... muy bueno.
Muy entrañable y más que humano
besos
carlos
Lo lamentable es que estas situaciones se siguen produciendo.
Muy bien narrada la historia.
Un abrazo
¡Buenísimo María Rosa. Pude ver paso a paso todo lo que contabas.
Me encantó. Está tan bien escrito es como si pasáras una película y nosotros, tus lectores podíamos seguir el hilo de la narración.
Además es tan real. Tantas veces la realidad supera la ficción.
Esa promesa entre dos chiquillas me llenó de ternura.
Muchos besos.
Buen descanso !
...y para un niño es tan importante compartir secretos de mayores! Otro hermoso relato entre los muchos que tienes poblicados en entradas del blog.
Un beso.
Doloroso secreto el que compartieron.
Un fuerte abrazo!
Una historia real; esos secretos tan bien guardados, la fidelidad...
Hermoso María Rosa.
Un beso grande.
Una historia cercana, humana, de alguna manera nos identificamos con ella. Secretos entre mujeres. dolores compartidos, que siempre serán más llevaderos.
Un abrazo cálido
Haces tan creíbles tus relatos. Y tan bien estructurados.
Buenas noches con abrazo
un secreto ya contado deja de serlo
...no se será porque a mi ese tipo de cosas no las soporto...
menos el abuso de un malnacido...
una realidad que toca mas que seguido los rostros de tantas mujeres maltratadas
que aprenden a callar...
bsss
A veces los secretos crean unos lazos entre las personas que jamás se romperán. Me ha gustado mucho María Rosa. Un fuerte abrazo y buen fin de semana.
@Pepe_Lasala
Qué lástima vivir de ese modo la primera noche de carnaval, cuando todo debería haber sido alegría. Ojalá que los siguientes hayan hecho olvidar la pena.
Buenas noches
Bisous
Un "siempre actual" secreto.
Me da mucha pena que, en la actualidad,todavía existan estos secretos y no se denuncien.
Un abrazo grande, amiga.
Rosi
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